martes, julio 10, 2012

De nuevo en Calcuta

Me cuesta escribir "de nuevo". ¿Realmente estoy aquí otra vez? En cierto modo, me parece que no he vuelto, como si nunca me hubiera ido. ¿Realmente me he pasado un mes en España? Parece todo un sueño, y aquí estoy como ayer, exactamente igual. Hasta las cosas que dejé en la nevera siguen allí donde las puse, a pesar de que dije a los conserjes que se las podían comer si querían. Pero si no querían, podían haberlas tirado también, que ya están pasadas...

Total, que aparte de una nevera un poco más sucia - ya la limpiaré el fin de semana, porque si no lo hago yo no lo hace nadie - lo demás sigue igual. Es como si la gente que hace un mes vi sentada en la calle tomando un té hubiera seguido allí, como estatuas, hasta que he llegado yo y todo ha vuelto a moverse. Es totalmente falso, por supuesto, pero toméis esto como una muestra de egocentrismo, como esos niños que si cierran los ojos creen que el mundo desaparece. Cuando vuelvo a España noto que las cosas han cambiado, pero aquí, quizá porque ha pasado muy poco tiempo (un mes no es nada), no sé, hay una sensación de continuidad. Esa continuidad es tan grande que en cierto modo me he alegrado de  que así sea: porque me sigo sintiendo segura, sigo sabiendo donde comprar el yogur y sigo recordando y entendiendo bengalí, y el metro sigue funcionando igual, los precios de los autorickshaw no han cambiado; total, que no meto la pata más que antes, sino un poco menos cada vez. 

Y también, porque me siento menos extranjera. No es como la primera vez que vine a Calcuta, que todo me parecía extraño, más que extraño casi extravagante, por las tremendas diferencias con Bangalore. Ahora no, no estoy tan perdida, sigo recordando el camino a mi casa a pie incluso metiéndome en las callejuelas. Pero no sólo eso, sino que algunas personas se acuerdan de mí, como los vigilantes del campus, el dueño del pequeño supermercado donde hago la compra grande, el chico de la tienda de fotocopias, la señora que me vendía té delante de la universidad.

Entre las cosas que crean este sentimiento de continuidad, además de la ciudad en sí, es el trabajo, por supuesto. El trabajo que ya he empezado hoy mismo, a pesar de haber llegado ayer. Hoy tenía la presentación del curso de Certificado, el inicial, con la sorpresa de tener nada más y nada menos que 41 alumnos. No 40, no 45, no: 41. Y han venido casi todos. 

Aunque solo fue una presentación breve, de una hora, ya que la clase la empezamos de verdad mañana, me ha gustado mi grupo. Hablé absolutamente todo en español, y me entendieron bien, a pesar de que para muchos es su primer contacto con el español. Como esto es India, ya sé que muchos van a abandonar a lo largo del curso, pero los que se queden, sin duda serán sinceros, porque a pesar de las dificultades iniciales (una profesora que solo habla en un idioma que todavía no entiendes, es todo un desafío) no se habrán rendido.

Así que, aunque adormilada - ahora no, como son las horas de "acción" en España...al horario todavía no me he adaptado :( - estoy muy animada. Sobre todo, después de la clase-presentación, tenía mucha energía. Me viene bien, porque mañana, tengo más...

1 comentario:

Berta dijo...

Hola. Si tú tienes la sensación de no haberte ido, yo tengo la sensación de que casi no has estado...tus vacaciones son demasiado cortas para una distancia tan lejana.
!Ánimo con el curso!.
Hablando de continuidad, aquí ya ha llegado el calor y todo sigue igual que todos los veranos, gente, gente... aunque hablarte a ti de gente es una incongruencia.
Besos.

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