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lunes, mayo 05, 2014

Desapariciones y fantasmas: Márquez en Calcuta

No soy yo la única que ha desaparecido estos meses. Alguien mucho más importante que yo se ha ido: Gabriel García Márquez. Nunca fui una fan, nunca entendí - por herejía que parezca decirlo ahora - por qué le dieron el Nobel a él y no a otros, sólo he sido capaz de terminar una de sus novelas. Pero lo cierto es que su muerte ha sacudido las entrañas de Calcuta. ¡Un novelista muerto hace temblar la ciudad de los poetas! Si habéis seguido las noticias, muchos - demasiados - poetas se han muerto este 2014, pero ninguno de ellos ha causado la conmoción que ha causado la desaparición de Márquez.

Volveré al blog, pero el mes que viene. De momento, os dejo con Márquez en un regreso momentáneo y extranjero:


Robbar, el suplemento dominical del periódico bengalí Pratidin, ha sacado un especial sobre García Márquez este domingo 4 de mayo




Y este es el artículo que escribí para la revista tras recibir una llamada pidiendo mi colaboración. El original, escrito en inglés, saldrá en otra revista en los próximos meses. Y aunque por las fotos parezca lo contrario, no escribí sobre Márquez, porque yo no habría sido capaz de semejante tarea, sino que me limité a la única novela suya que he devorado más de una vez, y más de dos: Crónica de una muerte anunciada.

Hasta pronto,

miércoles, octubre 16, 2013

Tagore. Rabindranath Tagore

Ha llegado el momento, tras mucho mucho tiempo, de hablar un poco más en profundidad de Tagore en este blog. Últimamente no sólo he estado descubriendo, más tarde que temprano, sus canciones, tan famosas en Bengala Occidental -tanto, que cualquiera, CUALQUIERA, se pone a cantarlas en medio del silencio o de una conversación, cuando encuentran una conexión interna-, sino que además me he estado leyendo varios de sus relatos cortos, he visto ya suficientes películas basadas en sus historias, y me he terminado una de las novelas, además de haber visto dos obras de teatro suyas, entre otras, Tasher Desh, de la que he hablado más que suficiente. 

Me fascina ver que en muchos de los relatos que he leído, en las películas basadas en ellos, en la novela que he leído (Ghare Baire, El hogar y el mundo), la mujer tiene un papel sino protagonista directamente, sin duda fundamental, una de las piezas esenciales. Y que lo escribiera un hombre a caballo entre el siglo XIX y el XX, es más que notable. Aunque en Tasher Desh las mujeres, que inician la revolución, necesitan de un empujoncito masculino, en Chitrangada la mujer transformada en hombre transformada en mujer es la (¿el?) figura principal, y en El Rey y la Reina, pues la Reina (y su hija) están ahí. Eso en cuanto a las obras de teatro que conozco, que tampoco son tantas. En cuanto a las historias, pues una de las que he leído, llamada Visión, fue muy impactante. La protagonista y narradora es una mujer casada que se queda ciega y tiene que sufrir ser una carga para su marido. Su mundo interior está muy bien descrito, de una manera sensible sin caer en el melodrama, tratando sutilmente no sólo la psicología de la mujer, sino de su marido, y en general, de toda la sociedad india. En este relato, la esposa, Kumo, empieza a ver cómo su visión se reduce y debilita después de un aborto que tuvo. Ya el hecho de que abortara a su primer hijo debió de ponerla en una posición difícil en la sociedad de la época - y quizá, aún en la de ahora - y que aún encima se convirtiera en una minúsválida, ciega, que en lugar de ser el apoyo y refugio de su marido fuera todo lo contrario, era sin duda una situación complicada de sobrellevar. Para empeorar las cosas, su marido era un estudiante de Medicina, que por ser estudiante cree que puede curar a su esposa y no la deja ir al médico a pesar de las protestas de su cuñado, el hermano de ella, y cuando finalmente ve, demasiado tarde, que su orgullo y tozudez han provocado que su mujer quedara ciega de por vida, accede a que ella vea un médico (mi traducción): 

"Pero después de un tiempo, la agonía se hizo insoportable. My visión se extinguía, y tenía continuos dolores de cabeza cada noche. Yo podía ver cuánto se alarmaba mi marido. Entendí por su manera de actuar que estaba buscando una excusa para llamar a un médico. Así que yo misma sugerí que podría llamar a uno. 
Él se sintió muy aliviado, pude notarlo. Ese mismísimo día hizo llamar a un médico británico. No sé de qué hablaron exactamente, pero pude notar como el caballero hablaba muy muy cortante y enfadado con mi marido.
Él permaneció silencioso durante un tiempo después de que el médico se marchara. Le tomé de las manos y le dije: ' ¡Pero qué bruto era! ¿Por qué no has llamado a un médico indio? Habría sido muchísimo mejor. ¿Cómo puedes creer que ese hombre sabe más que tú sobre mis ojos?'
Mi marido se mantuvo en silencio por unos segundos, y entonces dijo con voz entrecortada: 'Kumo, tus ojos necesitan una operación'
Yo fingí estar muy enfadada porque él me hubiera estado ocultando esa situación durante tanto tiempo.
'¡Has estado al tanto de eso todo el tiempo y no me has dicho nada al respecto!', le dije, ' ¿Crees que soy un bebé para tener miedo de una operación?' "

Eso. !!!!!!!!!! . Y sigue.

El hogar y el mundo me ha dado mucho que pensar. Esta novela, escrita a modo collage entre los diarios de los tres protagonistas, de modo que da una visión polifónica de los mismos sucesos, no sólo me ha sorprendido por la profundidad y la actualidad, a pesar de haber sido escrita hace casi 100 años, en 1916, sino porque básicamente habla de la desigualdad de género. En esta novela, la protagonista indiscutible es Bimala, una chica de familia tradicional y aldeana de Bengala, casada con un chico de clase más alta, terrateniente y estudiante de Economía y Política. Su marido, Nikhilesh, se convierte en un hombre de fuertes principios morales, un idealista, que intenta crear un mundo mejor lejos de las pequeñas miserias humanas. No sólo enseña a Bimala lo que va aprendiendo en la universidad, sino que intenta "liberarla", es decir, que salga al mundo exterior que las mujeres en la época tienen prohibido, pues una vez casadas deben permanecer siempre dentro de los departamentos interiores de la casa - la purdah, o "cortina" - sin acercarse ni ser vistas por nadie que no sea de la familia o del servicio. Nikilesh desafía todo esto llevando a su mujer a una habitación intermedia, entre los departamentos interiores para las mujeres de la familia y los exteriores, para los invitados y para los hombres, y presentándole a un activista amigo suyo que lucha contra los británicos en un movimiento nacionalista, los swadeshi. Este activista, Sandeep, es un personaje visceral que no intenta esconder bajo ningún disfraz su carácter egoísta y ambicioso, más allá del ligero barniz idealista que le da el hecho de luchar contra los ingleses. Bimala y Sandeep se enamoran, algo que Nikilesh no fue capaz de prever ni imaginar: 

"Cada esquina está inundada por los torrentes del monzón; el brillo de los brotes de arroz es como el del cuerpo de un bebé. El agua había llegado hasta los jardines de nuestra casa. El sol de la mañana se ha vertido sobre la tierra sin obstáculos, equiparándose a la pasión del cielo azul. 
¡Ojalá hubiera música en mi voz! El agua en los arroyos centellea, las hojas de los árboles deslumbran, los arrozales tiemblan y destellan - en la mañana la música ha llegado a este día de julio, ¡y yo soy el único mudo! Las melodías están encerradas dentro de mí; todo el brillo de este mundo que me alcanza acaba cautivo dentro y no puede salir. Cuando veo este deslucido, sombrío yo, puedo entender que me falta algo. Nadie podría soportar mi compañía día y noche. 
Bimal está tan llena de vida. Es por esto que, en todos estos nueve años, ella nunca me ha parecido aburrida. Pero si hay algo dentro de mí, es una muda profundidad y no unas olas susurrantes. Sólo puedo recibir, pero no puedo agitar. Mi compañía es como la inanición; cuando veo a Bimal hoy puedo entender a qué hambruna ha sobrevivido ella todos estos años. ¿A quién se puede culpar? 
Dios mío. 
Las inundaciones del monzón, julio y agosto
¡mi templo está vacío! 
Mi templo está construido para estar vacío; sus puertas están cerradas. He fracasado en entender todos estos años que el ídolo de mi dios estaba esperando afuera. Pensé que él había aceptado los rezos y que me había otorgado favores - pero, mi templo está vacío, mi templo está vacío.
(...)
Toda pena, todos los errores vienen de huir de la Verdad. Si no lleno mi vida con la Verdad, ¿cómo pasarán mis días y mis noches? No puedo soportarlo más; Verdad, llena mi templo ya."
El despertar a la Verdad, que Nikilesh tanto anhela, no es exactamente la Verdad a la que esperaba despertar. 

Bimala dice cosas como: 
"Esta tumultuosa emoción que estaba estallando en las orillas del país, llegó a mi vida con una melodía diferente. La fuerza de la naturaleza que era mi Destino estaba acercándose y el sonido todavía distante de sus ruedas hacía latir mi corazón más y más fuerte, más y más alto. A cada segundo, sentía que un extraño y sublime fenómeno me sobrevenía, y que yo no era del todo responsable de él. ¿Pecado? El camino había huido lejos de los espacios del pecado y de la castidad, de lo justo y legítimo, la pena y la empatía habían abierto su propio sendero. Yo nunca había deseado esto, nunca había anhelado esto; si miraras al conjunto de mi vida, no podrías reclamarme nada. Toda mi vida he rezado devotamente, y cuando por fin llegó el momento de otorgar el deseo, ¡un Dios diferente apareció ante mí! Así como el país de pronto ha despertado, alzado la cabeza y gritado !Viva la tierra nativa! (Vande Mataram), mi corazón y mi alma y cada nervio de mi cuerpo hoy han despertado para decir "viva" a algo extraño, desconocido, exótico - ¡a algo que carece de cualquier explicación! 
Este era un peculiar parecido entre la canción del corazón del país y la canción de mi propio corazón. Muchos días me levantaba de mi cama silenciosamente, e iba a la terraza. Justo un poco más allá de los muros de nuestra casa había un arrozal a medio madurar. Al norte, el agua del río centelleaba era visible a través de la gruesa cubierta de árboles de la aldea. Más allá había un bosque. Carecía de forma, como un feto deforme, dormido acunado en el vientre de la noche inmensa. Yo miraba hacia adelante y veía a mi país allí - de pie, como una niña igual que yo. Ella solía sentirse feliz en su pequeño rincón de la casa. Pero de pronto había oído la llamada de la naturaleza. No había tenido tiempo de pensar. Simplemente, había caminado a ciegas en la oscuridad. Ni siquiera había esperado a encender una pequeña lámpara. Yo sabía, en esa noche somnolienta, cómo su pecho respiraba alterado. Sabía de la melodía distante que la llamaba, cómo ella sentía que ya estaba allí, ella lo había encontrado y ahora ya podía caminar con los ojos cerrados sin tener miedo nunca más. Esta no era la mujer que recordaría que había que barrer la casa, que había que encender las luces, que había de dar de comer a los niños. Hoy ella era la amante. Este era nuestro país en los días de los Vaishanva Padabalis (N.T: unos cantos que relatan la historia de amor entre Krishna y Radha, que son la pareja epítome del amor romántico en la cultura india). Ella había abandonado su casa y olvidado todos sus deberes. Todo lo que tenía era una pasión sin fin; encendida por esa pasión, ella seguía caminando, sin cuidado, por la carretera. Yo también era una viajera que acudía a la misma cita. Yo también había perdido mi casa y mi camino. La meta y los medios se confundían con la niebla ante mí - sólo era consciente de la pasión y del viaje." 
La confusión de Bimala ante el nuevo mundo que se abre ante ella es patente en toda la novela. Sandeep en cambio, es más claro:
"Bajo esta forma, la amistad, entre palabras y gestos, hablados y sin hablar, progresó. Ella era la señora de la casa, quien normalmente es como una estrella en el cielo, inalcazable. Aquí, los senderos no estaban pisoteados. A través de este vacío sin nombre navegábamos a nuestra manera: una tensión gradual, conocimiento y conciencia, un velo de inhibición desapareciendo en un cielo sin forma y de repente descubriendo la naturaleza desnuda - ¡esta era una extraña, victoriosa aventura de la Verdad! 
¡Por supuesto que esta es la Verdad! La fuerza de la atracción entre un hombre y una mujer es una fuerza más que tangible. Desde la partícula de polvo en el suelo hasta las estrellas en el cielo, todas las cosas materiales así lo demuestran. ¡Un hombre querría mantenerlo cubierto y escondido por unas pocas palabras, convertirlo en su propiedad doméstica y hacerlo seguir una serie de normas y regulaciones! Como si fuera una obligación fabricar un reloj de pulsera para el yerno a partir de las estrellas del universo. Pero, cuando la realidad despierta ante la llamada de la materia, y cuando en apenas un instante, barre de un sólo golpe cualquier pretensión palabrera del hombre y toma el lugar que le pertenece, ni la fe ni la moralidad pueden pararlo. ¡Así vengan condenas, arrepentimientos y órdenes! Pero para poder luchar contra la tormenta, necesitas algo más que palabras. La tormenta no te responde, sólo te sacude - es la realidad. 
Por eso estoy disfrutando tantísimo esta palpable revelación de la Verdad. Tanta vergüenza, tanto miedo, ¡tantos dilemas! Pero, sin ellos, ¿cuál es el encanto de la Verdad? Este temblor en el paso, este huir cada dos por tres - es muy dulce, sin duda. Y la mentira es más para uno mismo que para los demás. Cuando la realidad se prepara para luchar contra lo artificial, el engaño es la primera arma de éste, porque los enemigos de la materia dicen que la realidad es grosera. Por eso necesita mantenerse escondida o ponerse una máscara. Así, la realidad no puede decir directamente 'Sí, soy grosera, porque soy la Verdad, soy corpórea, soy instinto, soy hambre, no tengo vergüenza ni corazón - tan desvergonzada e insensible como una roca gigante, desgajada de una montaña por culpa de las lluvias y que cae rodando sobre las cabezas de los hombres, sin que le importe si mueren o sobreviven."
(...)
¿Por qué ella no se da cuenta? Porque el hombre ha destruido con sus propias manos la capacidad de entender y de conocer la realidad por completo, ya que siempre la está disfrazando. El ser humano se avergüenza de la realidad. Por eso trabaja a escondidas, bajo montones de velos que envuelven; es por ello que nunca llegamos a saber cómo funciona de veras y cuando la realidad nos sobreviene sin previo aviso, no hay manera de negarla."

Una novela que vale la pena leer.

Y en cuanto a las canciones, de momento esta versión de una canción religiosa de Tagore (Rabindrasangeet), hecha por Arnob, un cantante de Bangladesh que ya he mencionado varias veces también, me parece maravillosa: 

A veces puedo verte, ¿por qué no puedo verte cada día?
¿Por qué las nubes vienen al cielo de mi corazón? ¿Por qué no me dejan verte?
Sólo puede verte a la luz del instante en que parpadeas
perdido siempre por el miedo, desapareces en un segundo
¿Qué podría hacer para conseguirte, dime? ¿Para guardarte en mis ojos?
¿Dónde podría conseguir tanto amor como para guardarte en mi corazón?
No deseo nada más, lo haré lo mejor que pueda,
si tu quieres, ahora mismo yo sacrificaré mis deseos terrenales.



La canción es bonita en sí, pero su versión, es que me lleva a otro mundo. ¿Y a vosotros?


jueves, septiembre 05, 2013

El día del profesor (III)

El tiempo pasa. Este es el tercer día del profesor que vivo en India. Los mensajes de felicitación, las tarjetas, las flores de los alumnos, las palabras...

Este año mis alumnos de Diploma, que son con quien tenía clase hoy jueves, y los que me prepararon todo un programa musical y artístico el año pasado, me han regalado una tarjeta monísima - en español, en comparación del año pasado, que lo hicieron en inglés - y un libro de cuentos de aventuras juveniles en bengalí, idioma del que ellos son mis profesores. Y por supuesto, pastel de chocolate para repartir entre todos, como el año pasado (aunque sin velas, esta vez). Pero el verdadero regalo, aunque suene cursi, fueron sus sonrisas, su participar en clase, sus ganas de aprender español que noto cada día en clase.




"Un saludito" :)


Kakababu Somogro: Colección completa de Kakababu, el personaje protagonista.


¡Bengalí, bengalí!

sábado, julio 20, 2013

De visitas e idiomas

El otro dia vino a verme un alumno del taller de teatro y del taller de debate, ya un amigo con el que hay un amplio tráfico de libros, Subhas. Si recordáis, para los lectores más asiduos, mis aventuras cerca de Bangladesh, en un pueblo en el que pasé una noche para dar una charla sobre España y visitar la sede-comuna(-biblioteca, hay que añadir) de un partido comunista bengalí, Subhas fue el que tuvo la idea de llevarme allí. ¿También hablé de una revista trilingüe que estaba ayudando a empezar? Pues también fue idea suya. 

Lo cierto es que a Subhas no le faltan las ideas. Aunque pensaba que venía a verme para preguntarme unas dudas que le estaban asaltando con la novela que está traduciendo del español al bengalí, en realidad vino para contarme las ideas y proyectos, de aquí a diez años, en las que esperaba contar con mi ayuda. Algunas a corto plazo (la traducción de esa novela), o a medio (más charlas en Bongaon, y pasar más tiempo allí), otras a largo (la revista) o larguísimo plazo (una escuela comunal para niños con talento donde se enseñarían lenguas, arte y matemáticas, gratis  y donde contarían con profesores extranjeros visitantes - ahí es donde entra mi participación en el asunto). Me encanta ver que tiene tanta iniciativa, ganas y estrategias para hacer cosas, y que son todas siempre para ayudar a su comunidad. Aparte de la escuelita que ya tiene. Ojalá hubiera más gente así en el mundo. O quizá ya la haya pero nadie les conoce...

Bueno, aparte de esta visita, he tenido otra visita sorpresa de un ex-alumno que planea repetir curso para compensar el mal año anterior, y terminar lo que había empezado. Estuvimos tomando un té después de clase, y con un tacita de té pasamos hablando media hora, en una de estas addas bengalíes, sobre todo tema bajo el sol: desde de las clases, pasando por algunos compañeros de clase y amigos, por la situación del Tíbet, a lo bueno que es cocinar uno mismo y limpiar sus platos, o a cómo elegir los mejores vegetales en el mercado.

Me gustan estas charlas que podrían ser interminables, y me hace gracia los idiomas como van cambiando en el medio de la conversación. De unas palabras en español, al inglés, a algo de bengalí, al inglés otra vez, bengalí por aquí y por allá, alguna palabra en español de nuevo... Parece una ensalada.

Pero especialmente, me fascina el modo en el que los propios indios hablan entre sí, mezclando lenguas, eligiendo - todavía no se cómo - una de ellas a la hora de dirigirse a alguien. Si es un extranjero lo normal es que usen el inglés, pero si son indios, a veces se hablan en inglés también, aunque la mayoría sea en hindi y en bengalí.

Eso del inglés es algo supercurioso. Me he dado cuenta de que cuando hay un grupo de pijos indios, del estado que sean, hablan en inglés. A veces mezclan sus lenguas con el inglés, vale, pero sobre todo usarán inglés. Les da... no sé, un status. Me parece que están exhibiendo su inglés como si este fuera arte moderno, para parecer guays y que nadie les entienda.

Me sorprende más todavía cuando, por ejemplo en una cafetería, se dan cuenta de que estoy ahí, a poca distancia, que puedo oírles y que soy extranjera. Como en Japón, aquí, inmediatamente, si uno es extranjero, es seguramente estadounidense (o en su defecto, francés), y me da la impresión de que de pronto, usan más inglés para que yo les escuche. Esto me pasó hace una semana en una cafetería. Estaba yo allí con mi café y mi libro tranquilamente, cuando llegaron dos chicas marwaris, que se sentaron al lado y se pusieron a hablar animadamente....en inglés. Lanzándome miraditas de vez en cuando (supongo que porque aquí nadie lee libros en cafeterías), a los cinco minutos llega otra chica que se une al grupo y empieza a hablar..en hinglish (hindi + english), mezclando a cada frase una lengua distinta. Poco a poco, a medida que empiezan a olvidarse de mí y van a lo suyo, el hindi aparece cada vez más, quizá también por influencia de la tercera chica, que en realidad no era ya tan chica, sino una mujer de unos 35 años, mientras que las otras dos, como mucho, tenían 25.

Me impacta mucho la expectativa que la gente tiene sobre en qué idioma voy a empezar a hablar, por ejemplo, en una tienda. Si es un puestecillo en la calle, enseguida aceptan mi bengalí, por malo que sea, y me responden en bengalí y todo fluye. Si es una tienda en un centro comercial, o un tienda en un local de un edificio, un lugar de esos con suelos blancos y aire acondicionado, se casi asustan cuando me escuchan en bengalí, porque esperaban inglés, y no son capaces de aceptarlo fácilmente: les cuesta hablarme en bengalí. Aunque algunos sonríen y enseguida me preguntan qué de dónde soy y dónde he aprendido bengalí y tal y cual, y se ponen a hablarme despacito para que yo les entienda mejor. Otros, se niegan a usar bengalí y me hablan directamente en inglés, sin importarles la lengua que yo intente hablar. 

Otros, los emigrantes que han llegado a Calcuta desde otros estados, enseguida intentan hablarme en hindi: por ejemplo, los de las dos tiendas donde suelo comprar yogur (que son de la misma familia). Me han preguntado mil veces que por qué no sé hindi, por qué no aprendo hindi en lugar de bengalí. Está claro que quieren comunicarse mejor conmigo y como su bengalí no es bueno, ni el mío tampoco, y no saben inglés, su esperanza es el hindi. Y no sólo ellos, en otras tiendas y oficinas ya me ha pasado que al empezar yo en bengalí, enseguida se pasen al hindi, como si yo no fuera capaz de reconocer que no son bengalíes y que compartimos una lengua común en la que podríamos hablar. No se les ocurre pensar que haya aprendido una sin aprender la otra.

Pero, yo me pregunto, ¿cómo podrá un extranjero aprender hindi o bengalí, si apenas se enseñan en ninguna academia?

lunes, abril 15, 2013

Jalsaghar, la locura por la música

Aquí va otra entrada más sobre cine bengalí, del clásico, del bueno, del de Satyajit Ray, al que os he presentado. Algún día hablaré de Mrinal Sen y de Ritwik Ghatak, otros directores bengalíes que me gustan.

Una de las películas de Ray más aclamadas es esta de Jalsaghar, que viene a significar "La habitación para música". La historia trata sobre un terrateniente que ha heredado su título y sus tierras de sus ancestros, de su tatarabuelo, y que ocupa su cargo casi de rey en la región con un dignidad y orgullo. No es joven ya, ni tampoco su esposa, y tienen un hijo que heredará el cargo, al que adoran. La pasión de este terrateniente, Roy, es la música. Se pasa el día fumando tabaco en hookah y escuchando música de músicos a los que acoge en su palacio. También toca y enseña música a su hijo, a pesar de las pegas de su esposa, que tiene miedo de que Roy contagie su pasión por la música a su hijo, y éste no quiera hacer nada más que escuchar música todo el día, como su padre. Descuida las tierras y los cultivos, pero no trata mal a los campesinos, y tanto en la casa como en la zona, la gente le adora. Sin embargo, debido a su mala administración y a sus inmensos gastos en pagar a los músicos, se está arruinando poco a poco. Entonces, vuelve a la zona el hijo de un hombre pueblo, Ganguly, que se ha hecho rico haciendo negocios en Uttar Pradesh. El hijo de Ganguly representa la modernidad, en la que el dinero es el poder, y con su dinero y sus negocios se contruye una nueva casa, estilo moderno y no antiguo como el palacio del terrateniente, una casa "sin jardín, sin fuente, sin templo, y sin sala de música", como remarca el fiel mayordomo de Roy. Él se siente ofendido por el dinero del hijo de Ganguly, y se niega a hacer negocios con él (aunque sería lo mejor para su moribunda economía), porque se niega a hacer el dinero "de un usurero", a pesar de que el dinero del hijo de Roy viene de los negocios, no de la usura. Ganguly trae, además, un generador eléctrico y un coche, que hacen un ruido infernal a los delicados oídos del terrateniente Roy, acostumbrado a la música clásica india.


Papelón que realiza Chhabi Biswas como el terrateniente Roy.


Roy atiende a Ganguly, el hombrecillo con bigote, sin nunca olvidar que él es el "señor".

Roy y Ganguly establecen una diplomática lucha de bonitas palabras e invitaciones rechazadas, en las que se juegan el control sobre la región. Ganguly tiene el dinero, pero Roy tiene las tierras, y por mucho que el primero intenta establecer beneficios para ambos con su mentalidad monetaria, Roy se niega por respeto a su linaje, y por mantener su dignidad y posición. Un día, la suegra de Roy se pone enferma y su esposa y su hijo se van a casa de ella unos días. La esposa no quiere dejar a su marido solo, por temor a los gastos en los que puede incurrir si ella no está, y sus temores no son infundados. Tan pronto como ella se va, Roy, ofendido porque Ganguly ha tenido la "desfachatez" de invitarle a su nueva casa el primer día del año bengalí (que fue precisamente ayer, Poilabaishak), decide celebrar una fiesta por todo lo alto, sin mirar el dinero, a pesar de que para ello tiene que empeñar la última caja de joyas de la familia. También escribe urgentemente a su esposa e hijo para que vuelvan a casa en ese día, para estar presentes en la celebración. Decide contratar al cantante musulmán más famoso de Murshidabad, y no escatima en detalles ni lujos. Pero en las fechas del año nuevo, siempre suele haber unas tormentas de verano, inesperadas y terribles (las "kalbaishaki", que este año están siendo bastante más suaves que años pasados), y una de ellas se acerca hacia la tarde del día del concierto. Se adivina en el ambiente, y Roy empieza a ponerse nervioso: su hijo y su esposa tienen que venir en barco.

(a partir de aquí, spoilers)

















La tormenta se desata en pleno concierto, aunque la música tapa el ruido de los truenos. Las lámparas de cristal con velas empiezan a temblar en los techos, entran mosquitos en la casa, que se le caen en la copa de vino, los relámpagos ciegan los ojos que se asoman a las ventanas. Roy, nervioso, se levanta y sale fuera en mitad del concierto: un sirviente viene con una mala noticia. Un remolino en el río se ha llevado la barca en la que iba su familia, y todos han muerto excepto un sirviente que ha traído el cuerpo de su hijo en brazos, sin vida.

Esta noticia destroza la vida de Roy, que a partir de ese momento reniega de la música. Se da cuenta de que su amor por la música le ha traído la ruina a él y a su familia, pero todavía es incapaz de darse cuenta de que su soberbia y la necesidad que tiene de "mantener su dignidad" y no rebajarse a hacer negocios con el moderno Ganguly, es lo que realmente le ha traído la ruina a su linaje y lo que ha causado tanta destrucción. Además, por si fuera poco, la tormenta hace subir tanto el nivel del río que inunda totalmente sus tierras, dejándolas inservibles. Esa es la excusa perfecta para el gobierno indio, que, recién independizado, intenta acabar con el sistema feudal de los terratenientes y hacer un reparto equitativo de la tierra. A Roy le quitan todo, excepto su casa y las tierras del templo de su famlia.Terrateniente sin tierra, se encierra durante cuatro años en el piso de arriba de su palacio, del que se niega a salir, vende casi todos sus muebles y animales, despide a sirvientes, y cierra la sala de música.

Pero la historia no puede quedarse ahí. Poco a poco, durante cuatro años, le vemos consumirse en el tabaco y en sus pensamientos. Lo cierto es que el actor que da vida a Roy, Chhabi Biswas, es maravilloso: la película depende totalmente de apenas unos gestos en su cara. Apenas se mueve, representando a un hombre ya mayor, envejecido prematuramente, y soberbio, pero cuando se mueve, cada movimiento tiene un significado para su papel. Un día, de nuevo Ganguly se cruza en su vida: no sólo trae una banda de música estilo europeo, que toca música inglesa a todo volumen (para disgusto de Roy), sino que, además, vuelve a invitarle a su casa, porque ha contratado a una famosísima bailarina de Kathak de Lucknow, y a sus famosos acompañantes a la tabla y a la voz, para que actúen en la nueva sala de música que Ganguly va a abrir en su casa. Esto es como un insulto para el terrateniente, que amablemente se niega a ir, aduciendo que es un hombre demasiado mayor para cambiar sus costumbres (no salir de casa), e incluso invita (por primera vez en toda la película) a Ganguly a beber un refresco antes de irse. Sin embargo, por la noche, cuando empieza a escuchar la música de Kathak desde la casa de Ganguly, lo primero que Roy hace es ordenar abrir y limpiar la sala de música para dar un concierto próximamente, para el que contrata a la misma bailarina de Kathak que actuó en la casa de su vecino.

Sus sirvientes - que intentan hacerle entrar en razón, porque apenas queda nada de dinero -,  no tienen más remedio que ceder a las órdenes de su amo, que no se deja amedentrar por nadie y a quien parece darle igual todo, excepto mantener su posición. Una escena que me gusta mucho es cuando, justo antes del concierto, vemos a Roy abrir su caja fuerte y coger una bolsa en la que previamente hemos visto que guarda unas pocas monedas de plata: eso es todo lo que le queda de valor. Roy mira la bolsa con ansiedad, pero al final, con un gesto como de resignación, se guarda la bolsa en el bolsillo y cierra la caja fuerte vacía. Después, baja al concierto, donde todos le esperan para empezar. La danza y la canción son maravillosas, arrebatadoras, y tanto Ganguly (que ha bebido demasiado alcohol) como Roy están fascinados. 

La bailarina de Kathak, Krishnabai.

Al terminar, Ganguly se pone a gritar y empieza a sacar unas monedas para tirarlas a los pies de la bailarina, como es costumbre hacer, una especie de regalo. Pero Roy, rápido a pesar de su edad, con su bastón de empuñadora de marfil detiene la mano de Ganguly, sin decir nada. Éste no entiende qué está pasando, y poco a poco se gira hacia Roy, que por fin habla: "El anfitrión tiene derecho al primer regalo". Como si de un maestro que enseña las normas de comportamiento adecuadas a su alumno rebelde, Roy saca su bolsa y se la da en la mano a la bailarina, que se acerca a recibirla: nada de tirar monedas al suelo. Además, Roy ha sido doblemente listo, porque como las monedas están en una bonita bolsa de terciopelo negro, nadie puede saber cuánto dinero hay, ni si tiene más o menos dinero que Ganguly. Éste, derrotado, tira finalmente las monedas con desgana.


"¡Quieto parao, Ganguly!"

Ganguly, atemorizado y confuso porque el terrateniente Roy le ha detenido cuando iba a tirar dinero al escenario

Cuando todos por fin se van, bien entrada la noche, Roy se bebe el resto del acohol celebrando que Ganguly "¡no ha podido hacerlo, no ha podido hacerlo!", es decir, celebrando su victoria, la victoria de su arruinada dignidad de linaje frente a la modernidad del "self-made man" con dinero pero sin modales. Roy le habla a su sirviente de la sangre, de que es la sangre la que le hace superior a Ganguly,  aunque no tenga dinero, y repasa la lista de sus antepasados. Pero cuando por fin va a beber a salud de sí mismo, delante de su retrato, en el cuadro hay una horrible araña de patas largas, a la que intenta asustar. Nos recuerda el momento de la tormenta que mató a su familia, durante la que se encontró con un insecto nadando en su copa de vino. Las velas que iluminaban la habitación, titilan y se apagan todas a la vez, y a Roy le entra miedo. Desesperado, llama a su sirviente, que le dice que es normal que se apaguen las velas, y que ya ha amanecido. Levanta las cortinas para demostrarle a su señor que ya ha salido el sol, y éste, que ve en ello un signo positivo, decide salir, después de cuatro años, a montar a caballo por lo que antes eran sus tierras. Aunque el sirviente intenta convencerle de que no lo haga porque está borracho, nadie puede discutir con él: sale a caballo, con un vestido blanco de otra época, y un turbante como de rey, sobre su caballo blanco también, y se alejan de los dos fieles sirvientes que se han quedado a su lado. 

El señor Roy se aleja en su caballo blanco

Al principio, la carrera va bien, pero poco a poco la cámara se centra en el rostro de Roy para mostrarnos que su mirada está desenfocada y que se marea. En este preciso momento, el caballo se dirige hacie el río, que ahora está seco, donde unas barcas negras están encalladas en la arena que antes fue el lecho del río. El terrateniente, quizá recordando la tragedia de su familia, se asusta de las barcas negras, ve cómo el caballo se dirige hacia ellas pero es incapaz de hacer nada por impedirlo. Al final, el caballo se para repentinamente, negándose a continuar y chocar contra las barcas, y al levantarse para frenarse, Roy cae al suelo.

Los sirvientes vienen corriendo como pueden, para ver que su señor está en el suelo, herido, y que de su cuerpo sale sangre. Esa sangre de la que Roy estaba tan orgulloso en vida, por la que sacrificó absolutamente todo y a todos, incluso a sí mismo.

La película termina como empieza, con una música intensa y una lámpara con velas colgando, titilante, en la oscuridad de la sala de música.


Roy ve en el reflejo de su copa de vino como las luces de su palacio se van apagando poco a poco... es la desventaja de las velas, que se terminan.

Aquí os dejo la música de entrada y de cierre de la película, aunque también la usaron en Hollywood para esta extraña comedia de road trip en tren en India. 






martes, marzo 19, 2013

Tasher Desh

El último sábado fue un largo sábado. Desde las 7 de la mañana estuve en pie, primero para el Taller de Debate (tres horas), donde por fin acabamos con el tema de la Educación y el sistema educativo, y donde mis alumnos eligieron el nuevo tema: la desigualdad de género (propuesto por una chica y aceptado enseguida por todos). Después, charlar un poco con tres de mis alumnos y comer algo, luego arreglar mi impresona (¡por fin!), y por la tarde, ir a ver una obra de teatro de Rabindranath Tagore (también "¡por fin!", que después de casi dos años aquí es la primera que veo).

La obra en cuestión es la que da título a esta entrada: Tasher Desh. Me interesaba esta obra especialmete porque ya había oído hablar de ella: ocurre en un mundo de fantasía donde existe el País de las Cartas (que es lo que significa "Tasher Desh"), un poco al estilo del reino de la Reina Roja de Alicia en el País de las Maravillas. Un país de cartas, no de seres humanos, donde todos cumplen reglas absurdas porque se lo ordena su Rey (aunque también hay una reina, pero es más maja).

Dos humanos músicos llegan al País de las Cartas, y provocan una revolución entre sus habitantes, ahogados por unas normas en las que no tienen ni voz ni voto. Es una obra bastante simple, la verdad, con una moraleja muy obvia desde el primer minuto. Es una apología de la libertad de pensamiento, de la revolución ante costumbres que no entendemos y no nos parecen bien, desde la desobediencia civil, y desde el amor. Es una de las chicas-carta, Iskaboni, que se enamora de uno de los músicos, la que comienza la revolución. Ella al principio tiene curiosidad, y cuándo él le da un nuevo nombre (Nobina), se vuelve en parte humana y se enamora de él. Pero ella quiere ser humana completamente, y sentir todo lo que sienten los humanos: alegría, tristeza, amor, ... Poco a poco, otras cartas también anhelan ser diferentes, hacer cosas diferentes, dejar de seguir unas reglas que les restrigen y no entienden, al igual que en el mundo real el deseo individual choca con las normas impuestas por la sociedad en la que vivimos, normas que nosotros personalmente no hemos elegido.

La falta de libertad para pensar independientemente, para vivir cada uno a su manera, es lo que critica esta obra de teatro. Un mensaje muy importante, que vale para cualquier sociedad pero sobre todo para India, contado de una forma muy clara y divertida para que a nadie se le escape el mensaje.

Me gustó mucho la actuación del protagonista humano, que cantaba muy bien y ponía mucha energía en sus diálogos. La escenografía era una pasada, con mucha simbología (unos triángulos de colores ordenados en el suelo que poco a poco, a lo largo de la obra, los diferentes personajes van desordenando; o los calcetines que llevan las cartas, que terminan por quitárselos para convertirse 100% en humanos, en contacto real con la tierra). La ropa en cambio era un pelín cutre en comparación con todo lo demás, pero no puede ser perfecto, y tampoco estaba tan mal.


El "barco" en el que los humanos llegan al País de las Cartas


La proa del barco


El humano (el de amarillo y azul), y dos de los últimos seres-cartas que quedan en el país tras la revolución


Ellos también quieren ser humanos, y le ruegan que les convierta en tales.


Tasher Desh es quizá una obra menor de Tagore, pero un polémico director bengalí, que se hace llamar "Q", va a presentar pronto una polémica versión de esta obra en una nueva película que, seguramente, será censurada y prohibida en India, como ya ha pasado con anteriores películas de este mismo director. Se mostrará en festivales de cine europeos, y los indios tendrán que descargársela ilegalmente para poder verla. Lo ilegal debería ser prohibir películas, pero así son las normas del Mundo de las Cartas...

Mientras, os dejo el trailer de la version cinematográfica de Tasher Desh:


sábado, marzo 09, 2013

Navegando entre culturas

Hace no mucho tiempo - aunque parece que sí fue hace mucho - escribí una entrada comentando los problemas culturales y lingüísticos de vivir en el extranjero, y la frustración derivada de ellos. Esta semana me volvió a pasar algo parecido, y unas cuantas cosas más que tienen relación, y no quiero perder la oportunidad de comentarlo.

En realidad, pasaron varias cosas, pero como ir por orden no ayuda en este caso, voy a comentar primero el caso parecido a la entrada que comentaba arriba. El jueves pasado quedé con un grupo de poetas jóvenes bengalíes que suelo ver una vez a la semana, cerca de la universidad. Les conocí por el amigo de un amigo, que es como funciona todo, y normalmente nos reunimos para un té y una charla poética después de las clases.

La mayoría de las veces somos unos 4, conmigo incluida, con lo cual pues es relativamente sencillo enterarse de las cosas. Yo suelo ser la primera en llegar, y el resto se va añadiendo, así que estoy desde el principio de la conversación, y sé de qué va el tema. Además, este amigo de mi amigo por el que me introduje en el grupo, Aritra, pues siempre intenta traducirme cuando ve que no me entero de nada (aunque a menudo no tiene compasión, y me habla en bengalí por mucho que yo conteste en inglés). Dice que así me enseña. Es verdad, claro, me ayuda mucho a mejorar mi comprensión auditiva. Ahora bien, mi expresión oral, no mejora mucho que digamos.

¿Por qué no mejora? Pues porque me paso el rato intentado adivinar qué es lo que están diciendo. Y mientras mi concentración está en entender, no puedo concentrarme en formarme una opinión, ni mucho menos en pensar cómo expresar en bengalí dicha opinión. Así que normalmente, pues no digo apenas nada. Al final, me da la impresión de que parezco una chica muy callada y un poco sosa, lo cual me fastidia mucho la verdad. 

Pero esta semana, las cosas fueron diferentes. Cuando llegué a la cafetería donde siempre nos vemos, ya había allí unos nueve bengalíes hablando en voz en grito y a una velocidad supersónica de cosas literarias. Quizá no estuvieran hablando tan deprisa, pero yo, cansada de clase, y del calor que ya hace en Calcuta (se acabó el invierno!), no tenía fuerzas para entender nada. Lo intenté cinco minutos, y desistí. Me quedé mirándolos como una idiota, mientras ellos acaloradamente charlaban de algo. No me enteré de nada. Bueno, sí, me enteré de cuando decían que estaban hartos de tomar té y que hacía demasiado calor en la cafetería porque los ventiladores no estaban funcionando. Pero todo lo demás, era como chino para mis oídos. 

Llevo ya dos años aquí, y no poder entender nada fue una experiencia terriblemente frustrante. Ya me fastidia normalmente no tener la fluidez para participar en la conversación, pero lo de aquel día era demasiado. ¡Qué obstáculo, el idioma! Total, que me largué de allí sin que nadie se diera cuenta, mientras todos iban saliendo para cambiar de sitio. No me apetecía nada sentir más frustración.

El problema es que claro, si evito estas situaciones, ¿cómo voy a aprender a hablar? Sí, mejor sería que hubiera menos gente, que me hablaran a mí directamente, porque no entiendo a veces que me están hablando a mí si es en bengalí, pienso que es a otra persona. De uno a uno ya es difícil, pero nueve a uno...pues imposible.

¿Qué puedo hacer? No puedo ir a clases de bengalí - los horarios no me cuadran-, mis amigos en cuanto ven que no entiendo enseguida se pasan al español o al inglés, nadie hace esfuerzos por explicarme en bengalí hasta que entienda lo que quiero decir. Enseguida usan la traducción, que es el método más fácil. Pero no es el mejor método para aprender. Yo a mis alumnos principiantes no les traduzco nada a no ser que no me quede otra opción: mientras pueda explicar cualquier concepto o idea en español, con ejemplos o con dibujos o actuando, no lo hago. Y si uno ha entendido, dejo que él explique a los demás en la lengua que quiera (que normalmente no suele ser el inglés, lo cual me gusta, así ven que el inglés no es un medio para aprender español). Sin embargo, yo no tengo ningún profesor así, y es que la verdad es que para mí también es cansado y frustrante estar explicando algo y ver que no entienden. Aunque en la clase, un dibujillo en la pizarra o una sarta de ejemplos suele arreglar el problema. Al final, por deformación profesional, hago esto también fuera de clase: a mis amigos, sobre todo con los que hablo en español, aunque no únicamente, les explico de mil maneras lo que quiero decir y sigo haciendo de profe 24 horas al día (menos las que duermo).  

Estoy intentando ver más películas, leer cuentos (he encontrado uno fascinante sobre una obsesión con un poster de una actriz de Bollywood), hablar con Shibu, el más charlatán de los conserjes de la Guest House, pero el avance es lento... muy lento...

Aparte de problemas de idioma, está la cuestión cultural. Y no estoy hablando ya de sociolingüística, sino de cultura pura y dura, de puntos de vista y concepciones culturales de las cosas. Y me he dado cuenta, a lo largo de este año, de muchas cosas que son tremendamente diferentes entre India y España.

Siempre había notado que había diferencias de perspectiva. Claro, normal, es otra cultura. Desde que escribo el blog, llevo tiempo mencionando que no se puede juzgar India desde el punto de vista de España, porque las cosas no funcionan igual, y hacerlo sería un error: caeríamos en estereotipos que dificultarían nuestra comprensión, y cerraríamos nuestra mente a la realidad. Unos ejemplos: India tiene fama de ser un pais muy machista, y sin duda, lo es. Como el viernes pasado fue el Día Internacional de los Derechos de la Mujer, preparé una actividad sencilla para analizar los estereotipos de género, en la que había que colocar una serie de palabras como características de un género o de otro. Una de estas palabras era "ganar dinero". Toda la clase dijo que era cosa de los dos, de hombres y mujeres. Entonces yo pregunto: ¿pero, ganan dinero igual? Sí, me responden. Yo les explico que en España, una mujer recibe, como norma - absurda, pero normal en la realidad - un salario inferior al de un hombre aunque el puesto de trabajo sea el mismo. Ellos me miran asombrados, ¿qué está diciendo la profesora? Según las estadísticas, les explico, en España una mujer recibe el 28% menos que un hombre por el mismo trabajo. En sus caras, sorpresa. Eso en India no pasa, me dicen. No hay diferencias salariales. ¿Cuál de los dos países es más machista? Aquí el problema es que las mujeres tienen más difícil el acceso a la educación, así que en un nivel educativo superior, normalmente hay más hombres que mujeres (aunque en mi clase hay paridad, todo hay que decirlo). Por eso en un puesto de trabajo de alta cualificación, pues hay más candidatos hombres que mujeres. Pero sea quien sea el que consiga el puesto, el salario es igual. Ahí no importa si es hombre o mujer. En general, esperaríamos que sí hubiera una diferencia salarial, puesto que India tiene fama de ser muy machista, y esto de la diferencia salarial es una de las luchas de las mujeres en España. Y si creyéramos eso, habríamos caído en un error.. Aquí esta lucha es innecesaria. Las luchas necesarias son otras. 

Y al revés pasa lo mismo. Hay cosas que aquí son tan normales, que los indios tienen dificultades para entender que en otro lugar, pueden ser diferentes (ellos no habrían imaginado que existe una diferencia salarial entre hombres y mujeres en España, por ejemplo). Por supuesto, muchas afectan a los estereotipos de género, pero otras son cosas mucho menos visibles.

Caso concreto: las amistades. Hablando con unos y con otros, europeos e indios, he visto que ambos tienen una visión negativa del significado de la "amistad" para la otra cultura. Según muchos indios, en general los europeos somos superficiales, fríos, y no conocemos el significado de la amistad. Según los europeos, los indios no tienen amigos y solo usan a la gente. Según yo, es que están juzgando desde su propio punto de vista y no han intentado imaginar que las cosas pueden funcionar de otra manera, y que ambas son amistades.

Este problema surge también de los prejuicios culturales que han recibido desde fuera, y de las condiciones en las que la amistad entre indios y europeos se desarrolla en India. Voy a centrarme en Calcuta, claro, que es el caso que tengo a mano, pero en mi opinión, en otros lugares de India las cosas deben ser parecidas:
- Los europeos, en general, vienen a Calcuta temporalmente y no para vivir aquí, y son conscientes de ello. En cambio, los indios viven aquí, podemos decir, permanentemente (las posiblidades de salir de India son complicadas), y no son conscientes de que los europeos, no.
- Los europeos, muchos, no hablan inglés bien - ni que decir que no hablan bengalí ni hindi- , y lo cierto es que los indios, tampoco. La comunicación es muy problemática.
- Los europeos se mueven en unas zonas muy limitadas y no por todo Calcuta, y los indios que andan por esas zonas son los que conocen a los europeos. Es un círculo del que no salen. Hay indios que nunca conocen a ningún europeo, y los europeos acaban conociendo siempre a la misma gente de India.


Esto hace que los europeos y los indios vean siempre los mismos patrones de comportamiento, y estos no cambian nunca porque la relación nunca se hace lo suficientemente profunda, por falta de tiempo. La mayoría, ni que decirlo, son turistas, o voluntarios de las mil y una ONGs de Calcuta, o trabajadores en prácticas. Casi todos viven en la misma calle: Sudder Street. Los indios saben esto y hacen sus negocios por y para los extranjeros allí, unos se van y otros vuelven, pero ellos son casi siempre los mismos. Saben que los europeos vienen en grupos, se quedan poco tiempo, y necesitan ayuda. Además, piensan que todos son multimillonarios (porque aunque los voluntarios no ganen dinero, si se gastan mucho dinero al ver los precios de Calcuta, que mientras a ellos les parecen irrisorios al comparar con Europa, a los indios les parecen abusivos). Los europeos no se dan cuenta de que estos indios están acostumbradísimos a tratar con europeos de una manera superficial y comercial (cuando leáis el final del párrafo entenderéis porqué): ven en cada uno a un salvador que les ayuda en los primeros días, les parece que les ofrecen una ayuda incondicional, y esto, claro, hace que les parezca que han encontrado un amigo. No se dan cuenta de que es su trabajo. Cuando los indios empiezan a pedir cosas, a pedir dinero, a pedir que les enseñen el idioma (para poder hablar con más extranjeros y tener ventajas en el negocio sobre aquellos que no pueden hablar el idioma del turista), a los europeos les parece mal: pedir favores está bien entre amigos, pero hay un límite, y sienten que les están utilizando, y se desengañan. Ahora, el indio o india tan majo que era su amigo/a, es un interesado que quiere dinero o clases de lengua gratis, y se hartan. Además, cerca de esta calle, Sudder Street, está la zona más comercial de Calcuta, llena de gente cuya principal fuente de ingresos no es venderle cosas a los indios, que regatearán hasta la muerte, sino al europeo que no sabe regatear y que no es consciente de los precios en India. Al final, los europeos se sienten engañados, timados, y se van con muy mala impresión, y esta mala impresión se reproduce: cuando vuelven a casa dicen cosas negativas, extienden prejuicios, y el próximo que venga tendrá eso en mente. Por eso, el siguiente en venir se andará con mucho ojo, será antipático con los indios, con todos sin excepción, y éstos, al verse despreciados sin razón, pues se llevan una mala impresión de los europeos a su vez: les consideran personas orgullosas, altivas, casi racistas, superficiales y fríos. Y entonces, las posibilidades de que vean al europeo como una persona se reduce, y se convierten en seres que se merecen ser timados y engañados, a los que pueden usar, porque no tienen sentimientos (o los que demuestran tener son negativos, como la altivez, el desprecio, etc.), y claro, actuán en consecuencia.

En definitiva, un círculo que va de mal en peor. La única manera de salir de ese círculo es salir de Sudder Street (sí, este es un aviso para turistas y voluntarios que piensan ir a Calcuta. Será una calle muy barata, pero NO es Calcuta. Y si vais, que sepáis que no es válido juzgar una ciudad, un país ni una cultura, por una calle con tan mal fario). No sé qué fue primero, si el huevo o la gallina, pero eso ya no importa.

Otra de las cosas que influye en todo esto es la diferencia entre la percepción de los límites, de la libertad. En general, me da la impresión de que los europeos (quizá los españoles menos, porque somos muy sociales) valoran la libertad individual como un no inmiscuirse con los demás. Hay un poco de separación entre las personas: no pedimos favores tan fácilmente, no hacemos cosas por los que no son nuestros amigos (por eso cuando alguien desconocido nos ayuda en India nos parece tan increíble y maravilloso), existe una distancia en la que no nos metemos porque es como un espacio personal. Este espacio personal en India, es distinto. Pedir favores es normal, que la gente se ayude sin conocerse es normal (y ponerse la zancadilla también, a ver si vamos a pensar que todo el mundo es bueno: hay de todo en todas partes), gente desconocida habla entre sí por cualquier excusa, o sin necesidad de excusa. Eso no pasa tan a menudo en Europa. Ya comenté una vez que había visto un accidente cerca de mi casa, mientras tomaba un té, y que de pronto toda la gente que estaba alrededor sentada se levantaba para ver de qué iba la cosa, y para charlar unos con otros, y al final cuando el accidentado ya se había ido en coche al hospital, algunos seguían hablando con su recién descubierto amigo tomando un nuevo té. En Europa, todos se habrían quedado tranquilamente en sus grupos dejando a los amigos del accidentado en paz, por no inmiscuirse en asuntos ajenos.

Por otro lado, cuando tenemos un amigo, es un amigo, y nunca (o muy raras veces) discutimos y nos enfadamos. Siempre intentamos no enfadarnos, evitar el conflicto, arreglar las cosas. Yo, personalmente, no puedo recordar jamás que discutiera con un amigo (una cosa es discutir de política o de qué mal van las cosas, y otra, discutir una amistad), ni que me enfadara con un amigo en España. Enfadarme con gente que no son mis amigos sí, eso es otra cosa. Me parece que cuando nos enfadamos con un amigo de verdad, de esto de gritarse cosas feas a la cara, es como el fin absoluto, es que ya hemos llegado a un límite que la situación casi no tiene remedio, y muy difícilmente se va a solucionar el asunto. Sin embargo, aquí, enfadarse no es raro. No voy a decir que es normal, pero no es raro. Un amigo de la universidad, Kashinath, me ha dicho más de una vez que yo debería sentirme afortunada porque él se enfada conmigo, y me pide favores, y me insiste: como si debiera estar agradecida de que sea un poquitín pesado. Justo las cosas que no aceptamos tan fácilmente en Europa en una amistad (enfadarse, pedir muchos favores, ser insistentes), aquí es como una señal de que la persona les importa.  Es un amigo, así que por eso pueden permitirse enfadarse, pedir muchos favores, y ser unos pelmas: porque es un amigo. Y sí, en cierto modo, en España no es tan diferente (por ejemplo, cuanto más amigos somos, más nos vacilamos y nos insultamos a veces, porque hay confianza), pero para europeos de otras nacionalidades, he visto que esto es un problema y que se sienten atacados y utilizados.

Así que lo que para unos es un ataque, para otros es normal; y lo que para unos es normal, para otros es frialdad y distancia. Como comprenderéis, así es difícil ponernos de acuerdo: sobre todo porque una persona no piensa que este tipo de cosas, cómo qué hace y qué no hace un amigo, varíen culturalmente. Las personas tenemos la estúpida tendencia de creer que lo que nosotros pensamos y hacemos es universal, y no lo es. Juzgamos desde nuestra perspectiva cultural, cuando hay muchas perspectivas distintas.

Y como esto, muchas cosas: el tiempo aceptable entre sms y sms, el devolver o no las llamadas, el cortar una llamada cuando se está ocupado o dejarla sonar, el cambiar el horario de una cita, o con cuánta antelación puede cambiarse el horario de una cita, si hay que confirmar la cita el día antes o no hay necesidad y resulta insistente y molesto si se hace, el hacer visitas inesperadas o no, el insistir en que alguien coma algo o no,... mil cosas que una cultura ve como una intromisión en la libertad individual (la europea), mientras que la otra lo ve como algo normal que indica afecto, y que si no se hace, indica frialdad, superficialidad e indiferencia.

Estos pequeños detalles que no salen en ningún libro, al final, solo causan malentendidos y amargura. Ojalá hubiera una serie de librillos de bolsillo, en plan "manual de supervivencia en X (nombre de un país) para nativos de Y (nombre de un país)". Todo sería mucho más fácil.

Pero no lo es... de momento, todo lo que una puede hacer es observar, tener paciencia, y escribir en el blog.

lunes, septiembre 17, 2012

Obras maestras del cine en India: Charulata

Ya os he hablado un poco de esta película en aquella entrada que escribí sobre Satyajit Ray. Pero aquello fue demasiado breve y esquemático para una película tan rica como esta.

Charulata nos enfrenta a un difícil dilema familiar en el que está en juego la felicidad de todos los personajes. Pero esta felicidad que todos los personajes ( y todos los espectadores) desean, tiene caminos retorcidos, que nos llevan fuera de los límites que la sociedad nos ha impuesto con sus normas.

La reina de esta película es sin duda la protagonista, Charulata (por si hubiera dudas de que ella es la protagonista absoluta, Ray tituló la película con su nombre), una joven mujer casada con Bhupati, un rico bengalí admirador de Occidente, que sin embargo lucha contra los británicos - estamos todavía en  el siglo 19 - a través de un periódico político en inglés que él mismo escribe, edita y distribuye. Bhupati es un hombre cultivado, de fuertes principios (dice en una ocasión: "The only way is the way of honesty"), que da sentido a su vida a través de la lucha intelectual y política contra los ingleses. Sin embargo, esa lucha no aporta nada a Charulata, o sí: el distanciamiento entre ella y su marido, su soledad. 

Desde la primerísima escena de la película podemos apreciar que esta guapa jovencita está muy sola. Vemos a Charulata bordar sola, pasear por una lujosa casa con ventanas cerradas sola, buscar algo que leer sola. Pero antes de leer una novela, encuentra más interesante mirar por la ventana con unos pequeños prismáticos - lo cual nos hace pensar que está también aburrida de tanto leer. Mirando al mundo desde su ventana, busca algo que llame su atención para matar el tiempo y el aburrimiento. La figura de un hombre gordo le interesa; no es una visión notable ni especialmente divertida, pero es lo más interesante que hay a su alrededor: un hombre gordo que camina de manera simpática. Sin embargo, Ray insinúa el encierro y la soledad de Charulata de una manera más visual de lo que he dicho aquí: Charulata, al abrir las contras de las ventanas siguiento la vista del hombre gordo, deja entrar la luz por las rendijas horizontales de las contras, haciendo que la casa parezca limitada por barrotes, como en una celda.


En los primeros diez minutos, solo hemos visto a Charulata en pantalla. Cuando por fin vemos a su marido, embebido en la lectura de algún libro en inglés para su periódico, Bhupati no la ve a ella: pasa a su lado sin notar su presencia en lo más mínimo. El terrible silencio, el abismo que hay entre los dos, se hace palpable en apenas treinta segundos. Solo un buen director puede decir tanto con tan poco.

Pero Bhupati es un buen hombre, y se da cuenta, al cabo de un tiempo, de la soledad que aflige a Charulata. Su mente lógica intenta encontrar una solución lo más rápido posible, e invita a su cuñado, el hermano de Charu, y a su mujer, a vivir en su casa y ayudarle en el periódico. Pero la cuñada de Charu es una mujer simple, sin educación, y que actúa como una niña: no es compañía para Charu, que quiere hablar y expresar sus inquietudes. Por suerte, o por desgracia - esto nunca se sabe - un buen día llega por sopresa Amal, el hermano pequeño de Bhupati. Este ha terminado por fin su licenciatura en Literatura y llega a casa para "descansar, escribir, y descansar". 

La llegada de Amal es una descarga de energía para la casa, al igual que la tormenta que cae cuando llega. Aquí, como en el caso de Charulata,  el personaje también se define desde sus primeros segundos en escena, usando el espacio (la casa, la tormenta) de una manera muy inteligente. Su sonrisa, su naturalidad y el río de sus palabras se contrasta con lo que hasta el momento hemos visto en los personajes de Charulata o Bhupati.

Sin duda, su llegada cambia el modo de vida de la casa, pero también cambiará las vidas de los tres personajes principales para siempre. Enseguida Charulata y él establecen una buena relación, ya tienen más o menos la misma edad y les interesan las mismas cosas. Por fin Charulata tiene alguien con quien hablar de literatura, que apasiona a los dos, y por si fuera poco, se animan mutuamente a escribir y consiguen ser publicados en revistas famosas. Se entienden bien y se ayudan en su desarrollo personal, algo que no sucede entre Charulata y Bhupati. Y así, las cosas empiezan a complicarse.


Amal lee a Charu lo que ha escrito en la libreta que ella le ha regalado



Amal lee a Bhupati el mismo texto...pero este, obsesionado con la política, no entiende el carácter literario del texto. Charu observa la escena.

Sus palabras no dejan escapar nada de sus sentimientos, pero en las miradas, en los gestos, y en el comportamiento de Charu y Amal, vemos que hay algo más de lo que la sociedad dicta que debe haber entre una mujer y el hermano de su marido. Sin embargo, Bhupati, totalmente absorbido por su periódico, permanece ajeno a todo lo demás. 

La película presenta preguntas muy interesantes sobre los sentimientos, la sociedad, y la felicidad. De momento me he centrado en los tres personajes del triángulo amoroso de la película, pero hay dos más que como contraste, añaden mucho significado a la película.

Estos otros dos personajes son el hermano de Charu y su mujer, que Bhupati había invitado para paliar la soledad de su esposa. Ellos también están preocupados por su felicidad; pero su felicidad requiere un apoyo económico que no tienen. El hermano de Charu es un abogado sin vocación y sin éxito alguno, una persona egoísta y manipuladora. Bhupati, que tiene buen corazón, piensa que lo que le pasa es que necesita aprender a llevar responsabilidades, y se las da: le hace responsable de las cuentas del periódico. Craso error, porque su cuñado solo tiene interés en el dinero para él mismo, no para ninguna causa política. Así que un buen día, mientras los demás celebran la victoria de los liberales en Inglaterra - que creen que será un cambio para bien en India - y la publicación de un texto de Charu en una famosísima revista literaria, el cuñado y su mujer, que ha sido su cómplice todo el tiempo, huyen con todo el dinero del periódico, dejando además a Bhupati inmerso en deudas. 

El hermano de Charu y su mujer, que actuan de mala fe y de forma egoísta, forman el equilibrio perfecto con Bhupati, Amal y Charu. Mientras estos tres son buenas personas, los otros dos son sin alguna duda, mala gente. Y sin embargo, a pesar de ser tres buenas personas, los tres están haciendo algo que, a ojos de la sociedad, está mal: Bhupati desatiende a su mujer, Charu encuentra compañía en Amal, lo que la lleva a desarrollar sentimientos románticos, y Amal se siente atraído por la mujer de su hermano.

(a partir de aquí, hay spoilers. ¡Cuidado!)


¿Con esa sonrisilla que tiene Amal, qué Charulata se puede resistir?




Ante la traición de su cuñado, Bhupati se siente desolado, y se desahoga con Amal. Este escucha a su hermano mayor, pero apenas puede responder, porque a su vez se siente atravesado por la culpa. Aunque en la película no se muestra que haya pasado algo real entre él y Charu, podemos percibir el deseo mutuo en muchas escenas. De ahí, la culpa que siente Amal: ¿acaso sus sentimientos no son otra traición a su hermano?, se pregunta. Él mismo se contesta que sí, que son una traición (sin decir nada en la pantalla), y se va de la casa sin avisar, dejando una carta. Charu y Bhupati intentan recuperarse del shock del robo y de la desparación de Amal en la playa, en unas cortas vacaciones. Pero al regresar, hay otra carta de Amal esperándoles, y Charu llora desconsoladamente por su ausencia. Bhupati, desde el marco de la puerta, es testigo de esta escena, y se va, de nuevo, en estado de shock. De pronto, en apenas unos días, toda su vida está patas arriba. Como es un buen hombre, es incapaz de pensar mal de la gente, pero ahora las dudas le asaltan, y no sabe si son fundamentadas o no. Para aclarar su mente, se da una vuelta en coche por Calcuta. Cuando por fin vuelve, por la noche, Charulata, consciente de que su matrimonio pende de un hilo, le abre la puerta y le ofrece su mano. Bhupati empieza a levantar la suya, vacilante. ¿Habrá reconciliación entre los dos? ¿Es posible una reconciliación después de una situación así?

Satyajit Ray nos lo pregunta, y espera nuestra respuesta. Mientras respondemos, congela la imagen y se aleja de la pareja, como invitándonos a analizar el problema de una manera más objetiva que si nos acercáramos a la pareja.

Cada espectador que responda y cree el final de la película.

domingo, septiembre 16, 2012

Rock rock rock

Menudo país este, en el que en la calle escuchamos canciones de Rabindranath Tagore, lentas y de corte clásico, mientras que en otros rincones de la ciudad grupos musicales crean rock del de verdad. Y en las películas, copian hasta las canciones de Bollywood con originalidad cero.

Menos mal que están estos grupos de rock, que saben lo que la gente joven quiere: gritar y saltar. Ayer mismo fui a un concierto organizado por el American Center de Calcuta, en el que tocaban un grupo metalero bengalí, Lakkhichhara, que tocó sus canciones y versiones de Deep Purple y Nirvana, entre otros; un grupo de Pakistan (Raeth, que tocó canciones de Bollywood e hizo bailar a todo el mundo); un cantante indio, Jagan; y un grupo de Bangladesh, LRB. Fue una descarga de energía, pero habría sido mejor si no hubiera habido sillas ni zonas delimitadas, si hubiéramos podido estar todos saltando en frente del escenario.

Hasta ahora en el blog os he presentado a cantantes y grupos de Bangladesh, pero por fin os presento a uno de Bengala Occidental: FOSSILS.

Pero no son unos fósiles atados al pasado, no. Sus ritmos son de rock clásico, sí, pero no se quedan solo en eso. Algunas canciones me tienen un toque al rock japonés, no sé. Cuando encuentre a quién me recuerdan, lo compartiré aquí.

De momento, una muestra gracias a Grooveshark:


EKLA GHAR.mp3 by Artist on Grooveshark

Millenium by FOSSILS on Grooveshark

Bishakta MAnush by FOSSILS on Grooveshark

Dekho Manashi by FOSSILS on Grooveshark

Hasnuhana by FOSSILS on Grooveshark

 Ala, ¡a gritar y a saltar!

(Y cuando pueda traducir completamente todas las canciones, también lo pondré. De momento entiendo frases sueltas, pero me pierdo en el sentido general de la canción...)

Por cierto, mi favorita, la última :)

domingo, septiembre 02, 2012

Satyajit Ray & Soumitra Chatterjee: Aranyer din ratri

Cuatro amigos que huyen de la ciudad y de sus reglas para pasar unos días con sus noches en el bosque (aranyer - en el bosque; din ratri - días y noches), en Bihar. Un sencillo argumento que sin embargo, Satyajit Ray emplea para desvelar la mentalidad de una generación.

Asim (Soumitra Chatterjee), un joven bengalí con un buen trabajo y al que le gusta coquetear con las chicas en las fiestas, es el que convence a sus tres amigos de salir de pronto de Calcuta. Está resentido contra su trabajo y las normas sociales y por eso hace todo sin planear, se salta las reglas de la casa rural que ocupa, e intenta vivir a su manera por cuatro días. Sanjoy es el típico chico bueno de la clase media bengalí, que solo trabaja para su familia y obedece todas sus órdenes, cuando en realidad a él también le gustaría romper las reglas, y es un ávido lector de revolucionarios y filósofos comunistas (Karl Marx, Mao), lo cual es algo muy bengalí, pues no en vano Bengala Occidental ha tenido durante 35 años un gobierno comunista. Hari es un jugador de cricket, guapo y atlético pero sin estudios, al que su novia acaba de abandonar, e intenta superar su frustración. Shekhar es un tipo gracioso, bajito y feúcho, que no acabó la escuela pero intenta disimularlo forzando una pronunciación del inglés que él cree "perfecta", y actúa como algo que no es por su complejo de inferioridad. Tiene dos debilidades: las mujeres bonitas y el juego.

Estos cuatro amigos van dispuestos a pasar un fin de semana salvaje en el bosque de Bihar, bebiendo licor local barato y sin afeitarse ni nada. Como llegan sin haber planeado nada, tiene que sobornar al vigilante y cuidador de una pequeña casa rural para poder instalarse allí, y "contratan" a un chico del pueblo para que les haga los recados. Mientras, ellos pasean por el bosque, beben licor malo y desahogan sus frustraciones.


Sanjoy y Asim ahogando sus penas

Sin embargo, su plan de fin de semana solo de hombres se rompe cuando Shekhar ve a dos chicas jugando al bádminton en el jardín de una casa del pueblo: son Mini y Jaya, su cuñada. Jaya es una mujer vivaracha y maternal, una fachada de alegría bajo la que intenta esconder su frustración y dolor ante el suicido de su marido hace tres años, desde cuando se ha quedado sola. Mini es una joven que va de misteriosa por la vida, que parece distante y un poco orgullosa. Están en el pueblo pasando una temporada, con el padre de Mini y suegro de Jaya, y el hijo de ésta, un chico travieso apodado Tublu Babu (me encanta el sonido de este nombre). El viejo padre, un hombre cultivado y fan de Tagore, las dos mujeres, y los cuatro jóvenes, enseguida se llevan bien y se hacen amigos.


Pero la presencia de las mujeres coarta la libertad que los cuatro jóvenes esperaban encontrar en el bosque. A Asim no parece importarle, dado que ha encontrado en Mini a una chica que realmente le interesa; Sanjoy se pasa el tiempo con la viuda Jaya, que actúa como su madre o su tía mayor; Shekhar intenta impresionar a las dos mujeres fingiendo ser un caballero; y Hari se pasa los días ignorando al grupo, puesto que se ha "enamorado" de una chica de la tribu de Santhal que vive en el pueblo.


Esta chica Santhal, Duli, es un personaje de armas tomar. Primero la vemos de reojo: Shekhar la ha descubierto en la tienda de licor local, bebiendo como loca una botella entera ella solita. Hari no puede dejar de mirarla, y ella se da cuenta y se acerca a los "ricos bengalíes" para pedir más alcohol. ¿A cuántas mujeres se ve bebiendo alcohol en películas indias? En la actualidad, solo a las "malas mujeres". Además, no es una mujer de clase alta que bebe un cocktail en una discoteca de Londres, como en las películas de Bollywood, sino que es una mujer de la clase más baja posible, emborrachándose literalmente en una cutre tienda con el licor más barato que hay. De todas las películas de Satyajit Ray que he visto hasta ahora, esta es la única en la que una mujer bebe alcohol. Pero no solo eso: es una mujer que tiene muy claro lo que quiere, que es un chico bengalí que se la lleve a Calcuta. Y ella es la que interpela a los cuatro chicos, la que coquetea con ellos, sabiendo muy bien el poder que tiene. Hari cae rendido ante ella, por supuesto, y cuando Shekhar la contrata para limpiar sus habitaciones en la casa rural, se enfada porque su "amor" ha sido degradado. Pero lo mejor de esa escena, de la limpieza, no es el enfado de Hari ni la sensualidad de Duli, sino como el cuidador de la casa rural sale corriendo detrás de la chica para echarla, porque "es una mala mujer"....


Frente a esta "mala mujer" están Mini y Jaya, dos bengalíes de una buena familia. Mientras que Jaya hace un papel estupendo, de una viuda joven que intenta superar su soledad con una alegría chispeante, Mini tiene un papel un poco más simple y aburrido. Jaya se muestra desde el principio como la nuera, madre y esposa perfecta, la anfitriona perfecta, y su sonrisa hechiza a la pantalla. Pero cuando descubrimos que en realidad es una viuda, y que su marido se suicidó por razones desconocidas, este personaje da un giro. ¿Cómo puede ser tan alegre con un pasado tan triste? Poco a poco nos damos cuenta de que es una fachada tras la que intenta mantener unida a la familia. En realidad, esta mujer, que no es tan mayor, sigue siendo una mujer y se siente atraída por el buen chico Sanjoy, que sin embargo, a pesar de sus deseos de romper con las reglas, tiene miedo y no se atreve a dar el paso que Jaya le insinúa (muy directamente) que dé.

Mini, por su parte, se dedica a intentar hechizar a Asim y a la cámara con su lápiz de ojos. Esta chica que parece complicada (por una serie de traumas familiares), vive en su mundo particular, lleno de literatura inglesa y de música como Los Beatles o Andrés Segovia (uau!). Entiende muy bien la psicología masculina y Asim no tiene nada que hacer frente a ella.


En general, las tres chicas de esta película demuestran una personalidad mucho más fuerte que los chicos, que se dejan llevar por el camino que ellas marcan aunque en principio no quieran. Creo que es la película india en que las mujeres tienen más protagonismo (con excepción de Charulata) y en la que más alcohol se bebe.

Y además, es una de las más entretenidas. Muy recomendable.

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