Ya estoy de vacaciones, por fin, pasando una temporadita en España después de cumplir 11 meses seguidos en Calcuta. Llegué sana y salva, pero agotada tras unas 24 horas de viaje.
Como no podía ser de otra manera, hubo contratiempos en el viaje: retrasos. Primero, mi vuelo de Calcuta a Mumbai salió una hora más tarde de lo previsto, con lo que peligraba mi enlace a París. Cuando compré los vuelos, planeé tener bien unas 3 horas en Mumbai para recoger mi equipaje, facturar de nuevo, pasar por inmigración y subir al avión para París. Pero ahora tendría menos de 2 horas....y el aeropuerto de Mumbai no es pequeñito como el de Calcuta. ¿Me daría tiempo?
Por suerte, Mumbai es todavía India. Y si ya hay retrasos normalmente en todos los aeropuertos del mundo, en India puedes estar casi seguro de que habrá un retraso. Yo lo agradezco.
Así que efectivamente, después de esperar media hora por mi maleta que no aparecía, corrí hasta coger el autobús, que se tomó otra media hora en llegar a la terminal internacional. En cuanto llegué al mostrador de Air France ya me gritaron: "¡pero llegas muy tarde!". Así que me hicieron rellenar allí mismo el papel de la inmigración, para ahorrar tiempo. En este formulario, hay una parte en la que tienes que responder cuál es tu país de residencia. Yo dudé, y dije en voz alta "India". La chica del mostrador, que era india, claro, me miró y me dijo: "Eso no puede ser...será España, eres española".
-Yo: ¿Has visto mis visados? Llevo en India desde el pasado enero. Trabajo en India.
- Ella: Sí, bueno...pero tú pon España.
Al final le hice caso, no vaya a ser que me pongan pegas luego en Inmigración. Pero la próxima vez yo pongo India.
Una azafata me acompañó hasta las aduanas para colarme, y luego otra me coló en el security check, y así todo... me sentí como una viajera VIP. Y al llegar por fin a la puerta de embarque, sopresa: el avión tenía media hora de retraso.
No tuve la suerte de me tocara un asiento en Business class por overbooking (como sí me tocó cuando también llegué tarde a Heathrow por un retraso en Barajas, cuando iba a Estados Unidos). En realidad, el avión iba medio vacío. Yo, acostumbrada a viajar rodeada de indios habladores que hacen el viaje ameno, acusé mucho la falta de compañía. Sí, tenía tres asientos a mi lado (iba en el medio), así que pude estirarme y tumbarme para dormir. Pero echaba de menos charlar con alguien el avión. En el cuatro asiento de la final había una mujer francesa que no paraba de mirarme: yo la miraba también a ver si me decía algo, pero nada. Al final me aburrí del juego y me puse a leer cómo Satyajit Ray empezó en el cine, cosa que cuenta en su libro Our Films, Their Films, que me compré en College Street antes de marcharme.
Después de 9 horas y media y muchos intentos fallidos de dormir, por fin llegamos a París, donde hacía un frío de 13ºC y cielo gris. Qué europeo, pensé. Y qué aburrido. El Charles de Gaulle es el aeropuerto más pijo que he visto nunca (vale, todos lo son, pero este se supera). Me perdí un poco porque, aunque llevo años y años usando este aeropuerto para viajar al resto del mundo, llegué a una terminal en la que no había estado antes. Así que primero tuve que coger un trenecillo para ir a otro lado de la misma terminal, y luego encontrar el autobús de siempre que me lleva a la otra terminal, la 2G, para ir a España.
En la 2G ya había perdido de vista a todos los indios que venían conmigo de Mumbai, y allí estaba yo sola con mi kurta y mi churidar, la gente mirándome sin decirme nada. Hasta que en el nuevo security check (¿qué cuántos hice? Creo que cuatro....) dos azafatos, un chico y una chica, a los que hasta el momento solo había oído hablar en perfecto francés, me preguntaron, en inglés, si yo era india. Les digo que no, que soy española, pero que vengo de India, obviamente.
- Ellos: ¿De dónde?
-Yo: De Calcuta
- Ellos: ¡Oh, Calcuta! ¿Has probado los dulces?
- Yo: Claro, rosgolla, misti doi....
- Ellos: gulab jamun... ¡Qué ricos están!
- Yo: ¿Cómo los conocéis?
- Ellos: Somos indios....
- Yo (alucinada): ¿Qué? ¿En serio? No parecéis...
- Ellos: Jaja, la que pareces india eres tú...
Y así seguimos charlando sobre India, sobre la ropa que yo llevaba, sobre el bindi (que también llevaba...por hacer el chiste al llegar a Vigo).
Esto es Europa, pensé: desde que salí de Mumbai, las únicas personas que han hablado conmigo, son indias. El resto de la gente es de hielo o algo así. Me dieron ganas de llorar allí mismo y cogerme un vuelo de vuelta a Mumbai.
La cosa no mejoró cuando, de nuevo en la sección de Inmigración del Charles de Gaulle, un francés coge mi pasaporte, me mira, y me dice:
-¿Vas a Vigo? ¿A qué?
- A ver a mi familia, de vacaciones
- Pero, ¿tú eres india o eres española?
Y yo pensando, "pero tío, ¿tú sabes leer? ¡Si tienes mi pasaporte!!"
Por fin, en el vuelo a Vigo, me toca sentarme al lado de un viejecillo que habla conmigo en inglés, y resulta que es brasileño. Un poco más reconciliada con el mundo, y pensando que tengo que viajar a Brasil alguna vez, me despierto (porque me dormí, por fin), en Vigo, con una tormenta que hacía temblar el avión que parecía que estaba en el 815 Oceanic, el avión de Lost.
Pero aterrizamos bien, y enseguida (porque el aeropuerto de Vigo es minúsculo) divisé a mi familia entre los cuatro gatos que esperaban a alguien: estoy de vuelta. Todo es como lo recordaba: el cielo gris, la llovizna continua, el frío, y la gente sola que no habla.
¡Ay, Calcuta!
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