Ayer viernes fue uno de los días más raros, en el buen sentido de la palabra, que he tenido en Calcuta. El jueves por la tarde, el editor de la revista de cine para la que estoy escribiendo me llamó para invitarme a acompañarle a la casa de Soumitra Chatterjee. Los lectores asiduos del blog sabrán que he hablado de Soumitra en casi todas mis entradas sobre cine bengalí, y que es sin duda uno de mis actores favoritos, y que, en resumen, soy una fan. Sin duda acepté la invitación, aunque me puse muy nerviosa: ¡iba a ir a la casa de una estrella de cine! Tenía que acostarme pronto y dormir bien para madrugar, pero con los nervios, me fue casi imposible, aunque conseguí levantarme. Después de unos problemillas con un taxista listillo, y del tráfico horrible de las mañanas en Calcuta, llegué a tiempo al punto donde el editor vendría a recogerme para llevarme a la casa del actor. Al parecer los dos habíamos tenido la misma idea y le habíamos llevado chocolate de regalo (yo unas galletas de esas con chocolate rellenas de naranja, y él unos bombones), porque, al fin y al cabo, ¿a quién no le gusta el chocolate? Sólo esperaba que no tuviera diabetes. Esta información no está en internet, claro.
El editor de la revista está escribiendo un libro sobre Soumitra, su actuación en cine y en teatro, y sus otras actividades artísticas (es poeta, recita, y también escribe guiones de teatro, además de traducir obras al bengalí y editar revistas - esto es Calcuta). Ya le había hecho varias entrevistas, pero siempre hacen falta más, y la de hoy fue sobre el teatro. Fue estupendo, porque es un tema del que yo sabía menos, aunque había ido a verle en la versión en bengalí de El Rey Lear que lleva varios años representando, cómo no, en el papel de Lear.
La casa está en una zona residencial, verde y tranquila, en el sur de Calcuta. Es pequeñita, una especie de dado grisáceo de dos pisos, con un amplio jardín que medio esconde la casa de la vista del público. El salón, de tamaño medio, estaba decorado de manera muy simple, sin demasiados ornamentos ni colores chillones ni nada ostentoso. Un mueble con estanterías y cajones cubría una pared, una mesa bajita delante de un sofá, y un pequeño espacio aparte, con un sofá y dos sillones a juego, el uno enfrente de los otros, al lado de una ventana a través de la que se podía ver una enredadera, que dejaba pasar la luz pero protegía a los visitantes de las miradas curiosas. Allí fue donde nos sentamos a esperarle. Lo que me llamó más la atención fue que estaba leyendo el último libro de Khaled Hosseini (And the mountains echoed), además de las estatuas de cabezas de Buda (Buda estilo Siddartha, es decir, el joven Buda), y sobre todo, que parece que colecciona pequeñas estatuas del toro Nandi, la cabalgadura de Shiva - supongo que será devoto de este dios en particular.
No tuvimos que esperar mucho, y llegó en pantalón de chándal y camiseta, muy casual, sin pretensiones. Se mostró sorprendido de verme allí (el editor no le había dicho nada de mi presencia), pero agradeció los regalos y estuvo muy hablador y agradable. Hasta nos invitó a café, cosa que, según el editor de la revista, sólo había hecho dos veces anteriormente. De hecho, se quedó tan contento con la entrevista - una hora y media, muy distendida, en la que discutimos la escena actual del teatro y los nuevos estrenos de cine -, que quiere llevarme las próximas veces también, a ver si Soumitra reacciona igual y habla así de animadamente, ya que me ha comentado que ha habido ocasiones en las que se ha levantado de mal humor y en las que no decía ni una palabra.
Además, hasta nos hicimos unas fotos :)
Nos despedimos por fin y volví a mi residencia para mi siguiente cita: una ceremonia de inauguración del nuevo apartamento del profesor de sánscrito que ha estado viviendo en la Guest House durante los últimos cuatro meses, Kamal. Después de pasar cuatro años en las Islas Fidji como enviado diplomático, ha vuelto a Calcuta para ocupar su posición como profesor de epigrafía en la Universidad de Calcuta, y la universidad le ha dado un piso en el norte de Calcuta, como suele hacer con los profesores que no son de Calcuta (excepto con los extranjeros, que tenemos que quedarnos en esta Guest House... en fin...). Aquí en India es habitual que antes de empezar a vivir en una casa se realice una ceremonia de, literalmente, "calentamiento de la casa" (housewarming), en la que sin duda no puede faltar el fuego como elemento esencial: encendimos incienso, ofrecimos flores, y preparé un té (que lleva calor) para celebrarlo, junto a unos dulces que compramos previamente.
Flores, en medio, un loto ("kamal", como el profesor), el incienso, y ese paquete en blanco fue el libro de "cocina para novatos" que le regalé.
El profesor Kamal y el té.
Allí estuvimos una hora (aunque ir y volver en taxi nos llevó otra hora, de verdad, nunca había estado tanto tiempo metida en un coche en Calcuta, y es horrible, hay atasco en todas las calles a todas horas), viendo el piso, y comentando qué hace falta para vivir, porque está sin amueblar. Así que le dibujé un plano del piso, y apuntamos las cosas básicas necesarias, cuál sería la utilidad de cada una de las habitaciones, etc. En sus cuarenta y tantos años de vida nunca ha vivido en su propia casa, siempre en la de alguien, o la que le había prestado el gobierno de Fidji cuando estuvo allá, así que jamás ha tenido que enfrentarse a una casa sin amueblar ni es consciente de lo que es necesario y no, ni sabe cocinar ni limpiar ni hacer nada por sí mismo porque, en India, siempre hay alguien que hace esas cosas por ti (especialmente, si naces hombre), incluso en Fidji tenía una familia como sirvientes. Así que ahora que tiene que hacerlo todo solo, está muy perdido (de ahí lo del libro de cocina para novatos), y aproveché para enseñarle cómo funciona el fuego de inducción (el que veis en la foto, es lo único moderno que hay para cocinar aquí, nada de vitrocerámicas ni placas eléctricas. Y ya veis el acabado de la cocina... horrible...), y explicarle algunas cosas básicas, como no que no hay que poner la lavadora en medio del salón o que hay que medir las habitaciones antes de comprar los muebles (cosa que no, no se le había ocurrido pensar).
Por fin volvimos, y aunque estaba muerta de cansancio, aún me quedaba una cita más: un concierto de rock pop bengalí en un local al sur de Calcuta (de norte a sur, recorrí toda la ciudad, vaya). Allí esperaba encontrar a una amiga pero al final encontré a un estudiante de español y a los franceses de la Alliance Française y del consulado. La música no estuvo mal (el grupo fue mejor en directo que en los videos de Youtube), pero lo que realmente me gustó fue el local, espacioso y con buena sonoridad, la terracita de fuera, y el ambiente del lugar. Hay un concierto cada viernes, y ahora que por fin lo he "estrenado", creo que voy a volver.
Foto del escenario en la prueba de sonido previa al concierto.
Y por fin volví a casa para caer casi rendida en la cama después de un día tan ajetreado.
1 comentario:
¿Feluda al final no podía adivinar que vas a su casa por la mañana?... pues tienes suerte a ir a su casa y charlar con él...
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