sábado, septiembre 29, 2012

Curiosas curiosidades

Sé que me repito hasta la saciedad, pero no puedo dejar de notar, a pesar de que resulte difícil de creer, que aunque ya llevo en India más de año y medio, este país no deja de sorprenderme. Cada día acumulo experiencias que en otro país resultarían inimaginables, sobre todo si pienso en países como España, USA, o Japón (que son los que conozco). Vale, Japón también tenía sus curiosidades, pero no son comparables a las que me sorprenden en India.

He aquí el pequeño resumen de la semana:

- Estoy tramitando mi PAN card para evitar tener problemas con el visado y el Income Tax como me ha pasado este año. Tramitar algo en India significa ir y venir a la oficina varios días, cada día con papeles nuevos y siempre falta alguno del que no sabías su existencia. Pero además de eso, hay que rellenar formularios.

La tienda donde estoy tramitando mi PAN card es un pequeño cibercafé escondido del mundo, en uno de los goli (callejuelas) más estrechos que he visto en Calcuta, detrás de un edificio en Bhowanipur. Aunque está relativamente cerca de mi casa, y mi amigo Arnab me la recomendó porque fue allí donde él tramitó su propia PAN card, al principio fue casi imposible dar con ella: no hay ningún cartel ni nada que indique en ese mínimo goli hay una tienda de nada. Así que hay que encontrarla preguntando. El hombre de la tienda no había hecho nunca una PAN card para un extranjero, de hecho, al principio creyó que yo era una NRI (Non-resident Indian, es decir, una ciudadana india que vive en el extranjero, la mayoría, en USA). Cuando por fin le expliqué que no, que era española, volvió a llamar a su oficina central para aclarar dudas de si hacerme una PAN card era posible. Lo era. Tenía que comprar un formulario para rellenar con mis datos y entregar dos fotos tamaño carnet y algunos documentos acreditativos de mi actividad en India. Todo normal.

Pero, ¿dónde comprar el formulario? Fuera de la tienda. ¿Fuera? ¿Fuera dónde? No había ninguna oficina de nada ni ninguna tienda con pinta de vender papeles oficiales que van a ir al Ministerio de Hacienda. Pero esto es India, donde lo inimaginable es posible. "Fuera" se refería en realidad a una tienda de "paan", de tabaco de fumar y de mascar. El hombrecillo, moreno, con bigote espeso y negro, vestido con una camiseta blanca sin asas y un lungi azul, tenía entre las hojas de betel, los botes de diferentes productos que meten en el paan y las cajetillas de tabaco, un bloc con formularios para la PAN card. 5 rupias.

Claro que esto no podía ser tan fácil tampoco. En realidad ese formulario no valía, porque era para "Indian Citizens", y claro, yo no lo soy. Por fin el dueño de la tienda me prometió que me daría el formulario correcto al día siguiente, sin tener que pagar nada. Así fue, y mientras rellenaba el formulario, con cosas absurdas como el nombre de mi padre (como si yo no fuera mayor de edad para tramitar mis propios papeles), o la dirección de mi jefe (que no me la quería dar, y tuve que poner la de la oficina), una de las cosas a completar era si pedía la tarjeta como individuo, como empresa, etc. Pero una de las opciones me llamó la atención de sobremanera:


¿¿Hindu undivided family?? ¿¿Una familia entera puede tener el mismo número, sin diferenciar a los distintos miembros de la familia, para pagar impuestos?? ¿E hindu? ¿Es que los musulmanes o cristianos o sikhs o jains no pueden tener una "undivided family"?

- Cosas de clase. En clase hemos visto en esta última lección que hemos hecho, la ropa, los colores, comprar en una tienda, etc. Al final de la unidad había un pequeño apartado cultural en el que se hablaba de Federico García Lorca, ya que sus poemas son sencillos (el vocabulario, que no el significado), y en muchos aparecen los colores de una manera sorprendente. Así que leímos tres de los seis poemas del libro, los expliqué actuando o dibujando en la pizarra (lo cual les pareció muy gracioso), y en internet encontré otro poemilla, muy sencillo, llamado "Corazón". Al poema le quité tres palabras que tenían que completar a su manera usando su imaginación:


En la mañana _________ (1),
quería ser corazón.
Corazón.
Y en la tarde madura
quería ser _________ (2).
___________ (2).

Alma,
ponte color de __________ (3).
Alma,
ponte color de amor.

En la mañana viva,
yo quería ser yo.
Corazón.
Y en la tarde caída
quería ser mi voz.
__________ (2).

¡Alma,
ponte color __________ (3)!
¡Alma,
ponte color de amor!



Pues creo que para ellos ha sido el ejercicio más difícil que hemos hecho en el curso: imaginar. Dos o tres o cuatro estaban abrumados por la tarea, con los ojos como platos mirando la hoja y mirándome a mí, sin poder reaccionar ante semejante bestialidad: tener que inventarse tres palabras, tres palabras que queden bien en el poema (del que conocen prácticamente todas las palabras, y además, todos tienen un smartphone con diccionario español-inglés que usan en clase). 


Ya sabía que los alumnos aquí tienen problemas para pensar por sí mismos y analizar porque no están acostumbrados a hacerlo en clase: aquí las clases son totalmente magistrales, en las que el profesor no explica, sino que dicta, y los alumnos copian (he visto miles de clases así en la uni, en todas las universidades del mundo, la verdad). Pero no pensé que tuvieran problemas con imaginar libremente, aún a sabiendas de que en esto no hay respuestas correctas o incorrectas, sino que es simplemente por experimentar....(esto también lo expliqué en clase, porque hubo algún alumno que pensaba que tenía que adivinar las palabras del original: es demasiado serio para entender que no es un ejercicio para corregir, sino un juego....).

En fin, al menos creo que el shock les divertió bastante. Entre eso y verme explicar los poemas actuando por la clase, espero que se animen más a leer poesía...

Ah, por cierto, este es el poema original de Lorca: 

En la mañana verde,
quería ser corazón.
Corazón.
Y en la tarde madura
quería ser ruiseñor.
Ruiseñor.

Alma,
ponte color de naranja.
Alma,
ponte color de amor.

En la mañana viva
yo quería ser yo.
Corazón.
Y en la tarde caída
quería ser mi voz.
Ruiseñor.

¡Alma,
ponte color naranja!
¡Alma,
ponte color de amor! 


domingo, septiembre 23, 2012

Estampas de Calcuta III

Después de una tarde callejeando en moto por el norte de Calcuta, he visto algunas cosas interesantes. Muchas más cosas de las que pude sacar fotos....porque hay cosas que efectivamente, no se pueden fotografiar.

Es la segunda vez que salgo en moto por Calcuta. La primera vez, mi amigo y yo fuimos a las afueras, hacia la autopista. Esta vez decidimos cambiar de rumbo y subimos al norte. El Norte de Calcuta es fascinante. Es la parte antigua de la ciudad, el núcleo original, y a pesar de las muchas discusiones que he tenido con mis amigos entre qué es mejor o qué es peor, si el norte o el sur (todos son del sur, así que podéis imaginar sus respuestas), a mí me sigue gustando el norte de una forma particular. Quizá no para vivir, con sus calles congestionadas de coches y de gentes. Pero por otro lado, tiene los edificios más bonitos, y es una zona conveniente para cualquier ama de casa, ya que hay tiendecitas y mercados por todas partes. 

El caso es que nos dirigimos hacie el norte, rumbo a ninguna parte. Objetivo: perdernos. Y lo conseguimos. Aunque primero estuvimos siguiendo las calles principales, las avenidas, al primer asomo de atasco de tráfico, nos escapamos a un goli, una de esas callejuelas que en el norte de Calcuta adquiere su más pura esencia; por algunas de ellas, no podíamos pasar ni en moto. Las casas, tan pegadas unas a otras, tienen un toque colonial, y como toda la ciudad, están en ruinas. ¡Ay, si el gobierno de Calcuta diera ayudas a las personas que quieren restaurar sus casas, en lugar de promover la especulación del terreno para destruirlas y construir horribles bloques de apartamentos! Entonces Calcuta se convirtiría en la capital arquitectónica de India, sin duda. Hay maravillas escondidas en estos goli (que por cierto, como curiosidad puramente lingüística, en plural, "callejuelas", se diría "goligulo", que suena como taratari, katukutu y todas estas palabras musicales tan típicas del bengalí coloquial). Pero son tan estrechos que ni puedes ver los edificios bien, porque no hay sitio para tener perspectiva de los detalles de las fachadas. Una pena.

En las paredes de las casas, suele haber anuncios de películas o carteles con lemas políticos, cuando no hay directamente graffitis, o sorpresas como esta:


Swami Vivekananda es un filósofo y activista bengalí famoso en toda India. Su figura, reconocible porque siempre está muy erguida, con los brazos cruzados y un turbante en la cabeza, se encuentra desperdigada por toda la ciudad. En un estrechísimo goli del norte de Calcuta, encontré una casa-con-templo en la que fuera, además de pintadas del partido político que ahora está en el poder, había este "fresco" de Vivekananda. Necesita restauración, pero aún así, es fácil reconocerlo.


El estrecho goli donde encontré el fresco de Vivekananda era este. Una mujer lava algo en la fuente, mientras la ropa cuelga a secar. A ambos lados, hay casas. No sé por qué la foto me salió así, aunque si estaba un poco oscuro. Me sorprende que toda la ropa haya salido blanca excepto por una que ha salido amarillo. No hay Photoshop ni nada.


Este es el templo que está a la entrada de la casa. Una mujer realizaba rituales y ofrendas con incienso, haciendo sonar una caracola de mar enorme. El olor del incienso, el ruido de la caracola, y el ruido de una campanita que los devotos hacían sonar para llamar la atención de la diosa (o diosas) a sus rezos, llenaban la calle. Creo que la diosa es Durga, con sus hijas e hijos, pero no estoy 100% segura. Y cómo no, los enternos candados de Calcuta.


Fuera de la casa templo, una viuda y los que debían ser sus dos nietos, miraban a la diosa y a la mujer haciendo sus rezos. Le pedían algo, pero no sé qué. El niño pequeño en los brazos de su abuela, no paraba de jugar con la cuerda de la campanita. Estaba contentísimo de hacer ruido. A los lados de la puerta y la ventanida de la casa-templo, hay azulejos con estatuas de los dioses hindúes.


Algo que no sale en las fotos y que es imposible de explicar es el aroma de la ciudad. A veces es aroma: en el norte abundan los puestos de comida callejeros (vale, por toda la ciudad, pero en el norte, hay el triple), con sus snacks deliciosos e insanos. Como el de la foto de arriba. El olor al aceite friendo samosas o verduras rebozadas en harina de garbanzos, con sus especias, me llenaba los pulmones y atraía mi estómago. A veces había olor a cocina con vinagre, o un olor picante no sé a qué exactamente, que me hacía sentir como si hubiera mordido una guindilla. Otras veces había olor a pintura, a basura, o en los ghats, a cenizas. 



Puestos de bebidas y tabaco, y mini restaurante donde la gente tiene que comer en la calle.


Saliendo del goli, nos metimos en una calle principal. Aunque era sábado por la tarde y no hay trabajo, aún así el tráfico estaba muy congestionado. Menos mal que con la moto, uno puede serpentear entre los coches y avanzar más deprisa. Entre los coches, los taxis y los autobuses, las carreteras estaban repletas de camiones llevando productos de los almacenes a las tiendas. Pero no todo se transporta en camiones. También se transportan en estos carros-bicicleta. Este lleva latas de aceite vacías, de vuelta a la fábrica para llenarlas. Pero he visto carros llevando páginas de agendas sin cortar todavía, o cartones de tapas de libros, retretes de cerámica...de todo.


Un autobús en dirección a la estación de tren de Haorah.

Como había demasiado tráfico, decidimos huir lo más pronto posible y acabamos en otros goli, aquí y allá, y para nuestra sorpresa, llegamos al río. Los ghats del norte de Calcuta son muy diferentes de los del sur, de Princep Ghat o Babu Ghat. Allí, Mamata Banerjee ha hecho una remoledación absoluta de la zona, la ha puesto toda de azul y blanco (sus colores), ha colocado baldosas en el suelo, luces por todas partes (azules y blancas), y ha puesto zonas delimitadas para los vendedores callejeros, que antes se colocaban a su antojo. También ha añadido unos bancos de madera de color beige, negro y dorado con leoncitos, al lado de papeleras que imitan animales, como monos con traje de botones, o delfines con la boca abierta, de colorines. Más kitsch imposible.

Pero en el norte, la zona de los ghats sigue como antes. El suelo es tierra todavía, los vendedores de té, tabaco o muri se ponen donde quieren, libremente, cerca de los muelles de los ferris que llevan a Haorah, o cerca de los crematorios, o cerca de las estaciones de tren suburbano. Apenas hay luz, y la gente que hay se arremolina alrededor de las tiendas de té. Hay dos ghats con crematorio, Ahiritala y Nimatala Burning Ghats. a los que llegamos sin saberlo. En Ahiritala casi no hay gente, pero Nimtala es muy activo y alrededor del crematorio hay varios templos y tiendas que venden lo inimaginable para rituales religiosos que no entiendo. Parece ser que allí fue donde se incineró el cuerpo de Tagore, pero lo importante no es que un personaje famoso haya sido incinerado allí, sino los miles de cuerpos que deben incinerar cada mes... Entre Nimtala, que está cerca de Burrabazar, y el puente de Haorah, están los almacenes donde se guardan los productos que los camiones repartes por toda la ciudad. No pudimos salir de allí por la vía normal, porque uno de esos camiones se había chocado contra un coche y había un lío montado allí mismo alrededor de un accidente nimio, porque al coche no le había pasado nada. 

Dimos la vuelta y salimos cruzando las vías del tren, para llegar a la zona donde los mayoristas venden a los pequeños distribuidores, que suplen a toda la ciudad: el mercado de Burrabazar. Hombres vestidos apenas con lungi (una especie de toalla fina, normalmente con un diseño azul de cuadros, atada a la cintura) y un paño rojo en la cabeza que tiene usos múltiples, descargaban camiones pasando los sacos de cosas a carros hechos con troncos finos de madera, que funcionan como un balancín. Otros llevaban sus productos en carros-bicicleta. Con un gancho metálico, los hombres enganchan los sacos y los tiran como pueden al carro, que luego empujan entre dos o tres personas. Mientras, otros dormían entre los sacos. En la calle, además de este movimiento de camiones, hombres y sacos, había comerciantes que ya estaban subastando sus productos. 


Una cosa curiosa de los camiones es su decoración. Todos están pintados, la mayoría lleva pintado también información sobre su permiso de conducir (Bengal, All India, Bengal and Bihar, etc.) y su número de teléfono, por si alguien requiriera sus servicios. Pero también llevan lemas a los dios (Jay Mata Di, por ejemplo), y cómo no, algunos incluyen imágenes de los dioses. Me gustaría volver, con calma y andando, para sacar fotos de estas pinturas. Este es Shiva, pero también había muchas Kali y creí reconocer a algún Hanuman. 

Esta ciudad nunca podrá dejar de sorprenderme.

sábado, septiembre 22, 2012

Varanasi, espérame

Queda apenas un mes para Durga Puja. Los que me seguís desde hace tiempo, sabéis ya que Durga Puja es EL festival de Calcuta. Estamos tan cerca que ya no se habla de otra cosa, pero además, a cualquier visitante o nuevo habitante de la ciudad, enseguida le preguntan dos cosas: si ha oído hablar de Rabindranath Tagore, y si ha oído hablar de Durga Puja.

Durga Puja significa fiesta, significa luz, significa que durante cinco días toda la ciudad sale a la calle 24 horas para disfrutar. Pero también significa que tengo un mes de vacaciones, hasta el final de Diwali. 

Este año es curioso, porque Durga Puja empieza el día 22, pero mis vacaciones empiezan en Mahalaya, siete días antes del primer día de Puja, Mahasaptami. Este día, el 15, las ondas de radio se inundarán con un canto que relata como Durga mató a un demonio, que es una de las cosas por las que se adora a Durga. El caso es que el día 15 es lunes, lo cual significa que mis vacaciones empiezan el viernes al terminar la clase. 

En total, 8 días de vacaciones, 8 días que no me voy a quedar en mi casa, obviamente. Llevo en India un año y medio y apenas he visto nada. Entre otras cosas, no he visto ni el Taj Mahal ni la ciudad más famosa internacionalmente de toda India (junto con Calcuta y Mumbai), Varanasi. Algo que solucionaré en estos 8 días.

Y mientras, para ir cogiendo el ambiente de viaje y de Varanasi, he encontrado un pasaje interesantísimo sobre esa ciudad, en un libro llamado Eating India, un libro que está a medio camino entre un diario de viajes y un libro de recetas de cocina. Traduzco:

"Puede que Delhi y Lucknow simbolicen la cultura patriarcal Islámica del norte de India, pero hay otra ciudad en el estado de Uttar Pradesh (Lucknow es la capital de Uttar Pradesh), que se presenta ante el mundo como la ciudad más sagrada del Hinduismo. Varanasi, familiarmente llamada Benaras, es conocida por sus templos, sus ghats (las gradas que bajan hacia el Ganges), sus peregrimos y los ritos funerarios, así como por su música y su comida callejera. Es una ciudad especialmente fotogénica, donde la belleza se hace notar a pesar de las callejuelas claustrofóbicas y malolientes, bloqueadas por el paso lento de un toro; a pesar del agobiante olor de las ofrendas de incienso; a pesar del río en el que flotan la basura y los restos de las cremaciones de cadáveres. En Benaras el negocio de la muerte es más grande que el negocio de la devoción religiosa, ya que los hindús han creído por siglos y siglos que morir aquí les libera de la rueda de reencarnaciones y les garantiza la salvación eterna. Mientras el río fluye dejando atrás los crematorios, puedes ver flores ofrecidas a la muerte llevadas por la corriente de un río que ha visto lo insorportable y lo indecible.

Yo no estaba interesada en hacer penitencia o encontrar la salvación. Yo fui a Benaras buscando su cara más mudana, esa cara que glorifica los placeres de la comida y de la bebida, una cara que ha sobrevivido con hedonismo a pesar de la sobrecogedora aura de santidad que inspiran sus templos, sacerdotes y devotos. Pero la primera cosa a la que me enfrenté allí me impactó mucho más que lo seglar o lo sagrado. Era una tragedia humana de la que seimpre he sabido, pero que aún así siempre había apartado de mi mente. Benaras ha sido, durante siglos, el destino final de las viudas hindús, especialmente de las viudas más jóvenes, enviadas por sus familias para vivir el resto de sus vida rodeadas de lo sagrado, forzadas a soportar privaciones casi intolerables. Aunque normalmente se exiliaban a Benaras viudas de todas partes de India, sobre todo del norte, seguramente ningún otro estado ha enviado tantas viudas a Benaras como mi estado, Bengala.

La vida de una viuda hindú ha sido siempre la cara oculta de comer en India, y en ningún otro lugar era más oscura que en Bengala. Una viuda bengalí no sólo tenía pohibido volver a casarse, como las viudas de las otras regiones, sino que además se esperaba de ella que abandonara muchas de sus comidas habituales. En una cultura como la bengalí, amante del pescado, una viuda era obligada a convertirse en vegetariana, a dejar el pescado, la carne, los huevos e incluso las lentejas, la cebolla y el ajo por el resto de su vida, que además estaría llena de ayunos puntuales. La tradición les atribuía la culpa de la muerte de sus maridos, por sus malas acciones y por sus apetitos antinaturales. Una palabra común para insultar a las viudas en las zonas rurales de Bengala se traduce como "devoradora de maridos". Culpable del pecado de la supervivencia, una viuda era considerada la personificación del desastre y de la mala suerte, y por ello, su presencia estaba prohibida en cualquier celebración, sobre todo en las bodas. Si la familia permitía que se quedara con ellos, sus días pasaban penosamente. En el pasado, cuando chicas muy jóvenes eran casadas con hombres mucho mayores que ellas, sus vidas en la marginación y las privaciones se hacían enternas - una horrorosa experiencia de deseos insatisfechos.

Muchas familias enviaban a sus jóvenes viudas en peregrinaje a lugares como Benaras, por muchas razones: para evitar la posibilidad, escandalosa, de que tuviera alguna aventura romántica o algún embarazo ilegítimo, para apropiarse de los bienes de la viuda, o simplemente para no enfrentarse a los sentimientos de culpabilidad que su presencia podría provocarles. Cientos de kilómetros lejos de casa, se esperaba que estas solitarias exiliadas encontrasen la paz en la devoción religiosa. En realidad, la santidad de la ciudad era una mínima compensación por su aislamiento y sus privaciones. La mayoría vivían como penintentes, esperando su final mucho antes de que fuera su hora. Otras, incapaces de vivir  con tan poco, acababan como mendigas o prostitutas. Los placeres de la comida, que podrían haber compensado parcialmente la ausencia de una vida matrimonial, se exhibían  a su alrededor, subrayando la crueldad de su destino.

Como es de suponer, las viudas de las familias pobres, rurales y sin educación, sufrían la peor situación. Ellas son las que todavía hoy pasean en tropel alrededor de los templos y los ghats sobre el río. Pero con la urbanización y la educación, esta costumbre está desapareciendo poco a poco. Mi experiencia personal de la vida de una viuda es muy diferente. Yo vi a mi abuela pasar los últimos 20 años de su vida como una viuda. Nadie se planteaba enviarla a ninguna parte. Nadie pensó jamás en culparla por la muerte de su marido. Las familias urbanitas de clase media de Bengala ya han cambiado su manera de pensar. Pero, aún así, no había forma de huir de una sensación de distanciamiento que se le había impuesto a ella, simplemente por ser viuda. Yo la vi cambiar de la noche a la mañana, de ser una mujer de mediana edad, mandona, que vestía saris con un ancho borde rojo y pulseras en los dos brazos, a ser una figura blanca y sombría. Saris sin bordes, sin colores, nada de joyas. Más tarde, cuando yo era adolescente, empecé a notar las limitaciones que había en sus comidas. Me preguntaba cómo debía sentirse cuando preparábamos enormes fuentes de carne los domingos, cuando desde la cocina la casa entera se inundaba con el rico aroma especiado. O cómo se sentía cuándo comíamos fish jhol, con pequeñas patatitas nuevas y guisantes que subían y bajaban en la deliciosa salsa. Mi abuela nos servía la comida, pero nunca comía con nosotros. Sentándose lejos de todos los demás, en una esquina solitaria, ella comía un simple plato vegetariano. La cena solía ser poco más que fruta, leche y muri (arroz inflado). Al principio del monzón hay tres días en el calendario bengalí en los que está prohibido que las viudas coman comida que haya sido tocada por el fuego, es decir, cocinada. Mi abuela, para esos días, cocinaba mucha comida, excepto arroz, de manera que tuviera suficiente para esos tres días, pero no le estaba permitido calentar nada. A mí, viéndola comer sus luchis (un pan frito) resesos, pasados, se me quitaban las ganas de comer. Y estaba aquellos días en que ella apenas comía nada. ¿Tristeza callada? ¿Observación sin pensamientos? Todabía no sé la respuesta."

viernes, septiembre 21, 2012

Las huelgas contraatacan

Recuerdo que el año pasado, un día, mi jefe me llamó a la oficina:
- Mañana no vengas a la universidad. Hay una national bandh.

¿Una banda nacional de música?, pensé yo. Pero no, no era música, aunque sí que hubo canciones: canciones protesta. Una bandh es una huelga, y esa fue la primera de las cuatro o cinco que sufrí el año pasado. La gran mayoría, debido a los transportes y a la subida del precio de la gasolina. Pero fueron pocas. La anterior lectora me había avisado de que había huelgas continuamente; en mi primer año en Calcuta, apenas vi cuatro o cinco. 

Esta semana, en cambio, ha sido una huelga completa. Desde el lunes hasta el jueves, una protesta tras otra, de nuevo, por la subida del precio de la gasolina y la negativa del gobierno a subir las tarifas de los  taxis y de los billetes de autobús. El año pasado, los autorickshaw hicieron una huelga un día, y al día siguiente ya habían subido los precios una o dos rupias. Esta semana, a pesar de la huelga continua, nada ha cambiado ni para taxis (que debe ser la segunda huelga que hacen) ni para los autobuses (que llevan toda la semana así).

Empecemos por el lunes. Además de haber sido convocada la huelga de autobuses, era Vishwakarma Puja, el día del dios de la mecánica, así que entre las vacaciones que se había pedido la gente y la ausencia de autobuses, la ciudad estaba más tranquila. Tan sólo 6 alumnos pudieron venir a clase. El martes ya no había puja, así que el número normal de trabajadores tendría que ir a sus lugares de trabajo habituales, pero sin autobuses, ya que estos seguían de huelga. El resultado: un caos completo, autorickshaws saturados, todos los taxis ocupados y el metro, atestadísimo. El miércoles todo siguió igual, con el añadido de que era Ganesh Chaturthi y que los camiones con la imagen del dios Ganesh y sus devotos se veían por doquier, entorpeciendo el tráfico aún más. El jueves, national bandh otra vez. Los taxis amenazaban con ir a la huelga por 72 horas desde el jueves, pero al final se contentaron con cumplir la huelga de 12 horas que varios partidos de la oposición habían convocado en todo el país. 

El jueves por fin no tuve que luchar por entrar en el metro ni ver como mis clases estaban vacías de alumnos que no podían llegar a la universidad sin autobuses. Salí a la calle por la tarde: estaban todas las tiendas cerradas, apenas algunos puestos de té o frutas abiertos, o vendedores de muri, pero no todos. No había coches por la calle, ni buses ni nada. En mi calle, había unos chavales jugando al cricket, aprovechando el espacio. Cuando por fin vi un autorickshaw que me llevase hasta el metro, me llevó a mi sola, sin esperar a que se le llenase el auto, ya que sabía muy bien que no iba a llenarlo de ninguna de las maneras: no había nadie. El metro funcionaba, porque es un servicio público y el gobierno ordenó que abriera a pesar de la llamada a la huelga, pero no había apenas gente. Por primera vez, uno podía sentarse donde quisiera. Algunos cines funcionaban, otros no, en el Victoria Memorial los guardias trabajaban, pero los vendedores de tickets en las taquillas no, así que el jueves, el Victoria Memorial fue gratis. Y así pasó el día, disfrutando de una Calcuta pacífica y silenciosa, una Calcuta desconocida hasta ahora.

Todo este tema de los autobuses es muy raro, la verdad. No me extraña que estén de huelgas, porque los precios son ridículos. ¿Cómo puede costarme una hora en autobús hasta Haorah 8 rupias, cuando los 10 minutos en autorickshaw desde mi casa a la estación de metro me cuestan 6? Lo más inexplicable de todo es que la mayoría, pero la mayoría con mucho, de los autobuses que recorren la ciudad, son autobuses privados. Apenas un 20% serán autobuses que provee el ayuntamiento. Pero a pesar de ser de compañías privadas, no tienen libertad para imponer sus tarifas, que controla el gobierno. Es cierto que subir, digamos, 5 rupias, sería un coste que mucha gente no se podría permitir. Pero también es cierto que la gasolina ha estado subiendo mucho más que eso, y los autobuses no funcionan con agua del Ganges (aunque se podría probar, porque nunca se sabe la de químicos que debe haber ahí...). Si el gobierno quiere que mejorar la calidad del transporte y mantener unos precios asequibles para todo el mundo, tiene dos opciones: poner más autobuses públicos en la carretera, o subir los sueldos de la gente para que puedan pagarse el autobús un poco más caro. Porque como los empresarios que han montado sus negocios de autobuses privados vayan a la quiebra, Calcuta se va a quedar sin transporte y eso va a ser mucho peor que un sólo día de huelga.

lunes, septiembre 17, 2012

Obras maestras del cine en India: Charulata

Ya os he hablado un poco de esta película en aquella entrada que escribí sobre Satyajit Ray. Pero aquello fue demasiado breve y esquemático para una película tan rica como esta.

Charulata nos enfrenta a un difícil dilema familiar en el que está en juego la felicidad de todos los personajes. Pero esta felicidad que todos los personajes ( y todos los espectadores) desean, tiene caminos retorcidos, que nos llevan fuera de los límites que la sociedad nos ha impuesto con sus normas.

La reina de esta película es sin duda la protagonista, Charulata (por si hubiera dudas de que ella es la protagonista absoluta, Ray tituló la película con su nombre), una joven mujer casada con Bhupati, un rico bengalí admirador de Occidente, que sin embargo lucha contra los británicos - estamos todavía en  el siglo 19 - a través de un periódico político en inglés que él mismo escribe, edita y distribuye. Bhupati es un hombre cultivado, de fuertes principios (dice en una ocasión: "The only way is the way of honesty"), que da sentido a su vida a través de la lucha intelectual y política contra los ingleses. Sin embargo, esa lucha no aporta nada a Charulata, o sí: el distanciamiento entre ella y su marido, su soledad. 

Desde la primerísima escena de la película podemos apreciar que esta guapa jovencita está muy sola. Vemos a Charulata bordar sola, pasear por una lujosa casa con ventanas cerradas sola, buscar algo que leer sola. Pero antes de leer una novela, encuentra más interesante mirar por la ventana con unos pequeños prismáticos - lo cual nos hace pensar que está también aburrida de tanto leer. Mirando al mundo desde su ventana, busca algo que llame su atención para matar el tiempo y el aburrimiento. La figura de un hombre gordo le interesa; no es una visión notable ni especialmente divertida, pero es lo más interesante que hay a su alrededor: un hombre gordo que camina de manera simpática. Sin embargo, Ray insinúa el encierro y la soledad de Charulata de una manera más visual de lo que he dicho aquí: Charulata, al abrir las contras de las ventanas siguiento la vista del hombre gordo, deja entrar la luz por las rendijas horizontales de las contras, haciendo que la casa parezca limitada por barrotes, como en una celda.


En los primeros diez minutos, solo hemos visto a Charulata en pantalla. Cuando por fin vemos a su marido, embebido en la lectura de algún libro en inglés para su periódico, Bhupati no la ve a ella: pasa a su lado sin notar su presencia en lo más mínimo. El terrible silencio, el abismo que hay entre los dos, se hace palpable en apenas treinta segundos. Solo un buen director puede decir tanto con tan poco.

Pero Bhupati es un buen hombre, y se da cuenta, al cabo de un tiempo, de la soledad que aflige a Charulata. Su mente lógica intenta encontrar una solución lo más rápido posible, e invita a su cuñado, el hermano de Charu, y a su mujer, a vivir en su casa y ayudarle en el periódico. Pero la cuñada de Charu es una mujer simple, sin educación, y que actúa como una niña: no es compañía para Charu, que quiere hablar y expresar sus inquietudes. Por suerte, o por desgracia - esto nunca se sabe - un buen día llega por sopresa Amal, el hermano pequeño de Bhupati. Este ha terminado por fin su licenciatura en Literatura y llega a casa para "descansar, escribir, y descansar". 

La llegada de Amal es una descarga de energía para la casa, al igual que la tormenta que cae cuando llega. Aquí, como en el caso de Charulata,  el personaje también se define desde sus primeros segundos en escena, usando el espacio (la casa, la tormenta) de una manera muy inteligente. Su sonrisa, su naturalidad y el río de sus palabras se contrasta con lo que hasta el momento hemos visto en los personajes de Charulata o Bhupati.

Sin duda, su llegada cambia el modo de vida de la casa, pero también cambiará las vidas de los tres personajes principales para siempre. Enseguida Charulata y él establecen una buena relación, ya tienen más o menos la misma edad y les interesan las mismas cosas. Por fin Charulata tiene alguien con quien hablar de literatura, que apasiona a los dos, y por si fuera poco, se animan mutuamente a escribir y consiguen ser publicados en revistas famosas. Se entienden bien y se ayudan en su desarrollo personal, algo que no sucede entre Charulata y Bhupati. Y así, las cosas empiezan a complicarse.


Amal lee a Charu lo que ha escrito en la libreta que ella le ha regalado



Amal lee a Bhupati el mismo texto...pero este, obsesionado con la política, no entiende el carácter literario del texto. Charu observa la escena.

Sus palabras no dejan escapar nada de sus sentimientos, pero en las miradas, en los gestos, y en el comportamiento de Charu y Amal, vemos que hay algo más de lo que la sociedad dicta que debe haber entre una mujer y el hermano de su marido. Sin embargo, Bhupati, totalmente absorbido por su periódico, permanece ajeno a todo lo demás. 

La película presenta preguntas muy interesantes sobre los sentimientos, la sociedad, y la felicidad. De momento me he centrado en los tres personajes del triángulo amoroso de la película, pero hay dos más que como contraste, añaden mucho significado a la película.

Estos otros dos personajes son el hermano de Charu y su mujer, que Bhupati había invitado para paliar la soledad de su esposa. Ellos también están preocupados por su felicidad; pero su felicidad requiere un apoyo económico que no tienen. El hermano de Charu es un abogado sin vocación y sin éxito alguno, una persona egoísta y manipuladora. Bhupati, que tiene buen corazón, piensa que lo que le pasa es que necesita aprender a llevar responsabilidades, y se las da: le hace responsable de las cuentas del periódico. Craso error, porque su cuñado solo tiene interés en el dinero para él mismo, no para ninguna causa política. Así que un buen día, mientras los demás celebran la victoria de los liberales en Inglaterra - que creen que será un cambio para bien en India - y la publicación de un texto de Charu en una famosísima revista literaria, el cuñado y su mujer, que ha sido su cómplice todo el tiempo, huyen con todo el dinero del periódico, dejando además a Bhupati inmerso en deudas. 

El hermano de Charu y su mujer, que actuan de mala fe y de forma egoísta, forman el equilibrio perfecto con Bhupati, Amal y Charu. Mientras estos tres son buenas personas, los otros dos son sin alguna duda, mala gente. Y sin embargo, a pesar de ser tres buenas personas, los tres están haciendo algo que, a ojos de la sociedad, está mal: Bhupati desatiende a su mujer, Charu encuentra compañía en Amal, lo que la lleva a desarrollar sentimientos románticos, y Amal se siente atraído por la mujer de su hermano.

(a partir de aquí, hay spoilers. ¡Cuidado!)


¿Con esa sonrisilla que tiene Amal, qué Charulata se puede resistir?




Ante la traición de su cuñado, Bhupati se siente desolado, y se desahoga con Amal. Este escucha a su hermano mayor, pero apenas puede responder, porque a su vez se siente atravesado por la culpa. Aunque en la película no se muestra que haya pasado algo real entre él y Charu, podemos percibir el deseo mutuo en muchas escenas. De ahí, la culpa que siente Amal: ¿acaso sus sentimientos no son otra traición a su hermano?, se pregunta. Él mismo se contesta que sí, que son una traición (sin decir nada en la pantalla), y se va de la casa sin avisar, dejando una carta. Charu y Bhupati intentan recuperarse del shock del robo y de la desparación de Amal en la playa, en unas cortas vacaciones. Pero al regresar, hay otra carta de Amal esperándoles, y Charu llora desconsoladamente por su ausencia. Bhupati, desde el marco de la puerta, es testigo de esta escena, y se va, de nuevo, en estado de shock. De pronto, en apenas unos días, toda su vida está patas arriba. Como es un buen hombre, es incapaz de pensar mal de la gente, pero ahora las dudas le asaltan, y no sabe si son fundamentadas o no. Para aclarar su mente, se da una vuelta en coche por Calcuta. Cuando por fin vuelve, por la noche, Charulata, consciente de que su matrimonio pende de un hilo, le abre la puerta y le ofrece su mano. Bhupati empieza a levantar la suya, vacilante. ¿Habrá reconciliación entre los dos? ¿Es posible una reconciliación después de una situación así?

Satyajit Ray nos lo pregunta, y espera nuestra respuesta. Mientras respondemos, congela la imagen y se aleja de la pareja, como invitándonos a analizar el problema de una manera más objetiva que si nos acercáramos a la pareja.

Cada espectador que responda y cree el final de la película.

domingo, septiembre 16, 2012

Rock rock rock

Menudo país este, en el que en la calle escuchamos canciones de Rabindranath Tagore, lentas y de corte clásico, mientras que en otros rincones de la ciudad grupos musicales crean rock del de verdad. Y en las películas, copian hasta las canciones de Bollywood con originalidad cero.

Menos mal que están estos grupos de rock, que saben lo que la gente joven quiere: gritar y saltar. Ayer mismo fui a un concierto organizado por el American Center de Calcuta, en el que tocaban un grupo metalero bengalí, Lakkhichhara, que tocó sus canciones y versiones de Deep Purple y Nirvana, entre otros; un grupo de Pakistan (Raeth, que tocó canciones de Bollywood e hizo bailar a todo el mundo); un cantante indio, Jagan; y un grupo de Bangladesh, LRB. Fue una descarga de energía, pero habría sido mejor si no hubiera habido sillas ni zonas delimitadas, si hubiéramos podido estar todos saltando en frente del escenario.

Hasta ahora en el blog os he presentado a cantantes y grupos de Bangladesh, pero por fin os presento a uno de Bengala Occidental: FOSSILS.

Pero no son unos fósiles atados al pasado, no. Sus ritmos son de rock clásico, sí, pero no se quedan solo en eso. Algunas canciones me tienen un toque al rock japonés, no sé. Cuando encuentre a quién me recuerdan, lo compartiré aquí.

De momento, una muestra gracias a Grooveshark:


EKLA GHAR.mp3 by Artist on Grooveshark

Millenium by FOSSILS on Grooveshark

Bishakta MAnush by FOSSILS on Grooveshark

Dekho Manashi by FOSSILS on Grooveshark

Hasnuhana by FOSSILS on Grooveshark

 Ala, ¡a gritar y a saltar!

(Y cuando pueda traducir completamente todas las canciones, también lo pondré. De momento entiendo frases sueltas, pero me pierdo en el sentido general de la canción...)

Por cierto, mi favorita, la última :)

jueves, septiembre 13, 2012

The fulfillment of life

Ayer, al terminar la clase de Certificado, como siempre, los alumnos me rodearon con preguntas. Uno de mis alumnos es un hombre mayor que vive muy lejos (a dos horas en tren, si no se retrasa), y que apenas viene a clase. Es un hombre mayor acostumbrado a otro tipo de vida y ciertamente, a otro tipo de clases, así que como está muy perdido, me pidió ejercicios extra. Le hice unas fotocopias de un libro muy gramatical, para que practicara. Mientras le indicaba que ejercicios tenía que hacer y cuáles no, él hablaba con otro de mis alumnos, un chaval joven muy interesado en aprender español. Y su conversación, que no pude evitar oír, fue de lo más interesante.

El hombre mayor empezó a preguntarle por unas fotocopias y por la clase, y luego siguió con preguntas más personales: ¿cómo te llamas? ¿qué estudias?, etc. El chico contestó que había estudiado Derecho. ¿Y ahora qué haces?, le siguió preguntando el hombre.

Chico: Aprendo español
Hombre: ¿Y no trabajas?
Chico: No hay trabajo. Voy a seguir estudiando.
Hombre: ¿Qué vas a estudiar?
Chico: Busco un máster en Derecho
Hombre: ¿Buscas? ¿Por qué? ¿Es que no hay ninguno en Calcuta?
Chico: No hay ninguno bueno, no
Hombre: ¿Cómo puede ser eso? 
Chico: No...Hay algunos en  (no sé dónde, pero un lugar lejos debía de ser)
Hombre: ¿Cómo puede ser? ¿Tan lejos?
Chico: Sí...
Hombre: Pero aquí tiene que haber un máster
Chico: sí, pero no son buenos...
Hombre: Pero de algo podrás trabajar, aunque sea un trabajo más normal
Chico: Bueno... (a estas alturas de la conversación, el chico no sabía donde meterse, claramente)
Hombre: ¿Y tu padre en qué trabaja?
Chico: En no se qué
Hombre: Ah, pero puedes trabajar allí también, ¿no?
Chico: Bueno...es que no me interesa...
Hombre: Pero es un trabajo, ¿no?
Chico: Ya...
Hombre: ¿Y por qué aprendes español? ¿Qué tiene qué ver con el Derecho?
Chico: Nada. Estudio porque me gusta...
Hombre: ¡Oh!

Esto es lo que yo llamo un clash de generaciones. Aunque quizá ahora os preguntaréis por qué estudia español el hombre mayor. Pues alucinad, lectores, porque un día me confensó, todo orgulloso, mostrándome en el fondo de pantalla de su móvil una foto del Che Guevara, que él estudia español "por este hombre admirable". Para razones, colores.

Quitando lo de los motivos para estudiar español, lo curioso es la diferente actitud que el hombre mayor (que por cierto es médico, y aún cuando uno pensaría que un hombre de su edad y con sus estudios debe ser una persona madura y responsable, se comporta como un niño en clase) tiene acerca del trabajo, comparado con el alumno más joven. El médico piensa que simplemente un trabajo, cualquiera, es necesario, un trabajo que ocupe tu tiempo y que te dé dinero para comer, y ya está. Da igual que a uno no le guste o no tenga interés en lo que el trabajo consiste. Mientras, el joven, es ambicioso y desea un trabajo específico, el mejor al que pueda aspirar, un trabajo en el que pueda pasar sus horas disfrutando - un poco al menos - de lo que hace, y ganando pasta.

A uno de mis amigos le encanta este tema: la poca ambición de la generación "antigua", de los "típicos bengalíes" que solo quieren ser funcionarios, que se contentan con llevar una vida simple, y según él, aburrida. Mientras, los jóvenes aspiran a ganar miles de lakhs (1 lakh = 10.000 rupias) haciendo algún trabajo que les lleve a las más altas esferas, que les permita dejar de viajar en tren (que cuesta nada) y sólo usar el avión (que cuesta como en España). Pero también aspiran a hacer algo que les guste (más o menos).

Al principio, cuando escuché la conversación, pensé en mi amigo y me reía del hombre mayor. Pero de vuelta a casa, pensaba que en realidad, el hombre mayor tiene razón. ¿Qué más dá ganar miles de miles de rupias o viajar siempre en avión? ¿Es eso importante en la vida? ¿Te hace sentir realizado? ¿Es eso mejor que un trabajo simple, aunque sea aburrido, en una oficina sucia donde todos los días son iguales, pero de donde sales pronto a casa y donde puedes charlar con tus amigos, mientras ganas el dinero suficiente para vivir, aunque uno tenga que seguir viajando en tren?

Y pensé todo esto porque justo antes de clase, había estado charlando y bebiendo té con mi amigo Kashinath, un hombre ya mayor también, estudiante de francés, que en su juventud estudió Filología Inglesa. Cuando nos enteramos de esta mutua coincidencia, empezamos nuestra amistad: tres veces por semana, charlamos de poesía y literatura media hora antes de clase, tomando té. Ayer, justo cinco minutos antes de tener que irnos a clase, me pregunta, así como de la nada:
- Leyre, what gives the fulfillment of life? - (¿qué hace que uno se sienta realizado con su vida?)
- Kashinath, what an easy question! Hahaha - obviamente, un comentario irónico.
- I don't know. It just came to me. 

Quedamos en resolverla a lo largo de las próximas semanas o meses. Pero tras la conversación entre mis dos alumnos de dos generaciones diferentes, por mucho que cada persona vaya a tener, sin duda, una respuesta diferente a esta pregunta, el trabajo no es la respuesta. El trabajo es un medio para vivir, no la vida un medio para trabajar, así que no puede dar el "fulfillment" de la vida.

Pero lo curioso es que mientras el hombre mayor, el médico con actitud infantil, sabe esto muy bien, el joven (aunque aprende español por amor al arte, y no por los lakhs de dinero que va a conseguir después), sí que piensa que el trabajo es una pieza fundamental de esa realización vital. Espero que no piense que es la única.

domingo, septiembre 09, 2012

Happy Teachers' Day II


Repartiendo la tarta entre mis alumnos. ("Ami to peye geche", signfica "Yo ya he conseguido uno")


Comiendo tarta


Abriendo la lámpara de regalo


Sacando fotos de una de las actuaciones


Mi clase :)


viernes, septiembre 07, 2012

Happy Teachers' Day

El día 5 de septiembre es el día del profesor en India. Al parecer, había un hombre muy culto que fue profesor en la Universidad de Calcuta, en Oxford, y fue el segundo presidente de India,  Sarvepalli Radhakrishna. Un día uno de sus alumnos le pidió permiso para celebrar su cumpleaños y regalarle algo, pero él contestó que lo que le gustaría sería que en lugar de celebrar su cumpleaños, todos los profesores tuvieran un día especial ese día. Ese día era el 5 de septiembre.

Y así tenemos hoy en día el Día del Profesor. El año pasado no fue nada especial, algunos alumnos por separado me dieron una tarjeta de felicitación, o chocolate. Pero este año, este año, ha sido totalmente inesperado y conmovedor. Aunque también sospecho que no tenían mucho interés en tener clase....pero  se lo perdono.

Primero, unos días antes, un alumno me preguntó si el día del profesor iba a haber clase. Yo le dije que sí, que por supuesto, pero que algo divertido. Me dijo que es que estaban preparándome una sorpresa y esperaban que viniera a clase. ¿Una sorpresa? ¿Qué sería?

Por fin este miércoles, cuando fui a clase un poco antes de la hora, había unos alumnos pintando algo en la pizarra. En cuanto me vieron se pusieron a gritar y me no me dejaron entrar en clase. Bajé de nuevo, para encontrarme con un amigo y estudiante de francés y ruso amante de la literatura inglesa, con el que suelo charlar antes de las clases tomando té. Me tomé mi tiempo, porque deduje que mis alumnos necesitaban tiempo para preparar todo. Así, cuando subía por las escaleras, unos cinco chicos que no conozco de nada se acercaron, me felicitaron el día del profesor, y me regalaron una rosa y un bolígrafo. 

Cuando llego a la clase, no me dejan entrar tampoco. Sigo charlando con mi amigo, Kashinath, que me cuenta que a él le invitaron a participar en la sorpresa pero que como tiene clase de ruso, pues no puede asistir. ¿Qué será?...

Al fin una alumna me llama al móvil para que entre en clase. Entro, llamando a la puerta para avisar. Todas las luces están apagadas, pero la mesa del profesor está lena de velas y de una tarta. "¡Feliz día del profesor!" me gritan, y me dicen (en inglés) que apague las velas. Uno de mis alumnos, que es fotógrafo amateur, está listo con su Nikon DSLR sacándome fotos mientras apago las velas y veo que en el pastel está escrito "Happy teachers' day". 


Y no sólo en el pastel. Detrás de mí, el doble encerado de mi clase está lleno de dibujos de colores y en grande, dice: "FELIZ DÍA DEL PROFESOR", y "Lots of love". Les dije que la próxima vez, todo en español, pero en broma, y se rieron, porque siempre les digo "Inglés no, el inglés fuera. Sólo español".


Mientras partía la tarta me sacaron fotos, y luego una de mis alumnas cogió un trozo para metérmelo en la boca (esto se hace en las celebraciones, por ejemplo en las bodas, los novios se dan de comer unos a otros), y me puso perdida de chocolate. Encima vino otra chica a esparcirme el chocolate por toda la cara...Total que salí, aunque ya me habían hecho unas cuantas fotos, para lavarme después de comer mi trozo de tarta. Volví para repartir el resto entre los alumnos, que se ponían en cola para que yo les diera su trozo. Además junto a la tarta, había una tarjeta de felicitación que uno de mis alumnos, un genio de las manualidades, escribió con una caligrafía preciosa.

Por fin me hicieron sentarme para presenciar el programa cultural que me habían preparado: canciones y una obra de teatro. Todo en bengalí, menos la obra de teatro que estaba en bengalí, hindi e inglés. Una de las mejores alumnas de la clase traía unos post-it escritos en español en los que me presentaba los espectáculos. Pero mejor que explicarlos, es poner el video.


Trío de mesa con guitarra


Tagore estilo rock. Una pena que la chica no cantara un pelín más alto


Otra canción bengalí, esta vez de un grupo de rock, sobre la ciudad de Calcuta


Mis alumnos en medio de la obra de teatro, en bengalí, hindi e inglés. El del medio es el autor, que se basó en una obra de Pirandello llamada "La Guerra", para escribir esta. Trata sobre el dolor de los padres cuyos hijos mueren en el frente en el servicio militar.

Y por último, cuando por desgracia la batería de mi cámara me había dejado tirada (en el peor momento), mis alumnos sacan un portátil, se ponen todos detrás de él, y empiezan a cantarme la única canción en español que nos hemos parado a ver en clase (hemos escuchado otras cosas, pero solo por la música, por cultura, no como actividad de clase): "Eres tú", de Mocedades. Vale, la mitad de ellos no estaba cantando, pero el intento ya valía la pena.

¡Ay, menudo día! Al final no hubo nada de clase, pero después de este miércoles, tengo más ganas de enseñarles...

jueves, septiembre 06, 2012

En busca de un sari

No suelo vestir sari, pero hace dos días tuve la oportunidad perfecta para ponerme uno. Charline quería comprarse un sari, y como no sabe nada de saris, necesitaba mi ayuda. Yo, encantada: adoro los saris, sus telas, sus diseños, y tenía ganas de comprarme uno yo también. 

Así que el martes por la mañana fuimos al mercado de Gariahat, que está a 10 minutos de nuestra Guest House. Allí, en Rash Behari Avenue, hay miles de tiendas y puestos callejeros de saris de todos los estilos y materiales imaginables, e inimaginables también.

Y para poder regatear bien y que no nos tomen por ignorantes extranjeras (aunque casi lo somos), repasé mis números en bengalí y me vestí de sari. Pensé que si me veían con uno se sentirían menos inclinados a timarme.

Nos recorrimos toda la avenida. Buscamos un sari colorido: Charline quería algún diseño muy tradicional, pero no tenía muy claro el color o la tela. Aquí en West Bengal lo normal es un diseño de sari liso con un borde muy grueso y de color, y normalmente la tela es algodón. Pero es un algodón tieso muy incómodo de vestir, que necesita varios lavados y salidas con el sari para que quede bien. Es mejor comprar otra tela, un algodón suave (malai, como crema, jajaja), o una tela como chiffon o algo sintético. Pero los diseños en estas telas son más modernos y no eran del gusto de Charline. Primero entramos en una tienda que tenía descuento pero aún con los descuentos era carísimo: decidimos que era más inteligente comprar en la calle. 

Mirando las tiendas, yo encontré un sari sencillo que me encantó. No sé si me lo pondré, pero la tela vale la pena: ¿6 metros de algodón por 250 rupias? ¡Trae pa'acá!


Yo regateando un sari

Fue fácil porque éramos los primeros clientes del día, y prometimos volver al mismo puesto un día. 

Por fin encontramos un sari de seda azul con un diseño de animales estilo tradicional, aunque no bengalí. Yo quería que Charline comprara otro sari con azul distinto, más pálido y con el borde azul oscuro, pero al final se llevó uno azul brillante con dorados. Después de pelear un poco con el vendedor, conseguimos rebajar doscientas rupias y llevárnoslo por 500. El vendedor quería que compráramos algo más, pero no puedo comprarme doscientos saris en un día...


No entramos en la "Indian Silk House", pero nos hicimos una foto con los elefantitos de fuera

Ahora solo queda que se compre una blusa a juego con el sari y que aprenda a ponérselo :)


martes, septiembre 04, 2012

Estampas de Calcuta: variedades

Esta ciudad que ahoga y maravilla es a veces demasiado intensa. No es posible recordar las miles de impresiones que sacuden cada día.

El domingo me pasé el día sola terminando un curso para examinar DELE y por fin por la tarde salí por no quedarme en casa. Yo vivo entre dos calles que son una sinécdoque de India: la calle de los ricos, con sus cafeterías, restaurantes, heladerías y bloques de apartamentos estilo occidental, y la calle de los pobres, de la gente durmiendo en la calle, ruidosa y sucia, llena de pequeños negocios, restaurantes mugrientos y puestos de comida callejera.

En esta última calle, Hazra Road, he visto como los domingos grupos de hombres sentados sobre un plástico en el suelo ocupan todas las aceras para jugar a las cartas. Veo degollar pollos y cabras despellejadas colgando de unas tiendas sin puertas ni ventanas, mientras otras cabras están sentadas enfrente de la tienda esperando su turno. Veo a gente durmiendo en las posturas más inverosímiles, dentro de restaurantes vacíos, tumbados sobre los bancos y con alguna pierna mal apoyada sobre la mesa. Mientras paseaba este domingo, de repente escuché una música. Venía de una especie de garaje, que en realidad es una empresa de madera. Me asomé a la puerta y allí en el suelo, cuatro hombres mayores tocando la tabla (un tambor indio), una especie de acordeón y un sitar, tocaban música devocional. Quizá estaban ensayando para alguna puja, no sé. Me quedé mirando y escuchando, y ellos me miraron a mí pero no me dijeron nada. Siguieron así un buen rato, hasta que terminó la canción, y pararon de tocar.

El metro es como siempre uno de los lugares más interesantes. El último día conseguí sentarme en la zona de las mujeres de cada vagón (el centro de cada vagón de metro está reservado para las mujeres). Frente a mí había unas cinco mujeres, que parecían una colección de muñecas tristes, con la cabeza ladeada todas hacia el mismo lado, y con la mirada perdida. Jóvenes y viejas, bengalíes y no bengalíes, todas eran iguales en aquel momento. Así viajaron los 20 minutos que hay desde la universidad hasta mi estación. ¿En qué piensan? Están cansadas, pero ¿de qué exactamente? 

Una de mis comidas favoritas en Calcuta (quizá debería decir, mi comida favorita) es el muri.

Es arroz inflado con garbanzos secos, cacahuetes, tomate, pepino, cebolla, a veces patata, una especie de fideos de patata fritos, masalas y guindilla. Me encanta. Tiene un sabor agudo, entre salado, ácido y picante. Pero odio los cacahuetes. Así que siempre pido sin cacahuetes. Hay dos puestos de muri donde en mi opinión, hacen el mejor muri que he probado hasta ahora. Uno está al lado de mi universidad, donde el muri es crujiente. El otro está cerca de mi casa, donde le ponen muchas verduras y el muri no está crujiente, pero el sabor es mucho más intenso. Los dos hombres que lo preparan ya me conocen, e inmediatamente saben que no tienen que ponerme cacahuetes. Cuando no tengo cambio yo o no tienen cambio ellos (cuesta solo 5 rupias, pero no siempre tengo monedas sueltas), nos quedamos a deber para el próximo día, y tan contentos. El que está cerca de mi casa siempre me lo da a probar para que dé mi visto bueno al sabor antes de llevármelo, y se empeña en hablarme en hindi. Pero cada vez que me ve, me grita "didi!! bolun!!!". "Didi" significa literalmente "hermana", pero es la manera de dirigirse a las mujeres jóvenes desconocidas. "Bolun" significa "dígame". Es la manera de interpelar a los clientes para que se acerquen a comrar, en todas las tiendas. Y este hombre, lo consigue casi siempre. 

Pero los domingos, tristemente, cierra su puesto. Y yo, que le soy fiel, los domingos no como muri...

domingo, septiembre 02, 2012

Satyajit Ray & Soumitra Chatterjee: Aranyer din ratri

Cuatro amigos que huyen de la ciudad y de sus reglas para pasar unos días con sus noches en el bosque (aranyer - en el bosque; din ratri - días y noches), en Bihar. Un sencillo argumento que sin embargo, Satyajit Ray emplea para desvelar la mentalidad de una generación.

Asim (Soumitra Chatterjee), un joven bengalí con un buen trabajo y al que le gusta coquetear con las chicas en las fiestas, es el que convence a sus tres amigos de salir de pronto de Calcuta. Está resentido contra su trabajo y las normas sociales y por eso hace todo sin planear, se salta las reglas de la casa rural que ocupa, e intenta vivir a su manera por cuatro días. Sanjoy es el típico chico bueno de la clase media bengalí, que solo trabaja para su familia y obedece todas sus órdenes, cuando en realidad a él también le gustaría romper las reglas, y es un ávido lector de revolucionarios y filósofos comunistas (Karl Marx, Mao), lo cual es algo muy bengalí, pues no en vano Bengala Occidental ha tenido durante 35 años un gobierno comunista. Hari es un jugador de cricket, guapo y atlético pero sin estudios, al que su novia acaba de abandonar, e intenta superar su frustración. Shekhar es un tipo gracioso, bajito y feúcho, que no acabó la escuela pero intenta disimularlo forzando una pronunciación del inglés que él cree "perfecta", y actúa como algo que no es por su complejo de inferioridad. Tiene dos debilidades: las mujeres bonitas y el juego.

Estos cuatro amigos van dispuestos a pasar un fin de semana salvaje en el bosque de Bihar, bebiendo licor local barato y sin afeitarse ni nada. Como llegan sin haber planeado nada, tiene que sobornar al vigilante y cuidador de una pequeña casa rural para poder instalarse allí, y "contratan" a un chico del pueblo para que les haga los recados. Mientras, ellos pasean por el bosque, beben licor malo y desahogan sus frustraciones.


Sanjoy y Asim ahogando sus penas

Sin embargo, su plan de fin de semana solo de hombres se rompe cuando Shekhar ve a dos chicas jugando al bádminton en el jardín de una casa del pueblo: son Mini y Jaya, su cuñada. Jaya es una mujer vivaracha y maternal, una fachada de alegría bajo la que intenta esconder su frustración y dolor ante el suicido de su marido hace tres años, desde cuando se ha quedado sola. Mini es una joven que va de misteriosa por la vida, que parece distante y un poco orgullosa. Están en el pueblo pasando una temporada, con el padre de Mini y suegro de Jaya, y el hijo de ésta, un chico travieso apodado Tublu Babu (me encanta el sonido de este nombre). El viejo padre, un hombre cultivado y fan de Tagore, las dos mujeres, y los cuatro jóvenes, enseguida se llevan bien y se hacen amigos.


Pero la presencia de las mujeres coarta la libertad que los cuatro jóvenes esperaban encontrar en el bosque. A Asim no parece importarle, dado que ha encontrado en Mini a una chica que realmente le interesa; Sanjoy se pasa el tiempo con la viuda Jaya, que actúa como su madre o su tía mayor; Shekhar intenta impresionar a las dos mujeres fingiendo ser un caballero; y Hari se pasa los días ignorando al grupo, puesto que se ha "enamorado" de una chica de la tribu de Santhal que vive en el pueblo.


Esta chica Santhal, Duli, es un personaje de armas tomar. Primero la vemos de reojo: Shekhar la ha descubierto en la tienda de licor local, bebiendo como loca una botella entera ella solita. Hari no puede dejar de mirarla, y ella se da cuenta y se acerca a los "ricos bengalíes" para pedir más alcohol. ¿A cuántas mujeres se ve bebiendo alcohol en películas indias? En la actualidad, solo a las "malas mujeres". Además, no es una mujer de clase alta que bebe un cocktail en una discoteca de Londres, como en las películas de Bollywood, sino que es una mujer de la clase más baja posible, emborrachándose literalmente en una cutre tienda con el licor más barato que hay. De todas las películas de Satyajit Ray que he visto hasta ahora, esta es la única en la que una mujer bebe alcohol. Pero no solo eso: es una mujer que tiene muy claro lo que quiere, que es un chico bengalí que se la lleve a Calcuta. Y ella es la que interpela a los cuatro chicos, la que coquetea con ellos, sabiendo muy bien el poder que tiene. Hari cae rendido ante ella, por supuesto, y cuando Shekhar la contrata para limpiar sus habitaciones en la casa rural, se enfada porque su "amor" ha sido degradado. Pero lo mejor de esa escena, de la limpieza, no es el enfado de Hari ni la sensualidad de Duli, sino como el cuidador de la casa rural sale corriendo detrás de la chica para echarla, porque "es una mala mujer"....


Frente a esta "mala mujer" están Mini y Jaya, dos bengalíes de una buena familia. Mientras que Jaya hace un papel estupendo, de una viuda joven que intenta superar su soledad con una alegría chispeante, Mini tiene un papel un poco más simple y aburrido. Jaya se muestra desde el principio como la nuera, madre y esposa perfecta, la anfitriona perfecta, y su sonrisa hechiza a la pantalla. Pero cuando descubrimos que en realidad es una viuda, y que su marido se suicidó por razones desconocidas, este personaje da un giro. ¿Cómo puede ser tan alegre con un pasado tan triste? Poco a poco nos damos cuenta de que es una fachada tras la que intenta mantener unida a la familia. En realidad, esta mujer, que no es tan mayor, sigue siendo una mujer y se siente atraída por el buen chico Sanjoy, que sin embargo, a pesar de sus deseos de romper con las reglas, tiene miedo y no se atreve a dar el paso que Jaya le insinúa (muy directamente) que dé.

Mini, por su parte, se dedica a intentar hechizar a Asim y a la cámara con su lápiz de ojos. Esta chica que parece complicada (por una serie de traumas familiares), vive en su mundo particular, lleno de literatura inglesa y de música como Los Beatles o Andrés Segovia (uau!). Entiende muy bien la psicología masculina y Asim no tiene nada que hacer frente a ella.


En general, las tres chicas de esta película demuestran una personalidad mucho más fuerte que los chicos, que se dejan llevar por el camino que ellas marcan aunque en principio no quieran. Creo que es la película india en que las mujeres tienen más protagonismo (con excepción de Charulata) y en la que más alcohol se bebe.

Y además, es una de las más entretenidas. Muy recomendable.

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