lunes, febrero 28, 2011

Qué te puedo contar

Se acercan mis primeros dos meses en India y la mitad de curso para mis alumnos. La semana que viene tienen su parcial, y están todos nerviosos pensando en si aprobarán o no aprobarán. Creo que los he preparado bien, pero ya veremos. El caso es que se nota cómo pasa el tiempo.

Cada vez hace más calor, y eso es lo que peor llevo, con diferencia. Eso, y que se vaya la luz continuamente. No sé cómo aguanta la nevera. Nunca sabes cuándo se va a ir, así que mi ordenador anda ya todo el rato con la batería puesta, por si acaso se me va y se me apaga de repente. En algunos sitios, como en la escuela (creo) tienen pequeños generadores. Es una buena inversión aquí en Bangalore. Al parecer, según me han contado, hace cinco o seis años esto no pasaba, pero la ciudad ha crecido tanto y tantas industrias y compañías han venido aquí, que ahora pasa a menudo, porque derivan la electricidad a otro sitio que “la necesita más”.

Como siempre, me paso la semana centrada en las clases, dentro y fuera del instituto. Cada vez que veo las noticias o los videos de rtve, ya los miro con ojo clínico a ver si me sirven o no para alguna clase. Cada canción que escucho es examinada con el oído de una profe de español a tiempo completo. Pero en el fondo, hacer esto es muy cansado. Al menos, el viernes pasado hice algo diferente: ir a un mercadillo que hacen viernes, sábado y domingo en un barrio cercano.

Es casi como una feria, tipo la de Bouzas, la de Coia (en Vigo), la Aldehuela (Salamanca), o tipo Rastro de Madrid. Bueno, más o menos, con sus diferencias. Hay puestecitos por la calle, sí, pero estos son básicamente de comida, frutas y verduras. Pero las tiendas que hay a lo largo de toda la calle donde está el mercado abren y ponen mesitas fuera, con productos, y esos días hay como más gente comprando. La verdad es que una puede encontrar de todo ahí, desde sillas de mimbre a tuberías, cojines o ropa. También juguetes, colonias y maquillaje. Uno elige, vamos.

A Lucía y a mí se nos iban los ojos en cada puesto de ropa, telas y saris. La verdad es que son una preciosidad, los colores, los diseños....En un puesto no pudimos resistirnos más y compramos unas telas para llevar a un sastre a que nos haga el vestido. Lucía se compró uno en tonos azules marino y morados oscuros con un diseño de mosaico muy fino. Yo, en cambio, tiré por un diseño muy colorido típico del sur (aquí visten con más colorines y sobre todo, amarillos, al parecer), con una tela que parece un poco hippie. La tela, ya cortada una parte para la kurta (túnica, digamos), y con otra parte para los pantalones, y con el fular ya listo: 275 rupias. Ahora hay que llevarlo a coser. ¡Estoy deseando ver cómo queda! Cuando lo tenga listo y haya fotos, las cuelgo.

jueves, febrero 24, 2011

Ser y Estar, de Benedetti

Un fantástico poema que además tiene sentido para las clases de español:


Oh marine
Oh boy
una de tus dificultades consiste en que no sabes
distinguir el ser del estar
para ti todo es to be
así que probemos a aclarar las cosas


por ejemplo
una mujer es buena
cuando entona desafinadamente los salmos
y cada dos años cambia el refrigerados
y envía mensualmente su perro al analista
y sólo enfrenta el sexo los sábados de noche

en cambio una mujer está buena
cuando la miras y pones los perplejos ojos en blanco
y la imaginas y la imaginas y la imaginas
y hasta crees que tomando un martini te vendrá el coraje
pero ni así

Por ejemplo
un hombre es listo
cuando obtiene millones por teléfono
y evade la conciencia y los impuestos
y abre una buena póliza de seguros
a cobrar cuando llegue a sus setenta
y sea el momento de viajar en excursión a Capri y a París
y consiga violar a la Gioconda en pleno Louvre
con la vertiginosa polaroid

En cambio
un hombre está listo
cuando ustedes
oh marine
oh boy
aparecen en el horizonte
para inyectarle democracia.


martes, febrero 22, 2011

Y por fin la lluvia

Desde que llegué a Bangalore, he estado disfrutando-sufriendo con su clima. Al principio, muy bien, calorcito en invierno, pero hace una semana o así, empezó a hacer un calor agobiante, el peor que he sufrido en mi vida. Dormía ( o más bien, intentaba dormir) con el ventilador puesto, no paraba de beber agua, hasta empecé con los helados...pero nada. Hasta acabé por romper el abanico a base de tanto usarlo. Hasta que por fin, ayer llovió.

¡Y cómo llovió! No me he mojado tanto en mi vida. No tengo paraguas y me pilló la lluvia justo al salir de clase. Nada que hacer. Menos mal que la ropa no destiñó, que era lo que más miedo me daba. A pesar de la lluvia, la temperatura era buena, y la verdad, es que fue maravilloso que lloviera. Hoy la temperatura ha sido más suave, ha estado un poco nublado y previsiblemente seguirá así toda la semana.

Me habían comentado que antes, hace unos años, en Bangalore solía llover todos los días, y yo no me lo acababa de creer. Pero parece que la lluvia ha vuelto después de un mes de sequía. Así que ahora me toca acostumbrarme para cuando llegue el monzón.

La próxima vez, saco una foto. Aunque menos mal que no me llevé la cámara ese día, porque a lo mejor no habría sobrevivido...

domingo, febrero 20, 2011

Veg / Non-veg

Una de las cosas por las que me gusta India es que es el paraíso de los vegetarianos. Aquí siempre hay opción  vegetariana, vayas donde vayas: el problema lo tienen los no vegetarianos. He visto restaurantes sólo "Veg" (vegetariano), pero no he visto ninguno en que el sólo haya opciones carnívoras (incluyendo el pescado).  De todas maneras, hay gente no vegetariana, quienes, por cierto, se sorprenden de que los extranjeros seamos vegetarianos porque claro,  aquí eso es una cuestión religiosa. Fuera, ser vegetariano o no es una opción personal de compromiso con el mundo. Nada que ver.

Tanto Lucía como yo somos vegetarianas. En el fondo, una de las muchas razones porque las que siempre quisimos venir a la India era esta. Así que cada vez que conocemos a alguien o vamos a cenar o comer y sale el tema, enseguida nos preguntan "¿y por qué?" o "¿tus padres son vegetarianos?", como si el tema se heredara. Claro, que aquí pues es algo así. ¿Cómo les explicas que los animales sufren en masa para alimentarnos cuando hay otras maneras de criarlos, y que cada vez hay menos peces en el mar?

Ser vegetariano está tan enraizado que la verdad es que en los supermercados se ve poca carne: en realidad, sólo se ve carne congelada y sobre todo, pollo. Carnicerías se ven, pero tampoco tantas para la población que hay aquí. Lo más gracioso es que la marca de pollo congelado se llama "Real Good", un nombre nada sutil que nos dice a los consumidores que está muy rico y que además es sano. Perfecto. Realmente Bueno. De hecho, ahora mismo acabo de volver del supermercado de mi barrio, donde la marca esta está haciendo una campaña ofreciendo pollo al curry gratis a todos los non-veg que entran en el supermercado. Ahí anda una señora, preguntando a todo el mundo "¿Eres veg o non-veg?", y la verdad es que mientras yo he estado en el super, todos hemos respondido "veg" (el super es pequeñito, así que se oye todo lo que se habla), y no he visto a nadie comiendo del pollo gratis. Eso en España es impensable. ¿Pollo gratis? No dura ni cinco minutos.


Pues aquí, ni regalado...

Así que vegetarianos del mundo, ¡veníos!

jueves, febrero 17, 2011

Spanish Trainer

Últimamente no paro de escribir, ¿eh? Pues la verdad es que tengo cosillas que contar.

Esta semana se suponía que empezaba a dar clases en una compañía, una empresa de outsourcing que hace un poco de todo. La verdad es que el primer día fue un desastre: el taxi estaba reservado para la hora equivocada (para las 11, cuando a las 11 tenía que empezar la clase), y a mí me habían dicho otra hora, después ni el taxista ni yo sabíamos la dirección de la empresa (nadie nos había informado), y nos perdimos y llegamos casi dos horas después... luego allí no había los alumnos prometidos (de 40 sólo aparecieron 5...)...vamos, que llegué a la hora de terminar (Prachi había ido antes porque vive cerca), y sólo entregué unos libros. Pasé un calor horrible en el taxi y un montón de horas esperando para entregar cuatro libros....Cosas que pasan. Al menos el taxista era majo y aprendí alguna palabrilla de kannada a base de hablar con él, cada uno en su lengua.

Lo peor fue que me dejé el móvil en el taxi. Para un fin de semana que hago amigos y guardo números de teléfono nuevos, voy y pierdo el móvil y toda posibilidad de comunicarme con nadie. Si me pasara algo, tampoco podría llamar a nadie...No pasó nada tampoco, pero una nunca sabe. Total, unos días de agobio sin móvil, hasta hoy que lo recuperé. Justo antes de volver a la empresa de nuevo, esta vez, a dar clase. Aún así, como el taxista era diferente del de la última vez, tampoco sabía la dirección, así que nos perdimos otra vez y llegamos tarde. Pero tampoco importó tanto: algunos alumnos llegaron más tarde que yo.

La empresa es un lugar impresionante. No parece la India. En un edificio acristalado, supermoderno, limpísimo, con varios guardias y gente que te revisa los bolsos y bolsas que lleves: no están permitidos ni los cds ni las cámaras de fotos, ni por supuesto los móviles con cámara. Ni siquiera para los empleados. Cosas de seguridad industrial. Dentro hay plantas preciosas, todo tipo de salas, incluido ¡salas con billares y pingpong!  Vamos, que ojalá me hubieran dejado pasar una cámara de fotos dentro.

Los alumnos, como todos los alumnos indios, son fantásticos. Son simpáticos, tienen sentido del humor, y ganas de estudiar. A veces preguntan demasiado, sí, pero es porque quieren saber, no porque quieran fastidiar a la profesora....Son unos 10, chicos y chicas, y no sé si les voy a seguir dando clase yo o Prachi, pero una cosa tengo clara: si voy yo, voy en autobús. Hay un bus que va directo para allí, y con aire acondicionado, cosa que el taxi no tiene. Y además  así el taxista no tiene que esperarme dos horas tirado en la carretera, ni saldría tan caro.

Lo que me alucina son los alumnos, de verdad. Siempre. Sólo por tener alumnos así vale la pena quedarse en la India. Los del fin de semana me han pedido controles más a menudo para repasar y obligarse a estudiar, lo mismo con los deberes: también me han pedido libros que puedan leer o películas o canciones, aunque por desgracia hay poca cosa para nivel tan básico. ¡A ver si hacemos la proyección de película la semana que viene!

martes, febrero 15, 2011

Lucía ha vuelto y el casi-concierto de Bryan Adams

¡Sí! ¡Por fin! Un poco de estabilidad y un horario laboral decente es lo que me hace falta. Nada de nueve horas de curro por día. Eso, se acabó. Y se habría acabado de todas maneras: de vez en cuando vale, pero no pienso dejar que esto se convierta en la norma. Prefiero dar clases de noche o de madrugada, pero no 9 horas seguidas.

Pero eso ya es el pasado. Ahora toca ponerme las pilas para avanzar bien con mis clases, y también con el training de Prachi para ser profesora de nivel 2. Y hablar con ella mucho español. También, preparar material decente para el nivel 2, porque el libro de Español 2000 está más anticuado que una cámara de fotos analógica.

He empezado el post así porque Lucía acaba de volver hoy, pero en realidad, lo que yo quería contar era mi aventura del casi-concierto de Bryan Adams. Resulta que es toda una estrella en la India: Prachi está loca por él. Daba un concierto el domingo en una explanada enorme, pero al parecer, no hay problemas con las entradas aquí. Vamos, que por muy famoso que sea quien cante, no se agotan fácilmente. Quizá la explanada en cuestión sea realmente grande. La verdad es que no lo sé, porque no llegué a entrar en el concierto siquiera....¿Qué pasó?

Pues muchas casualidades juntas: la primera, que Prachi se marchara a Dubai y tuviera que sustituirla una semana. Tenía 5 estudiantes estupendos. La segunda casualidad, salir tarde del trabajo un sábado y encontrarme con uno de esos alumnos por la calle. La tercera, que él fuera al concierto y me invitara. ¡Pues claro que voy! Después de currar como una negra el finde, qué menos que pasarmelo bien un ratillo aunque esté cansada. Como aquí todo cierra a las once y media, tampoco iba a llegar tarde a casa. Si fuera en España, me lo pensaría dos veces, porque a saber a qué hora volvía, pero aquí...nada, siempre es pronto.

El caso es que quedamos para cuando yo saliera de clase, con un poco de tiempo para dejar los libros y eso. Fuimos en moto, ¡por Bangalore! Qué locura. Bueno, a esas horas no hay tanto tráfico, aunque por alguna calle, como MG Rd, era imposible avanzar. Me daba miedo caerme, pero nada, la verdad es que es como ir en bici. Tampoco se cogen velocidades muy altas por la ciudad, con los semáforos, los demás coches, los atascos...Parece más peligroso desde la acera, cuando no sabes cómo te van a venir los motoristas y quieres cruzar. Lo malo es que en Bangalore no sólo hay atascos, sino también muchas obras por el metro y cambios de sentido de las calles, diariamente y sin avisar. Una de esas pillamos: una calle por la que ayer se podía ir, hoy era en día contraria. Resultado: tuvimos que dar un rodeo enorme para volver al camino correcto. Y pillamos un atasco. Una hora después, cuando por fin llegamos al sitio del concierto (¡¡¡UNA HORA DESPUÉS!!!), resulta que se había acabado el concierto. Esto es....las nueve y media. ¿Dónde se ha visto que un concierto acabe a las nueve y media?? Bueno, mi amigo me dijo que no era normal, ni mucho menos, que acabara tan pronto. Vamos, que escuché una canción por el camino, y eso fue todo.

Aunque la verdad, tampoco estuvo mal. Me gustó ir por Bangalore en moto, de noche, con toda la ciudad iluminada es bien bonita. Además, de noche no hace ese calor asfixiante, e ir en moto por la India es una experiencia que vale la pena probar alguna vez. Como al final no hubo concierto (pobre, ¡se quedó sin concierto por irme a buscar!), fuimos a cenar con sus amigos, que si que estaban en el concierto y salían cuando llegábamos. Lo único que cierra un poco más tarde de las once y media en Bangalore son algunos restaurantes, así que al final nos quedamos hasta más tarde de lo que pensaba, pero estuvo bien. ¡A ver si la próxima vez puedo ir realmente a un concierto!

Hectic days

LLevo unos diíllas (me pregunto si esta palabra se escribe realmente así) sin escribir, ocupada como pocas veces he estado. El otro día había quedado con Prachi y al final comimos juntas, en su casa. Para llegar allí tuve mi primera experiencia en solitaro en los buses: la anterior había sido la aventura a Nandi Hills con mi padre. Llegué sin problemas: nada más llegar a la parada vino el bus que necesitaba, me subí, luego una mujer me ayudó a saber cuándo era la parada (cómo no, ya parece esto una costumbre), y me bajé, y listo. Al menos, el barrio de Prachi queda razonablemente más cerca, a media hora en bus. Se llama Marathahalli, lo cual es curioso: significa algo así como "barrio Marathi", que es el nombre de la lengua y de la gente de Maharastra (donde está Bombay/Mumbai), que es exactamente de dónde viene Prachi....bueno, curiosidades. En realidad su casa queda un poquillo más lejos.

El caso es que además de ver una verdadera casa india por dentro, que en el fondo no es tan diferente de donde vivo yo (solo que los muebles son considerablemente mejores), aprendí a cocinar Pav Bahji (una especie de puré de patatas con verduras que se come con un pan blando tostadito, como un bollo) y me lo pasé muy bien. Vive en un barrio normal, bastante bueno, para lo que veo aquí: hay varios edificios con muchos pisos, tiendas pequeñitas de barrrio, y un enorme centro comercial con un supermercado modernísimo que tiene de todo, y a la vez, como no, hay chabolas por todos lados.

Lo peor fue que el viernes, mi día libre dejó de convertirse en día libre cuando me enteré de que Lucía no había conseguido el visado y no podía venir el fin de semana. Es decir, que tenía que sustituirla, y de nuevo, trabajar 9 horas al día. Es AGOTADOR, nueve horas practicamente de pie, hablando en voz alta, atendiendo a un montón de estudiantes distintos y a sus distintas necesidades, a lo que digo en inglés y a lo que explico en español, y aún encima, ¡ a tres niveles distintos! Si tengo que dar tres básicos, pues está bien, porque mi mente está concentrada en un nivel de conocimiento. Pero esta vez tuve que enseñar un nivel avanzado, un B2 casi, de 10 a 1, luego básico (A1) de 2 a 5, y luego de nuevo un principiante, (A2), de 5 a 8....demasiada variedad. Mi cerebro ya no sabía que estaba diciendo....Pero la verdad es que me lo pasé muy bien con el nivel 4, el avanzado. Al fin, una clase toda en español, ¡cómo debe ser! Echaba de menos hablar con mis alumnos en español y recibir un feedback en español. Lo que pasa es que me tocó terminar con los pasados, y no son sencillos...menos mal que luego con las perífrases verbales fue un poco más entretenido, para variar.

A parte de estas cosillas de clase, esta semana pasada me han pasado algunas cosas interesantes. La primera, es que ya van tres personas que me preguntan por dónde quedan algunos sitios, o cómo llegar a no sé dónde...como si yo fuera de Bangalore!! Prachi me ha comentado que vestida de india, y como no tengo pecas ni soy rubia, podría pasar por una india de Cachemira, hasta que hablo, claro. Y por eso me hablan en inglés, porque saben que de Karnataka no soy...lo que no saben a primera vista es que soy extranjera. Eso me ha gustado. A ver si me pongo más morena y me crece un poco el pelo, y ya me integro en el ambiente.

De hecho, hay quien intenta hablar en kannada o hindi (a saber) conmigo. Creo que ya he comentado que casi siempre pillo la comida para llevar en el mismo restaurante de camino a casa. Es baratísimo, la comida está buena, y te atienden enseguida. No sólo soy la única extranjera que come allí, sino que muchas veces también soy la única mujer, aunque por la mañana suele haber mujeres desayunando. Pero a mi esas cosas me dan igual, me compensa comprar la comida allí. Mmm...masala dosa. ¡En fin! El que parece ser el jefe, o al menos, casi siempre está en la caja, ha intentado hablar conmigo en kannada, supongo, un par de veces. Claro, no entiendo nada. Lo único que sé decir es "ok"  (sari), y "no sé" (gothilla). Pero debe tener bastante curiosidad, porque el último día que pasé por allí, me dice en perfecto inglés: "Which country are you from?", Y yo le dije: "Spain". Y eso fue el fin de la conversación en inglés: se había aprendido una frase de memoria y punto, el resto del tiempo volvió a intentar hablarme en kannada, y bueno, supuse que me preguntaba que qué hacía en Bangalore, y le dije que trabajaba, en inglés, pero a saber si me entendió. A lo mejor otro día me suelta otra frase en inglés.

jueves, febrero 10, 2011

Lo que echo de menos y lo que no

Al estar fuera de casa siempre hay alguna cosilla que se echa de menos: la familia, los amigos, ir de cañas, tu almohada, ...y en mi caso, también, la radio. Bueno, no toda la radio, así en general, sino Radio 3, y muy especialmente el programa de Carne Cruda. Ya he hablado de él aquí y hasta tengo el blog del programa en los enlaces. Sin duda, tanto temática como musicalmente hablando, el mejor programa que he escuchado en los últimos años. Lo suyo es decir las cosas clarito y sin pelos en la lengua.

Pero hay algo que no echo de menos en absoluto, que es, la política española. Por fin tengo algo mejor en que pensar (preparar clases), y así no rayarme ni desesperarme del negro futuro que tenemos por culpa de la tremenda talla política de nuestros gobernantes. Sin embargo, lo que tiene echar de menos Carne Cruda, es que acabo encontrándome con este tema cada semana, y claro, hay cosas que no puedo pasar por alto ni dejar de comentar. Como la última de Mariano Rajoy: "Ay, espera que tengo la solución para los problemas de España....vaya, pero si lo he apuntado y no puedo leer mi letra!! Qué notable hecho me acaba de pasar!".

Un niño de tres años inventa mejores excusas. NO HAY SOLUCIÓN FÁCIL. Si la hubiera, no estaríamos así. Pero claro, eso no es lo que tus votantes quieren escuchar, ni lo que les quieres decir, porque si lo supieran alto y claro, no te votarían.

Bah, basura. O mejor dicho, "puag". Que por cierto, un alumno hoy me preguntó qué significaba "puag" y qué significaba "guay". Yo se lo dije, intrigada. ¿Para qué querrá saber esto? ¿De dónde lo habrá sacado? Pues no sé de dónde lo sacó, pero resulta que ha creado un mini juego en excel para aprender los números en español. ¿No es maravilloso que tus alumnos hagan algo así? Mejor pienso en ellos y dejo de pensar en la política....

Aquí os dejo el enlace al blog de Carne Cruda. Os aviso que es ácido como el limón, como tiene que ser uno en estos casos. El video con la maravillosa intervención de este pedazo de...político, está incluido para deleite de todos. Echadle un vistazo. No tiene desperdicio.

martes, febrero 08, 2011

Un mes en la India

Hoy se cumple mi primer mes en la India. Parece mentira lo rápido que pasa el tiempo, ¡ya "sólo" me quedan nueve! Bueno, a lo mejor alguno más, todo depende de cómo vayan las cosas. O menos. Pero vamos a atenernos a lo que es más probable, de momento, que son nueve meses más.
Un mes en el que he conocido a bastante gente nueva, he empezado mi andadura como profesora y, sobre todo, no me he puesto enferma a pesar de que he comido de todo. Un éxito, vamos.

Aunque aún hay muchas cosas de la India que no entiendo, poco a poco le voy tomando la medida a las cosas. Al menos me paso la mayor parte del día entre indios, en la escuela, hablando con Athira, la secretaria y más o menos organizadora, y Prachi, la otra profesora a tiempo completo del insituto. También con Anil, el chico para todo del que ya he hablado aquí, y claro, mis estudiantes. Por las tardes y por la noche estoy siempre con Lucía, y nos pasamos las horas comentando cosas sobre la India, España, Argentina, Italia, Japón...cada una con su experiencia de dónde ha vivido, las diferencias, la gente, las costumbres,...Vamos, que estoy aprendiendo un montón de cosas.

Ayer lo que descubrí es que los españoles no somos los únicos que tenemos tapas. Los indios también tienen: son los chaats. Ellos dicen que es un snack, pero si hubieran estado en España, dirían que es como una tapa. La diferencia es que no hay un bar donde tomárselo sentado con una cañita al lado: o lo tomas en la calle, en un puesto callejero, de pie y rodeado de gente y de coches, o en un mini local donde tienes que estar de pie o te sientas en la escalera que da a la calle. Hay una gran variedad de chaats; muchos incluyen "puri", pero una versión distinta de la que comenté en mi post de ayer acerca de Mavalli Tiffin Rooms: se trata de un mini puri más seco, frito pero crujiente y muy abultado, que se rompe un poco para rellenarlo y se moja en una salsa. También hay samosas (empanadillas de verduras), kachouri (masa hojaldrada con relleno de verduras y salsa picante), y otras cosas que todavía no he probado y de las que no puedo hablar. El chaat que probé yo ayer fue "papdi chaat", una delicia. Se trata de una bandejita que incluye papad (tortas de harina de lenteja fritas), patatas cocidas, chutney de menta, yogurt, cilantro, comino, pimentón picante, pimienta negra, y como unos fideítos fritos pequeños y que le dan un toque salado a la mezcla que ya es de por sí interesante, dulce y picante a la vez, todo en frío. Una pena que no tuviéramos tiempo para tomarlo con calma y sentadas (habíamos dejado el insituto sin nadie, cerrado, y estábamos en horario laboral todavía). El sitio al que fuimos a tomar esto, Kanti Sweets, está al lado de la escuela, y tiene una carta bien amplia, con sandwiches, helados, dulces tradicionales, té, leche de almendras y...comida china-india. Todo un descubrimiento de lugar. Ya iré más veces, seguro.

Esto me ha hecho plantearme que si luego no encuentro trabajo, siempre puedo abrir un bar de tapas en la India, o un bar de tapas indias en España. Seguro que funciona.

Además de estos descubrimiento, también he tenido mis primeros problemillas en la academia. De momento no es nada importante y no sé cómo acabará la cosa. Es lo de siempre: negocio versus enseñanza. Athira cobra por matriculaciones (vamos, que la explotan, porque trabaja mil horas y si cobrara por horas, estaría forrada...), y claro, lo que le interesa es que las clases se acaben pronto para abrir grupos nuevos y volver a cobrar. Una miseria, por cierto, al parece cobra unas 700 rupias por matrícula, cuando la matrícula, en básico, son 7300 rupias...En fin, que entiendo que quiera más dinero y abrir nuevos grupos. Pero yo no puedo suprimir materia, y porque tenga pocos alumnos no quiere decir necesariamente que pueda ir más rápido. Eso depende de los alumnos, no de mí. Y en el grupo pequeño que tengo, al que solo acuden a clase unos seis por día, sólo hay una alumna que es brillante y lo pesca todo a la primera. Los demás, tardan bastante más. Aún encima, como le he intentado explicar, es la primera vez que doy este nivel y que tengo alumnos indios, así que no puedo prever cuánto tiempo me va a llevar acabar la materia ni nada del estilo: no tengo referencias, no sé qué les es difícil y qué no, y así. Por otro lado, me parece injusto que si los alumnos han pagado por 70 horas, reciban menos. Si yo fuera alumna, me quejaría y pediría que me devolvieran el dinero de las horas que no he recibido. Además, metiendo prisa al profesor y a los alumnos sólo se consigue que todos se estresen y estén descontentos, en lugar de estar cómodos en clase. Si lo que quieren es que más gente se apunte al instituto, lo mejor es tener a los alumnos lo más contentos posible, para que quieran quedarse y recomienden el sitio a sus amigos. Pero parece que de momento esa estrategia no la acaban de entender. Yo voy a seguir en mis trece discutiendo con quien haga falta al respecto, pero a ver cómo resultan las cosas. Pero es verdad que desde arriba, desde los jefes, lo que prima es el negocio y no la enseñanza ni la difusión de la cultura española. No son profesores, y no son del todo conscientes de lo que conlleva enseñar (todavía más cuando enseñas algo que consideras "tuyo", y que quieres enseñar BIEN), por muchos años que lleven en el negocio. Esto también pasa en España, así que no estoy sorprendida: el dinero siempre es muy tentador. Athira representa esos intereses, además del suyo propio con su mísero salario para las horas que trabaja al día  (se pasa diez horas al día mínimo...). Pero aunque entienda ese punto de vista,no lo comparto ni voy a cambiar de opinión...

Asi que casi me alegro de tener un grupo con veintitantos alumnos. Si tengo muchos, no me van a insistir en que reduzca horas. ¡A ver si convenzo a mis otros alumnos de que vengan más a clase!

Yo por mi parte, voy a seguir con mi promoción de la cultura española. En todas las clases explico alguna cosilla (les fascinan los bares españoles y que nos juntemos allí para ver los partidos de fútbol), además les muestro fotos, canciones,...Lucía y yo hemos pensando en montar un ciclo de cine, una película al mes, y yo por mi parte estoy haciendo murales con greguerías y poemas para poner por el insituto (además de los murales con "frases útiles en clase" y con el abecedario, que ya puse desde el principio). También tengo pensando hacer algún mural con un tema cultural o histórico. De momento hay unos con la historia del Che Guevara, pero sólo eso. Si los alumnos se enganchan, y sobre todo, si vienen a ver las películas y traen amigos, seguramente se apunte más gente a aprender español. Esa es la manera, creo yo, y no tanto acabar y empezar cursos lo más rápidamente posible.

lunes, febrero 07, 2011

Mavalli Tiffin Rooms

Creo que no he mencionado aquí la aventura de MTR (Mavalli Tiffin Room), pero es digna de contar. Cuando llegamos mi padre y yo a Bangalore, nos adueñamos durante una semana de la guía de Bangalore de Lonely Planet que tenía Lucía, mi compi de piso argentina. Así que tirando de ella fuimos a Lalbagh Park, un gran parque hacia el sur, con lago incluido. Pero mi motivación secreta no era ir al parque, sino a Mavalli Tiffin Rooms, un restaurante del que había leído en internet y que en la guía decían que era indispensable visitar. Así que allí llegamos sobre la hora de comer y buscamos el restaurante, fácilmente identificable.

Pero a pesar de encontrarlo rápidamente, nos topamos con un problema: la puerta principal estaba cerrada. ¿Cerrada, a la hora de comer? Qué raro...La gente ignoraba la puerta y se metía por un pequeño callejoncito a la izquierda del edificio, y allí fui yo decidida a seguir a la gente y a entrar en el restaurante. He hice bien, porque la gente estaba entrando directamente a través de la cocina. Una cocina un poco caótica, pero bastante limpia, y sobre todo, dominada por los hombres. Es algo que me sigue llamando la atención. En muchos restaurantes indios puedes ver la cocina, y no hay mujeres en ellas. El caso es que preguntando a una mujer, que tampoco sabía muy bien por qué estaba cerrada la puerta, nos metimos por la cocina en el restaurante.

Segundo problema: ni dios hablaba inglés. Si sabían inglés, se lo callaban. Menos mal que esta mujer a la que había preguntado desde el principio, y que hablaba inglés, nos siguió ayudando y traduciendo lo que nos decían. Al principio, nadie nos hizo caso, pero seguimos allí de pie, y al final nos dijeron que nos sentáramos y esperáramos. Esperamos. Ni caso. Volví a levantarme y a preguntar, persiguiendo al jefe por todo el restaurante (un señor mayor bastante mandón y con un poco de mal genio), hasta que éste nos dijo que nos sentáramos en un pequeño salón compartiendo mesa con dos chicas indias.

De repente, se nos acercó un  camarero pidiendo un ticket. No teníamos nada. Las chicas, muy majas, nos explicaron que primero se paga lo que se elija, que va en el ticket, y entonces cuando te lo piden ya saben lo que quieres y te van sirviendo. Vamos, que no hay menú para elegir a la vista. Me imagino que estaría en la caja, pero como sabíamos nada, ni lo vimos. No sabíamos qué íbamos a comer. No habíamos pagado. Pero al parecer, a veces ser extranjero tiene sus ventajas: nos sirvieron igual, ya pagaríamos luego.

La comida empezó con un delicioso zumo de uva, para luego seguir con unos cuatro o cinco platos distintos: tuvimos patatas con coliflor (aloo gobi), un cutney de menta, una sopa dulce de lentejas, y dos curries picantes cuyo nombre he olvidado. También tuvimos puris (una torta de pan frita), papad (que parecen unas patatas fritas gigantes pero menos saladas, y no están hechas de patata sino de harina), pulao (arroz aromatizado con verduras), arroz con yogurt, arroz con no sé ya cuántas cosas más. También nos dieron un pastelito dulce y para terminar, kulfi (helado indio, de pistacho) con fruta y paan (nuez de betel, envuelta en hojas tiernas, que se mastica y se traga para favorecer la digestión). Una comida imposible de acabar, con tantos platos. Te los sirven todos en una bandeja de metal con departamentos para cada curry, chutney, etc, y un gran espacio central para el arroz y los panes. Cada dos por tres venía un camarero con un cubo metálico para ponerte más cosas en el plato. La verdad es que estaba todo delicioso, la comida más rica que he probado en la India hasta ahora, y gracias a las chicas con las que compartíamos mesa, aún recuerdo algún nombre de todo lo que nos dijeron que estábamos comiendo. Comiendo, por cierto, con la mano derecha, como se hace aquí.

Antes de despedirnos, les pregunté a las chicas por el precio de la comida para evitar futuros timos, por si las moscas. 130 rupias cada una, me dijeron. 130 rupias por una comida que ni mi padre ni yo, ni las chicas ni nadie, pudimos acabar. Lo gracioso también es que todo el mundo acaba más o menos a la vez: tienes que dejar sitio libre para la siguiente tanda de clientes que han estado esperando como nosotros antes.

Así que nos acercamos a la caja para pagar. De nuevo, el problema es que no sabían inglés ni nosotros sabíamos qué habíamos comido, aunque sí donde estábamos sentados. Y ellos también lo sabían, éramos los únicos extranjeros en el local. El caso es que los menús deben ir separados por los diferentes salones y espacios del restaurante, y por eso sirven a todos igual según dónde uno se siente. Gracias a esa organización, pudimos pagar, 130 rupias, como nos dijeron las chicas. Pero para eso, tuvimos que encontrar a un camarero que nos hiciera caso: y lo encontramos gracias al fútbol español. Uno de ellos nos preguntó de qué país éramos  y cuando le dije "Spain", ya empezó a sonreír y a murmurar "Ah! Villa! Messi! Barcelona!". Y todo arreglado. Aquí todo el mundo conoce a los futbolistas españoles, desde la gente de la calle hasta mis alumnos. El amable camarero aficionado al fútbol español se encargó de que nos cobraran bien y pudimos salir del restaurante, sanos, salvos, y con el estómago lleno, de nuevo atravesando la cocina.

Resulta que este local es uno de los más antiguos de Bangalore. Hoy mismo he encontrado en internet un pequeño reportaje fotográfico del mismo, y me parece incluso reconocer al camarero aficionado al fútbol, aunque puede que me engañe la memoria. El caso es que este restaurante es un clásico para desayunos, pero también para comidas y cenas. Un día tengo que ir a desayunar allí. Cuando vuelva Lucía, que acompañada es mucho más entretenido.

Os paso el link para que podáis disfrutar de las fotos. Si venís a visitarme, ¡no dudéis que os llevaré a este sitio!

viernes, febrero 04, 2011

¡Primer sueldo!

¡Sí! Ya me siento una realizada trabajadora. Esta semana recibí mi primer sueldo por mi servicio como profesora de español en la India. Ya parece todo más real, esta nueva etapa de mi vida. No cobré mi sueldo entero, ya que trabajé medio mes, pero era más de lo que me esperaba, la verdad, y llega de sobra para los precios de aquí. Estoy deseando ir a comprarme el libro de cocina india que me autoprometí para mi primer sueldo.
Cobro por horas de enseñanza, que son un máximo de 24 a la semana según lo estipulado en el contrato, aunque tengo que estar más tiempo en la escuela para preparar clases, organizar material, etc, etc. Lo gracioso es que esta primera semana de febrero, con la historia de sustituir a una profesora, voy a superar esas 24 horas semanales. La verdad es que no son nada. Es verdad que me paso casi toda la semana metida en la academia, pero es el ritmo aquí: trabajan como esclavos. No hay tiempo apenas para relajarse y "vivir".

De esto hablaba el otro día con los alumnos de Prachi, a los que di clase solo esta semana: horas laborables, vacaciones, etc. No recuerdo cómo llegamos a ese tema, pero la verdad es que nos pasamos mucho tiempo hablando de estas cosas, de fiestas aquí y allá, de la comida, de la religión, de la familia, de los precios, de horarios...Tenían siempre preguntas. Y así me enteré de que aquí la semana laboral es de 45 horas...mínimo. Es decir, que muchas veces hacen más de 25 horas. Al día pueden trabajar 10 horas, y no se cobran las horas extra. UAU. Cuando les hablé de la semana de 38 horas, de las 35 de Francia, y del precio de las horas extra, creo que más de uno ha pensado en venirse a trabajar a España. El problema es que ahora no hay trabajo.

¡45 horas mínimo! Ni muerta, no vale la pena trabajar tanto. ¿Para qué quieres el dinero que ganas, sino puedes hacer nada con él? Si al menos el trabajo que haces es "el trabajo de tu vida", tu pasión,...pero estar en un call center recibiendo llamadas desde Estados Unidos, o trabajar en una oficina con cuentas y otros documentos delante del ordenador, no creo que sea el trabajo de la vida de nadie. Sabiendo esto, no me sorprende el poder económico de la India, si la mayoría de sus habitantes se desvive por trabajar. No sé como anda de tasa de desempleo, pero si la tuviera alta, sólo con reducir jornada y contratrar a los parados para completar el trabajo de otro, ya llegaría al pleno empleo.

Lo que me hace gracia también es que de estos estudiantes de esta semana, que son poquitos, muchos están de vacaciones. Y en lugar de descansar o de irse de viaje, se apuntan a un curso de español durante la semana, cuando en otro momento tendrían que estar trabajando. Bueno, esto son algunos, porque también tengo estudiantes y gente que trabaja en horario nocturno. Aquí no las empresas no duermen, pero la ciudad sí: hay un toque de queda y todo cierra a las 11:30, lo cual para mi mentalidad, es un horror. Es la única ciudad de la India con esta norma, qué le vamos a hacer, me ha tocado a mí.

Estos chicos y chicas (y no tan chicos) que he tenido durante esta semana han resultado de nuevo ser alumnos encantadores. Algunos más pesaditos, otros más sosillos, pero muy majos al fin y al cabo. Lo curioso es que todos estudian español por estudiar español, sin ningún objetivo utilitario real: por comunicarse con más gente, por viajar, porque les gusta la música y la comida de países hispanohablantes...a lo mejor por eso son tan buenos alumnos. Los que están locos por conseguir un título para su trabajo son más impacientes y sólo quieren saber cómo aprobar el examen.

Mañana tengo clase otra vez y me tocará sustituir a Lucía, que ha ido a hacer su visado a Malasia, en una clase de segundo nivel. Hasta ahora sólo había dado Básico, y ahora me toca enseñar los relativos (demasiado pronto, desde mi punto de vista, para el nivel que tienen los alumnos, que es un A2 aproximadamente). A ver cómo resulta. Por suerte mantengo mi clase de 25 alumnos: son un montón y darles clase es cansadísimo, pero no les quiero dejar a otra profesora. Es como un sentimiento de posesión. Son MIS alumnos. Ya me fastidia un poquillo tener que dejar mi última clase a Prachi durante dos días, pero ya le tengo un plan preparado con las actividades...Parece que sino voy a perderles la pista de lo que saben y lo que no saben.

También hemos empezado a tener traducciones, incluso una pequeñísima traducción hoy mismo, a pesar de ser mi día libre. Bueno, no me llevó ni cinco minutos, así que da igual. También se cobran aparte. Voy a acabar febrero bien...

Por otro lado, ya he recibido por fin el paquete que me enviaron mis padres con los dulces navideños. ¡Gracias! Mañana llevaré turrón a clase para repartir entre los alumnos y mis compañeros de trabajo. Resulta que en Argentina adoran los dulces navideños españoles: Lucía es adicta al turrón de jijona. Le guardaré unos trozos para cuando vuelva de Malasia, espero que con todo arreglado para quedarse...ahora que empezaba a aprender argentino, ¡no lo quiero dejar a la mitad!

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