sábado, agosto 31, 2013

Tasher Desh, de Q

(Atención: hay spoilers. Aunque no importa demasiado, la verdad. Lo importante de esta película es la forma, no el contenido. Todos los bengalíes conocen la historia antes de ir a verla, pero eso no disminuye el valor de la película).


Este es la segunda entrada que dedico a Tasher Desh, y quizá haya un tercero. He hablado de la obra de teatro de Rabindranath Tagore, que vi representada este año en Academy of Fine Arts en Calcuta, en una entrada en la que avancé lo que es el tema de esta, la película que Q ha hecho versionando (de manera fiel al texto e infiel a todas las formas) la misma obra. ¿Q? ¿Quién es Q? Q es el nombre artístico de Qaushiq (normalmente, Kaushik) Mukherjee, un director de cine bengalí independiente, famoso por su irreverencia general ante todo, pero especialmente, ante lo convencional, lo tradicional y lo anquilosador.

Sus deseos de romper con los diques que contienen la creatividad, las barreras que nos encierran (Bandh Bhenge Dao, literalmente "Rompe los diques", es una de las canciones de la obra), le han llevado a adaptar la obra de Tagore al cine. No conozco bien la obra teatral de Tagore, pero esta es una pieza muy interesante, con un contenido que, además de ser claramente didáctico, lo que enseña no es sino la libertad. De hecho, hoy en clase he preguntado, para practicar (estamos con el cine) el significado del verbo "tratar", ¿de qué trata Tasher Desh? Y la respuesta de mis alumnos ha sido "de la libertad". Lo bueno, si es breve, dos veces bueno.

Para los perezosos a los que no os apetece volver a la otra entrada a recordar, y para aquellos recién llegados que están un poco perdidos, hago un pequeño resumen: la historia cuenta la huida de un joven que se siente atrapado en la monotonía de su vida, que emprende un viaje con un amigo, y llegan a una extraña isla, el País de las Cartas, donde para su sorpresa, los habitantes viven bajo un orden marcial, siguiendo órdenes absurdas sin cuestionarse nada. El joven y su amigo, los primeros extranjeros en visitar la isla, son la chispa que hará estallar una revolución en el País de las Cartas, cuando persuaden a una de las cartas-chica a ponerse de su parte. Poco a poco, las cartas dejan de ser cartas y se convierten en seres humanos.

Pues Q lleva todo esto a la pantalla, y mucho más también. En realidad, sigue la obra de Tagore al pie de la letra: los diálogos, las canciones, no hay licencias. Las licencias se las toma en las formas, que rompen con lo que estamos acostumbrados a ver en una película. De hecho, es casi una anti-película, sobre todo la segunda parte, donde la historia se diluye en un collage de imágenes, música y poemas, que en los momentos más excesivos recuerda a un videoclip de la MTV. Pero eso es en los momentos en los que la película sobrepasa al espectador, no acostumbrado (por supuesto que no acostumbrado) al concepto que Q está proponiendo a través de su película sobre la libertad - poniéndolo en práctica en la misma.

La primera parte es un poco más "normal", digamos, en cuanto a que podemos seguir un tenue hilo narrativo: la monotonía de la vida del príncipe, contada a través de un cuentacuentos (quizá, la figura del propio director) que pasea por Calcuta y duerme en las estaciones de tren, con el texto de la obra de Tagore en la mano, obsesionado con representarla en un teatro. El cuentacuentos, que no habla sino consigo mismo y con los trenes, llega a una casa antigua y ruinosa donde hay una joven viuda, a la que reconoce como la Reina de Corazones, y a la que le empieza a contar la historia del príncipe. 


Este príncipe sin nombre (simplemente se le llama "príncipe", Rajputro) vive con su madre y una legión de sirvientes y sirvientas vestidas de blanco, en una solariega casa perdida en el bosque. La madre, exiliada o desterrada, no lo sabemos exactamente, después de que el rey la sustituyera por una reina más joven, ha encerrado a su hijo en la casa mientras que ella se ha encerrado en su mente, sus recuerdos, y el alcohol. De vez en cuando viene el mejor amigo del príncipe, que además es su proveedor de marihuana, que fuman continuamente, como único medio de escapar que tienen. El príncipe sueña con salir y viajar, escapar de esa rutina vacía, de los momentos que se repiten iguales unos tras otros. 

Q nos hace visualizar y sentir esta monotonía repitiendo planos desde todos los ángulos, como si fuera un experimento cubista, en la que casi se superponen unos a los otros (y a veces, se superponen realmente). Los diálogos se repiten cuatro, cinco, seis veces, siempre los mismos, los mismos movimientos. Nos sentimos como el joven príncipe, atrapados en esa jaula del tiempo. Su amigo no entiende por qué tanta pasión por salir de esa "jaula de oro" en la que viven, cómodamente, donde tienen todo lo que pueden desear, mientras que el mundo de fuera se presenta desconocido, incierto y peligroso. Cuando el príncipe está empezando a volverse loco de hastío, llega el Oráculo, un ser andrógino vestido de rojo que le canta lo que debe hacer: viajar. Por fin, el príncipe se enfrenta a su madre, en silencio, escribiendo con el pintalabios de ella por toda su habitación su deseo, explicando por qué no puede quedarse más tiempo en esa cárcel de casa, y su madre pronuncia sus primeras palabras en toda la película para bendecirle en su viaje.

Y llegamos a la segunda parte de la película, en la que, mágicamente - por una pastilla que toman, al estilo Matrix - llegan a una isla con una playa maravillosa. Por fin el príncipe sonríe, feliz con la novedad y la libertad, aunque sea menos cómodo que su gran mansión. Pero hay un elemento lúgubre en toda su felicidad: los nativos de la isla, que tienen una apariencia extraña y se mueven de manera extraña, todos al unísono, y hablan a gritos.


El diseño de la vestimenta y del maquillaje de las Cartas se merece un premio. Fijaos en los labios: cada palo de la baraja está claramente representado en el conjunto de colores de la ropa (variaciones de blanco, negro y rojo), y en los labios.


Q rompe la pantalla en mil partes para mostrar con mas fuerza los dientes amenazantes de las cartas, con sus particulares subtítulos (las cartas hablan con voces distintas, y por lo tanto, sus subtítulos son diferentes de los humanos). Toda la forma está diseñada con un claro propósito: romper las barreras (de la pantalla incluidas), y sobrecoger al espectador con la emoción que toque: monotonía, desesperanza, miedo, alegría, pasión...

Cuando los dos amigos están observándoles escondidos entre los arbustos, no pueden evitar reírse de las Cartas. Esto los alerta y son descubiertos, arrestados por el crimen de reír, y llevados ante el Rey y la Reina de las Cartas (hay que decir que estas cartas eran muy igualitarias, ya que el Rey siempre consulta con la Reina antes de tomar cualquier decisión, y si no está de acuerdo, pues no se toma hasta que no tengan un consenso). Al príncipe se le ocurre cantar como símbolo de respeto, pero cantar también es un crimen el País de las Cartas, así que los habitantes piden que sean ejecutados por atreverse a cometer semejante crimen, porque hay que "mantener la cultura". El ministro de cultura, una carta especialmente cabezota, pide su muerte, mientras que otros piden el destierro. Pero el príncipe pide permiso para hablar antes de ser juzgado, y les canta a las mujeres-cartas una canción como la que el Oráculo le cantó a él. Esto hace perder la compostura y la seguridad a las mujeres, incluida la Reina, que tras escuchar la canción, se niega a que sea castigado. Así que el castigo queda pospuesto, y ellos siguen con vida.

Entonces perdemos de vista a los dos amigos, para centrarnos en las cartas, y en como una de ellas , Horotoni (la Reina de Corazones) empieza a rebelarse ante las normas estúpidas y deja de hacer nada de los establecido, para hacer libremente, lo que ella quiere. Entre otras cosas, sentir la brisa en su pelo.


 Horotoni corta con tijeras la tienda de campaña donde vive, y se quita la gorra, para sentir la brisa del mar por primera vez.

Poco a poco, las demás cartas la siguen, primero las mujeres y luego los hombres, hasta que los habitantes de la isla están claramente divididos en dos facciones, con el obsesivo ministro de cultura y el Rey a un lado, y Horotoni y los suyos del otro. La película termina con la rebelión en marcha, con Horotoni y los suyos gritando con antorchas en la mano, esperanzados. El cuentacuentos y la viuda (que no sabemos si es realmente la Reina de Corazones, pues entonces, ¿qué le ha pasado?, o si es la imaginación del cuentacuentos, que la imagina como tal) abandonan la casa en ruinas para, quizá, volver a Calcuta juntos. Y Q nos regala al final, con los títulos de crédito, un montaje de imágenes y videos de diversas manifestaciones y rebeliones en el mundo, de guerras y de soldados en las calles (un guiño a la Primavera Árabe, entre otras rebeliones que seguramente no he sido capaz de reconocer), los grafittis de Bansky (¿qué indio los reconocerá? Ninguno...esto es un guiño a la audiencia occidental), y por fin, la voz de Tagore dirigiéndose a su pueblo en un tono altivo, hablando de la cultura de la Dorada Bengal.

Otra de las joyas de esta película es la banda sonora, que da un toque moderno a las canciones de Tagore. Y entre los muchos cantantes que participan en la banda sonora, está una de mis favoritas, Anusheh Anadil de Bangladesh. Si os interesa, os lo puedo enviar: en youtube todavía no está disponible.

Esta es la canción de la que hablaba al principio, Bandh Bhenge Dao, Rompe los diques, las barreras, en la versión tradicional y la versión de la película de Q, con la colaboración de Asian Dub Foundation:




Rompe los diques, rompe los diques, rompe los diques, 
¡rompe los diques!

Deja que desaparezca la esclavitud
Deja que la canción seca fluya
Canta por la victoria del derribo.
Deja que la marea se lleve lo desgastado y viejo
Deja que se vaya, deja que se vaya.
Hemos escuchado el grito de los jóvenes
"¡No tengas miedo, no tengas miedo, no tengas miedo!"
No temas lo desconocido
Aunque las puertas estén cerradas
Atraviésalas ya sin temor.

Bnaadh bhenge daao (x4)
bandi praanmon hok udhaao
shukno gaane aashuk
jiboner jaygaan gaao
jirno puraatan jaak bhese jaak
jaak bhese jaak, jaak bhese jaak
aamraa shunechhi oi
"mabhoi! mabhoi! mabhoi!"
kon nutoneri dak
bhoy korina ajaanaare,
ruddha taahaari ddare
duraar bege dhaao.


viernes, agosto 30, 2013

La acera que era un tesoro de los libros

¿Recordáis aquel libro ruso, traducido al bengalí, que trataba de explicar por qué la tierra es redonda (más bien, cómo sabemos que la Tierra es redonda), con unos dibujos maravillosos? Pues ayer mismo, en la misma acera donde lo compré, vi un libro amarillo con un título hechizante:







Y por 40 rupias, lo compré sin dudar.

Es un libro de cuentos populares de Estonia, Letonia y Lituania, en una edición rusa traducida al inglés, y con unos dibujos fascinantes, como podéis ver.

Una delicia :) Pero lo mejor de todo, es saber que hay tesoros escondidos en esa acera esperando a que yo los encuentre.

miércoles, agosto 21, 2013

Rakhsa Bandhan

Hoy ha sido Rakhsa Bandhan, el día en que las hermanas atan una colorida y brillante pulsera alrededor de la muñeca izquierda de sus hermanos mayores, o de las personas que cumplan un papel similar en su vida, para fortalecer el vínculo de cuidado y protección entre los dos.

Este año, ha salido un anuncio muy bueno en la televisión, en el que una chica que pregunta la dirección a un policía, al fijarse que el policía no tiene ningún rakhi (pulsera) atada en la muñeca, le ata una, y el policía le da su número de teléfono para que le llame en cualquier momento que necesite protección. Una campaña muy al tono, tras la violación de Delhi y la pequeña (o gran) locura que está sufriendo India ahora mismo. El tema de las violaciones y los acosos sexuales se ha vuelto casi "trending topic" de los medios de comunicación, donde ahora se publican diariamente y con todo tipo de detalles, de manera sensacionalista. El anuncio, supongo, forma parte de una pequeña campaña de concienciación, y sobre todo, de restauración de la imagen de la policía, que está por los suelos, ya que no pocas veces son ellos mismos los violadores. Pero, bueno, el anuncio la verdad es que está muy bien:


Al parecer la significación de este día ha aumentado y ahora incluye la amistad a grandes rasgos. Tantos, que yo he recibido mi propio rakhi a manos de mi amigo Kashinath:


El rakhi en mi muñeca, y el blog al fondo.


Y esta semana andamos de exámenes en la universidad, por fin, con tres meses de retraso:


Mis alumnos, al fondo. El segundo de la derecha, al lado de la pared, es Kashinath, en su examen de ruso.


domingo, agosto 18, 2013

Tarde de domingo

Hoy me levanté temprano, despertada por alumnos con dudas de esas que sólo te asaltan el día antes del examen, aunque el profesor te las haya solucionado en clases mil veces antes. Me llamó Raju, uno de mis alumnos de mayor edad, y de fondo podía oír los murmullos de su mujer y de su hija. Le imaginé estudiando en la mesa de la cocina, con el sol de la mañana y una taza de té al lado, quizá alguna galleta, enseñándole algo a su hija mientras estudiaba los verbos irregulares, pensando en llamar a la profesora a las ocho de la mañana por esa duda que tenía que despejar inmediatamente, para poder digerir el desayuno.

En realidad, es muy dulce que un hombre de unos 50 años que no tiene por qué aprender español por ninguna necesidad vital, se ponga a estudiar tan seriamente, aunque sea el día anterior al examen. Pero no fue el único: tres o cuatro alumnos más se pusieron en contacto conmigo a pesar de mis advertencias de "podéis enviadme los emails que queráis, llamadme cuándo queráis, pero no quiero ninguna pregunta el domingo antes del examen". Dicho, y no hecho. 

Después de una mañana relajada, escuchando música y leyendo, yendo al mercado, limpiando la habitación y preparando la clase del lunes (ya que como tendré que vigilar el examen final, estaré de 13.00 a 19.30 en la universidad sólo con una hora de descanso, para comer). Pero por la tarde decidí aprovechar el día para algo más: para salir y hacer fotos.

Lo más fotogénico de Calcuta es, sin duda, el norte. Desde Central hasta Shyambazar, se extienden calles y callejuelas y avenidas con los edificios y las visiones más pintorescas. En el sur también hay cosas interesantes, sin duda, pero el norte tiene un toque especial, un "algo inexplicable" que hace que quieras volver y volver, aunque apeste y haya que zigzagear para poder pasar entre la gente y la basura. Es una atmósfera especial, en la que juegan la luz, la forma de las calles, la arquitectura, la gente (su número innumerable, sus vestidos, su actitud, su forma de hablar,...), los olores punzantes, tanto los buenos como los manos, el aire que viene del río, ... Los colores de las casas, de las ropas, de las comidas, del cielo. 

Además, está la posibilidad de tomar un ferry e ir, en un viaje corto pero indispensable,  de unos 10 minutos como máximo, desde el lado norte del río hasta Haorah, más al sur. Ya he contado en una entrada anterior este paseo en ferry, que hice una vez este año. Me apetecía repetirlo, y cómo la lluvia parecía que no iba a impedírmelo hoy, allá fui. Metro a Shovabazar, y luego paseando, dándome de bruces por casualidad con una famosa tienda de dulces en la que ya había estado (y en la que probé un nuevo mishti, un dulce bengalí, a los que debería dedicar una entrada próximamente). Pasé por Kumartuli (barrio al que ya también le dediqué una entrada), donde están ahora fabricando las estatuas de la diosa Durga para Durga Puja, aunque también están haciendo unos cuantos Ganesha, pues se acerca, en septiembre ya, Ganesh Chathurti (fiesta que podéis ver en otra entrada anterior, del 2011, hacia el final de la misma). 

Aquí os dejo con las fotos y los vídeos de hoy.



Detalle del balcón de una casa tradicional, en Shovabazar, el norte de Calcuta


Soportales y farolas en un edificio que guarda un templo, en Shovabazar, cerca de Kumartuli


Detalle de una imagen de la Diosa Durga para colgar en la pared, sin terminar, en Kumartuli


Diosas y diosas Durga a la venta. La más barata, 400 rupias. La más cara, 700.


El artista dando los últimos retoques a la imagen: el pelo.


El artista con las manos en la masa


Se acerca Durga Puja, y las estatuas de la forma tradicional de la diosa luchando y de su familia, se acumulan en los diversos talleres de Kumartuli, entre el olor a barro y paja húmedo y a pintura y pegamento.


Una casa vieja y azul en Kumartuli.


He descubierto que en Kumartuli, además de fabricar dioses, fabrican hilos en casi todos los bajos de casi todas las casas.


En el ghat, a orillas del río, bajo un árbol-templo de Shiva se acumulan las huellas de una puja de las nagas. Las (o los) nagas son semidioses-serpientes, relacionados con Shiva y con la fertilidad.


Detalle de las serpientes.


El árbol templo.


Las aguas del Hooghly iluminadas a las luces del muelle donde parará el ferry, antes de seguir hasta Haorah



Llegando a Haorah, tras pasar el Puente (de Haorah, claro)

domingo, agosto 04, 2013

Concierto de música occidental / música clásica india: la fusión de Jari Singla

Este sábado he ido a otro concierto más, pero muy diferente del concierto del viernes. Se trataba de un concierto de piezas que fusionaban música occidental (clásica, pero con un toque jazz) con música clásica india, en Max Muller Bhavan, que viene a ser el Instituto Cervantes alemán. Ellos siempre están preparando actividades que fusionan occidente con oriente y resultan muy interesantes.

El pianista Jari Singla, con una beca del Max Muller, vino a India unos meses para trabajar con unos músicos indios y crear nuevas músicas. Este concierto fue la presentación de dichas piezas creadas tras esos meses de trabajo, y alguna composición anterior, acompañados por un contrabajista también alemán.

Os dejo los audios grabados en el apartado de "Sounds of Calcutta" (junto con unos nuevos, de la lluvia monzónica) y este vídeo, de la actuación final.


sábado, agosto 03, 2013

Un viernes "de película"

Ayer viernes fue uno de los días más raros, en el buen sentido de la palabra, que he tenido en Calcuta. El jueves por la tarde, el editor de la revista de cine para la que estoy escribiendo me llamó para invitarme a acompañarle a la casa de Soumitra Chatterjee. Los lectores asiduos del blog sabrán que he hablado de Soumitra en casi todas mis entradas sobre cine bengalí, y que es sin duda uno de mis actores favoritos, y que, en resumen, soy una fan. Sin duda acepté la invitación, aunque me puse muy nerviosa: ¡iba a ir a la casa de una estrella de cine! Tenía que acostarme pronto y dormir bien para madrugar, pero con los nervios, me fue casi imposible, aunque conseguí levantarme. Después de unos problemillas con un taxista listillo, y del tráfico horrible de las mañanas en Calcuta, llegué a tiempo al punto donde el editor vendría a recogerme para llevarme a la casa del actor. Al parecer los dos habíamos tenido la misma idea y le habíamos llevado chocolate de regalo (yo unas galletas de esas con chocolate rellenas de naranja, y él unos bombones), porque, al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta el chocolate? Sólo esperaba que no tuviera diabetes. Esta información no está en internet, claro.

El editor de la revista está escribiendo un libro sobre Soumitra, su actuación en cine y en teatro, y sus otras actividades artísticas (es poeta, recita, y también escribe guiones de teatro, además de traducir obras al bengalí y editar revistas - esto es Calcuta). Ya le había hecho varias entrevistas, pero siempre hacen falta más, y la de hoy fue sobre el teatro. Fue estupendo, porque es un tema del que yo sabía menos, aunque había ido a verle en la versión en bengalí de El Rey Lear que lleva varios años representando, cómo no, en el papel de Lear. 

La casa está en una zona residencial, verde y tranquila, en el sur de Calcuta. Es pequeñita, una especie de dado grisáceo de dos pisos, con un amplio jardín que medio esconde la casa de la vista del público. El salón, de tamaño medio, estaba decorado de manera muy simple, sin demasiados ornamentos ni colores chillones ni nada ostentoso. Un mueble con estanterías y cajones cubría una pared, una mesa bajita delante de un sofá, y un pequeño espacio aparte, con un sofá y dos sillones a juego, el uno enfrente de los otros, al lado de una ventana a través de la que se podía ver una enredadera, que dejaba pasar la luz pero protegía a los visitantes de las miradas curiosas. Allí fue donde nos sentamos a esperarle. Lo que me llamó más la atención fue que estaba leyendo el último libro de Khaled Hosseini (And the mountains echoed), además de las estatuas de cabezas de Buda (Buda estilo Siddartha, es decir, el joven Buda), y sobre todo, que parece que colecciona pequeñas estatuas del toro Nandi, la cabalgadura de Shiva - supongo que será devoto de este dios en particular.

No tuvimos que esperar mucho, y llegó en pantalón de chándal y camiseta, muy casual, sin pretensiones. Se mostró sorprendido de verme allí (el editor no le había dicho nada de mi presencia), pero agradeció los regalos y estuvo muy hablador y agradable. Hasta nos invitó a café, cosa que, según el editor de la revista, sólo había hecho dos veces anteriormente. De hecho, se quedó tan contento con la entrevista - una hora y media, muy distendida, en la que discutimos la escena actual del teatro y los nuevos estrenos de cine -, que quiere llevarme las próximas veces también, a ver si Soumitra reacciona igual y habla así de animadamente, ya que me ha comentado que ha habido ocasiones en las que se ha levantado de mal humor y en las que no decía ni una palabra.

Además, hasta nos hicimos unas fotos :)


Nos despedimos por fin y volví a mi residencia para mi siguiente cita: una ceremonia de inauguración del nuevo apartamento del profesor de sánscrito que ha estado viviendo en la Guest House durante los últimos cuatro meses, Kamal. Después de pasar cuatro años en las Islas Fidji como enviado diplomático, ha vuelto a Calcuta para ocupar su posición como profesor de epigrafía en la Universidad de Calcuta, y la universidad le ha dado un piso en el norte de Calcuta, como suele hacer con los profesores que no son de Calcuta (excepto con los extranjeros, que tenemos que quedarnos en esta Guest House... en fin...). Aquí en India es habitual que antes de empezar a vivir en una casa se realice una ceremonia de, literalmente, "calentamiento de la casa" (housewarming), en la que sin duda no puede faltar el fuego como elemento esencial: encendimos incienso, ofrecimos flores, y preparé un té (que lleva calor) para celebrarlo, junto a unos dulces que compramos previamente. 


Flores, en medio, un loto ("kamal", como el profesor), el incienso, y ese paquete en blanco fue el libro de "cocina para novatos" que le regalé.


El profesor Kamal y el té.

Allí estuvimos una hora (aunque ir y volver en taxi nos llevó otra hora, de verdad, nunca había estado tanto tiempo metida en un coche en Calcuta, y es horrible, hay atasco en todas las calles a todas horas), viendo el piso, y comentando qué hace falta para vivir, porque está sin amueblar. Así que le dibujé un plano del piso, y apuntamos las cosas básicas necesarias, cuál sería la utilidad de cada una de las habitaciones, etc. En sus cuarenta y tantos años de vida nunca ha vivido en su propia casa, siempre en la de alguien, o la que le había prestado el gobierno de Fidji cuando estuvo allá, así que jamás ha tenido que enfrentarse a una casa sin amueblar ni es consciente de lo que es necesario y no, ni sabe cocinar ni limpiar ni hacer nada por sí mismo porque, en India, siempre hay alguien que hace esas cosas por ti (especialmente, si naces hombre), incluso en Fidji tenía una familia como sirvientes. Así que ahora que tiene que hacerlo todo solo, está muy perdido (de ahí lo del libro de cocina para novatos), y aproveché para enseñarle cómo funciona el fuego de inducción (el que veis en la foto, es lo único moderno que hay para cocinar aquí, nada de vitrocerámicas ni placas eléctricas. Y ya veis el acabado de la cocina... horrible...), y explicarle algunas cosas básicas, como no que no hay que poner la lavadora en medio del salón o que hay que medir las habitaciones antes de comprar los muebles (cosa que no, no se le había ocurrido pensar). 

Por fin volvimos, y aunque estaba muerta de cansancio, aún me quedaba una cita más: un concierto de rock pop bengalí en un local al sur de Calcuta (de norte a sur, recorrí toda la ciudad, vaya). Allí esperaba encontrar a una amiga pero al final encontré a un estudiante de español y a los franceses de la Alliance Française y del consulado. La música no estuvo mal (el grupo fue mejor en directo que en los videos de Youtube), pero lo que realmente me gustó fue el local, espacioso y con buena sonoridad, la terracita de fuera, y el ambiente del lugar. Hay un concierto cada viernes, y ahora que por fin lo he "estrenado", creo que voy a volver.


Foto del escenario en la prueba de sonido previa al concierto.

Y por fin volví a casa para caer casi rendida en la cama después de un día tan ajetreado. 


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