Llevo tiempo en India, pero todavía no había visitado la capital, Nueva Delhi. Sin embargo, una llamada de la embajada respecto a la programación cultural ha hecho que por fin la visite. Allá fui el primer fin de semana de octubre. Para prepararme para el viaje, me leí de cabo a rabo lo que mi guía Lonely Planet dice de Delhi, además de otras webs como Wikitravel o Minube o blogs...Para acabar, al final, muerta de miedo pensando que Delhi es la ciudad más peligrosa de la tierra.
Con unas expectativas malas embarqué en el avión, intentando practicar algo de hindi con tal mala suerte que ya sólo me sale bengali...es lo que tiene vivir en Kolkata. Al llegar, recibí una llamada del hotel que había reservado justo esa misma mañana: desde que estoy en India me estoy volviendo un poco indolente, qué se le va a hacer, algo siempre se pega....menos mal que esto es India y aquí siempre hay algún sitio donde dormir. El caso es que los del hotel me llamaron, muy amablemente, para confirmar que iba y la hora de llegada. Después contraté un taxi de prepago, para no llevarme sustos, aunque con el taxi empezaron los sustos.
Avisada por los blogs y las guías, me fui corriendo al mostrador de los taxis de prepago de la policía de Delhi (que son los baratos), y con mi recibo agarrado con fuerza, me fui en busca del taxi. Me esperaba tener que aguantar a numerosos conductores gritándome que ellos me llevarían, pero no fue así. También, siguiendo las recomendaciones que había leído hasta el momento, apunté el número de teléfono de la policía y el número de matrícula de mi taxi. Allá me subí al mío, aparcado en el número 35: un hombrecillo mayor, oscuro y consumido me pidió el recibo nada más entrar. Pero el recibo no se puede dar, en principio, hasta que se termine el trayecto, porque sino se dan por cobrados (ellos necesitan el recibo para cobrar el viaje) y pueden hacer contigo lo que quieran...me refiero a llevarte a otro sitio (normalmente se supone que insisten en eso, con o sin recibo) o recoger a más pasajeros, cosas así. Si les amenazas con no darles el recibo, pues tienes algo de poder. Pero la verdad, yo recomendaría no amenazar a los taxistas....Sobre todo si son como era el mío.
Total, que con el recibo pa aquí y p'allá empezamos mal, discutiendo. Al final me arrancó el recibo de las manos, lo miró, y me lo devolvió. Las cosas que pasan por no saber hablar el mismo idioma. A la salida del aeropuerto hay una garita de policía donde un poli te apunta en un registro, después de mirar el recibo. El taxista sólo quería dárselo, pero al final se lo di yo de tanto negarme a pasarle el dichoso recibo. Nada más terminar el trámite y pasar la garita, el tipo aceleró con mala leche y empezó una carrera hacia la ciudad en la que yo me estaba muriendo de miedo: estoy con un conductor enfadado y amante de la velocidad en una carretera india! papeletas para un accidente, todas, pensaba.
Pero al final la congestión del tráfico le impidió coger velocidad. Menos mal. O no. Porque lo siguiente que intentó fue imitar a los rickshaw y serpentear por todo hueco visible para adelantar en la carretera. Con tan mala suerte que le dió a una moto. El motorista y su acompañante, dos jóvenes regordetes, pararon y se bajaron enseguida a gritarle al conductor, a mi pobre taxista viejecillo y flaco. Empezaron a discutir de mala manera: los motoristas empujaban el coche e intentaban pegar al taxista a través de la ventana, y golpeaban las ventanas con los cascos. Yo empecé a gritar en español también a ver si por verme se controlaban un poco, pero nada. Lo que funcionó fue que el tráfico empezó a fluir otra vez y mi taxista salió corriendo, dejando atrás a los enfadados motoristas.
Entonces decidí que tal vez había sido demasiado dura con el pobre taxista, que se veía que tenía una vida díficil, con clientes antipáticos como yo y motoristas enfadados, así que empecé a sonreírle un poco, pero el tío nada, seguía de mala leche. Está claro que sobrevivir en Delhi no debe ser fácil, pensé.
Me llevó directamente al hotel, sin decirme que estaba completo ni que conocía un hotel mejor ni nada. El tráfico era muy malo y se pasaban ya de las 7, que fue la hora que les dije a los del hotel que llegaría, aproximadamente. Entonces me llamaron para ver si iba todo bien - qué majos -, si mi taxista me estaba llevando a donde yo decía, y cuándo llegaría. Como yo no sabía donde estaba, el taxista, que se debía imaginar de qué iba la conversación, o que entendía inglés pero no sabía hablarlo (porque a mí no me dijo nada en inglés), gritó algún nombre y los del hotel lo oyeron. Estábamos cerca. A los cinco minutos llegamos a Connaught Circus, y allí en la calle había dos hombres trajeados que eran del hotel, para indicarle al taxista dónde parar. Muy amables y correctos en todo momento. El taxista se largó en cuando le di el recibo, sin responder a mi sonrisa.
Los encargados del hotel fueron muy majos pero me dieron una habitación bastante mala, que daba a la calle, por lo que era muy ruidosa. Pero estaba demasiado cansada para pedir otra habitación, que seguramente me la habrían dado, pero para dos noches, qué más daba, pensé yo. Como fuera ya era de noche y había leído muchas cosas sobre Delhi y lo que había visto de la gente hasta ahora es que era muy agresiva, decidí no salir y me puse a ver telenovelas y concursos en la tele: como no tengo, cuando pillo una tele me quedo pegada a ella!
Al día siguiente tuvimos la reunión en la embajada, hablando de las actividades culturales que se pueden hacer en India, hablando de los DELE, de los problemas e idiosincrasias de cada región en la que estamos...vamos, que nos podrían haber enviado un email, la verdad. Al final no hubo tiempor para discutir apenas nada: teníamos programada una comida con el embajador y no podíamos llegar tarde. Sí chicos, una comida con el embajador, vamos, que ni en sueños había pensado yo que fuera a ver a uno, y no sólo vi uno ese día, sino que más tarde en el Insituto Cervantes me presentaron al embajador de Uruguay en el ascensor y luego vi al de Colombia, aunque con él no llegué a cruzar palabra.
¿Qué puedo decir de la casa del embajador y de la comida? Bueno, pues que algunas cosas son tales y como te las imaginas, y otras, pues no...
Como comentaba, después nos fuimos al Insituto Cervantes en Delhi. UAU. Ojalá mi universidad tuviera esas instalaciones. Qué digo, ojalá la facultad de filología de la USAL tuviera esas instalaciones....que ni en España, vamos. Está situado no en una calle principal, pero muy cerca (casi mejor, por el ruido), y es un edificio impresionante. Varios pisos, incluso subterráneos, sala de exposiciones, clases, sala de proyecciones, ordenadores con pantalla plana y conexión a internet, biblioteca, varias salas de conferencias, clases pequeñas pero con pupitres y pizarras blancas, algunas con pizarras electrónicas...no le falta de nada. Yo que tengo una pizarra de las viejas, verdes, con tiza, y unos bancos incómodos y rígidos, sin ordenadores ni proyectores ni nada, sin aire acondicionado, con unas ventanas que dan a un patio triste y por las que ya me han entrado varios pájaros y hasta murciélagos en clase, por no decir perros o gatos que asustan a las alumnas... Ni siquiera la Alianza Francesa (bueno, no he visto la de Delhi, que habría que verlo) tiene las instalaciones que tiene el IC. Aunque la de aquí tiene dos edificios coloniales superbonitos y pizarras electrónicas (un poco lentas, según mi compañera francesa, pero bien útiles, con conexión a internet). Claro que la Alianza Francesa tiene centros en casi todas las ciudades grandes de India. Los que no he visto por dentro aún son los Max Mueller de alemán, que también están por todas partes, la verdad.
Después del IC, por la tarde-noche ya, todos los españoles que nos encontramos allí nos fuimos a tomarnos unas cañitas y a cenar algo, siguiendo nuestra tradición española. Fue muy interesante porque todos tenemos cosas en común, sobre todo los estudios, pero además el haber vivido anteriormente en el extranjero, aunque solo fuera de erasmus. Pero en realidad la mayor parte de nostros había estado ya en lugares tan variopintos como Jordania, Siria, Europa del Este, Singapur,...
Volvimos a casa a medianoche. No tuvimos problemas para encontrar rickshaw, aunque hubo que regatear bastante: aquí son caros y como seas extranjero, no se cortan en pedirte más del doble de lo que vale el viaje. Vale la pena mucho más viajar en metro.
De hecho, eso fue lo que hice al día siguiente, viajar en metro y patearme la ciudad. Una pena que no se puedan sacar fotos del metro porque es una pasada, vamos, que si lo ves vacío te crees que estás en Japón, pero cuando ves a la muchedumbre vestida con saris, kurtas y mochilas de los trabajadores de las companías de informática, o a los militares con sus kalasnikov paseándose por el metro, y a los sikhs con sus turbantes (que Delhi está lleno), ya te das cuenta de que en Japón no estás. Cuando entré en el metro no me podía creer que eso fuera India, empezando por los precios. Vale más barato ir en rickshaw en Kolkata que ir en metro en Delhi.... Es que si lo comparas con el metro en Kolkata, que es muy funcional y barato y conveniente...y viejo..., son dos mundos diferentes.
Otra cosa que tienen en común el metro de Tokyo y el de Delhi es el vagón sólo para mujeres, señalado con rosa, ¡cómo no!
Total, que tomé el metro y me fui al sitio que no puede faltar en una visita a Delhi. ¿El Fuerte Rojo (Red Fort)? ¿Jamia Masjid? Nooooo.....¡Chandni Chowk Market!
Observad la cantidad de cables que se acumulan a la derecha de la foto.
En la calle que vende cosas para rituales religiosos
Callejuela de Chandni Chowk
Una de las cosas que me apasionan de India son los bazares. Chandni Chowk Market en Delhi es uno de los sitios que no te puedes perder. Pero además, me hacía gracia ir, porque también hay un Chandni Chowk en Kolkata...aunque son muy diferentes. En Kolkata, Chandni Chowk es el mercado de electrónica, ordenadores, luces, electrodomésticos, cosas de casa y limpieza, y herramientas. En Delhi, es el mercado de TODO: desde ropa hasta neveras pasando por una calle solo para saris, o joyerías, o cosas para rituales religiosos (puyas), o tarjetas de felicitación de papel hechas a mano (aunque me parece que esto está en realidad en Chowri Bazar, lo que pasa es que anduve tanto que me perdí y acabé allí). Por supuesto no faltan las callejeuelas y los tenderos gritándote que te pares un momento en su tienda y les compres algo. Hay personas vendiendo frutas y verduras por la calle, pequeños templos en los que la gente presenta sus respetos al dios entre compra y compra, coches, motos, rickshaws (sobre todo los que son llevados por personas a pie o en bici), vendedores de pani puri, o de bhel puri, o cualquier otro chaat (snack) indio. Y en una calle, restaurantes especializados en parathas (un pan indio frito en aceite en una sartén grande) rellenas de cosas al gusto.
Lo que me costó encontrar en Delhi fueron puestos de té. No sé porqué los chaiwallas parece que tienen problemas para tener permiso y poner su puesto en la calle. En Chandni Chowk apenas vi uno o dos, y no dudé en pedir un té a uno de ellos. Y quizá por que son escasos, se lo curran más, o quizá solo fuera ese vendedor de té en particular, pero fue el mejor té que he probado hasta ahora en India. Sólo había que verlo para saber que el té iba a estar bueno: al lado del té tenía jengibre fresco y cardamomo verde en un frasquito. Aquí en Kolkata he visto algunso chaiwallas con el jengibre al lado, y es señal de que sin duda el té va a tener un sabor especial, pero no he visto aún a ninguno con el cardamomo....Veía al hombre esmagar el jengibre con una barrita de madera, y luego el cardamomo, y echarlo en el té, con despreocupación, sin medir cantidades ni nada, prácticamente sin mirar, mientras hablaba con otro cliente, sin saber qué ese sencillo gesto que para él era algo que estaba aburrido de hacer, para mí era una maravilla, y eso me maravillaba aún más. El té estaba fantástico, por supuesto. Ahora si, me costó 8 rupias, y no es que me queje, que en España un café vale 80 rupias más o menos, pero es que en Kolkata el té me vale 3, y claro, estoy mal acostumbrada....