viernes, septiembre 21, 2012

Las huelgas contraatacan

Recuerdo que el año pasado, un día, mi jefe me llamó a la oficina:
- Mañana no vengas a la universidad. Hay una national bandh.

¿Una banda nacional de música?, pensé yo. Pero no, no era música, aunque sí que hubo canciones: canciones protesta. Una bandh es una huelga, y esa fue la primera de las cuatro o cinco que sufrí el año pasado. La gran mayoría, debido a los transportes y a la subida del precio de la gasolina. Pero fueron pocas. La anterior lectora me había avisado de que había huelgas continuamente; en mi primer año en Calcuta, apenas vi cuatro o cinco. 

Esta semana, en cambio, ha sido una huelga completa. Desde el lunes hasta el jueves, una protesta tras otra, de nuevo, por la subida del precio de la gasolina y la negativa del gobierno a subir las tarifas de los  taxis y de los billetes de autobús. El año pasado, los autorickshaw hicieron una huelga un día, y al día siguiente ya habían subido los precios una o dos rupias. Esta semana, a pesar de la huelga continua, nada ha cambiado ni para taxis (que debe ser la segunda huelga que hacen) ni para los autobuses (que llevan toda la semana así).

Empecemos por el lunes. Además de haber sido convocada la huelga de autobuses, era Vishwakarma Puja, el día del dios de la mecánica, así que entre las vacaciones que se había pedido la gente y la ausencia de autobuses, la ciudad estaba más tranquila. Tan sólo 6 alumnos pudieron venir a clase. El martes ya no había puja, así que el número normal de trabajadores tendría que ir a sus lugares de trabajo habituales, pero sin autobuses, ya que estos seguían de huelga. El resultado: un caos completo, autorickshaws saturados, todos los taxis ocupados y el metro, atestadísimo. El miércoles todo siguió igual, con el añadido de que era Ganesh Chaturthi y que los camiones con la imagen del dios Ganesh y sus devotos se veían por doquier, entorpeciendo el tráfico aún más. El jueves, national bandh otra vez. Los taxis amenazaban con ir a la huelga por 72 horas desde el jueves, pero al final se contentaron con cumplir la huelga de 12 horas que varios partidos de la oposición habían convocado en todo el país. 

El jueves por fin no tuve que luchar por entrar en el metro ni ver como mis clases estaban vacías de alumnos que no podían llegar a la universidad sin autobuses. Salí a la calle por la tarde: estaban todas las tiendas cerradas, apenas algunos puestos de té o frutas abiertos, o vendedores de muri, pero no todos. No había coches por la calle, ni buses ni nada. En mi calle, había unos chavales jugando al cricket, aprovechando el espacio. Cuando por fin vi un autorickshaw que me llevase hasta el metro, me llevó a mi sola, sin esperar a que se le llenase el auto, ya que sabía muy bien que no iba a llenarlo de ninguna de las maneras: no había nadie. El metro funcionaba, porque es un servicio público y el gobierno ordenó que abriera a pesar de la llamada a la huelga, pero no había apenas gente. Por primera vez, uno podía sentarse donde quisiera. Algunos cines funcionaban, otros no, en el Victoria Memorial los guardias trabajaban, pero los vendedores de tickets en las taquillas no, así que el jueves, el Victoria Memorial fue gratis. Y así pasó el día, disfrutando de una Calcuta pacífica y silenciosa, una Calcuta desconocida hasta ahora.

Todo este tema de los autobuses es muy raro, la verdad. No me extraña que estén de huelgas, porque los precios son ridículos. ¿Cómo puede costarme una hora en autobús hasta Haorah 8 rupias, cuando los 10 minutos en autorickshaw desde mi casa a la estación de metro me cuestan 6? Lo más inexplicable de todo es que la mayoría, pero la mayoría con mucho, de los autobuses que recorren la ciudad, son autobuses privados. Apenas un 20% serán autobuses que provee el ayuntamiento. Pero a pesar de ser de compañías privadas, no tienen libertad para imponer sus tarifas, que controla el gobierno. Es cierto que subir, digamos, 5 rupias, sería un coste que mucha gente no se podría permitir. Pero también es cierto que la gasolina ha estado subiendo mucho más que eso, y los autobuses no funcionan con agua del Ganges (aunque se podría probar, porque nunca se sabe la de químicos que debe haber ahí...). Si el gobierno quiere que mejorar la calidad del transporte y mantener unos precios asequibles para todo el mundo, tiene dos opciones: poner más autobuses públicos en la carretera, o subir los sueldos de la gente para que puedan pagarse el autobús un poco más caro. Porque como los empresarios que han montado sus negocios de autobuses privados vayan a la quiebra, Calcuta se va a quedar sin transporte y eso va a ser mucho peor que un sólo día de huelga.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un buen razonamiento
Besos

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