viernes, julio 08, 2011

Shocks Culturales

Hoy me he puesto nostálgica. Me he puesto a leer mi viejo blog donde tengo apuntes de mi experiencia en Japón. Cada vez que lo releo, redescubro algo de mí misma. Es interesante. Espero poder sentir lo mismo cuando relea este blog....

El caso es que me he encontrado con esta entrada que hice un día (día que recuerdo perfectamente por la referencia al restaurante italiano que menciono en ella) de los que peor me encontraba psicológicamente en Japón. Os la remito:

Nieva sobre mojado

El frío no disminuye y la nieve ha sustituido a la llovizna que caía últimamente. Hoy he vuelto blanca a la seminar house. Pero además de las bajas temperaturas exteriores, también tengo frío interiormente. Como ya me pasó el primer cuatrimestre, estoy hasta arriba de Japón y el clima asqueroso que está haciendo no ayuda mucho. Mi hastío está llegando a máximos históricos y no veo manera de reconciliarme con Japón y conmigo misma esta vez. Ya estoy de vacaciones. Ya estoy harta de templos. No hay salvación ni refugio en las cafeterías: el café es tan malo que no hace más que ponerme de peor humor. Hoy fui a comprar un pan integral para la cena y cuando lo abro para tostar, descubro que tiene eso que aquí llaman, por una lejana similitud de ingredientes, "queso". Menos mal que pude salvar algo de la parte inferior del pan y no tiré totalmente a la basura los 189 yenes que me costó la bromita de un pan integral para cenar. Para variar, intenté comer en un italiano, pero la pasta estaba tan dura que era intragable, sólo había un plato sin carne y la ensalada que acompañaba mi set de pasta eran cuatro hojas de lechuga con mayonesa...En la carta no decía nada de mayonesa. Al menos podrían dignarse a traer el aliño por separado, pero ni eso. No volveré a cometer el error de buscar nada europeo en Japón. Es una burda imitación.

¡Pero hecho tanto de menos mi cultura! ¡Mi vida normal! ¡Un café decente, una manzana con sabor a manzana, pasta al dente, auténtica salsa de tomate, verduras de tamaño normal y sabor real, pan integral, auténtico queso! Un día de invierno por encima de los 4ºC, un sandwich sin mayonesa, andar por la calle sin jugarme la vida por culpa de las bicis y los coches, restaurantes que cierren sobre las cuatro -no a las dos de la tarde que es cuando empiezo a tener hambre-, una tarde (hasta ahora lo que tengo son mañanas y noches, de lo pronto que oscurece), poder ver una serie estúpida de la tele y entenderla y reírme de ella con fundamento, no por el absurdo que resulta ver a japoneses poniendo caras y diciendo cosas incomprensibles, un desayuno en el que pueda ver el sol por la ventana, no como estas de la cocina que son opacas y hay que tener todo el día la luz encendida ahora en invierno, escuchar Radio 3 en directo y no a base de bajarme los programas de la web, pasear por delante de los escaparates de las librerías y poder leer los títulos de los libros, tomarme una caña en un bar corriente y moliente, el sabor normal de la leche (sin azúcar añadido), poder comerme unas barritas de muesli o unas galletas porque existan en el supermercado, o yogures, y no esa cosa blanquecina que me revuelve el estómago,...Dios lo que daría por un kebab del Shawarma o un café en Caballerizas*. Pero sobre todo, por sentirme en casa. Cómoda. En un lugar en el que al menos pinto un poco y no soy el bicho que come todo con pan en lugar de con arroz y palillos. Poca gente de la residencia mantiene su comida habitual, excepto por las tostadas con mantequilla de cacahuete: eso debe ser para los americanos como para mí es ahora el pan, el tomate, y el aceite de oliva. O para Karo, el chocolate Milka que le envían sus padres cada mes. Pequeñas cosas sagradas que nos devuelven un poquito a "casa". Algo conocido, donde puedes relajarte.

¿Cómo puedo reconciliarme con Japón sino puedo encontrar en él nada familiar, nada reconocible? Lo que me resulta "reconocible", comparable a mi país, son las cosas que no me gustan: la superficialidad de la gente, las chicas y chicos superpuestos y superpintados, la pijería generalizada, el exceso de maquillaje, el exceso de disfraces diarios, la hipocresía que se encuentra, creo yo, en cualquier sociedad y que cualquiera reconocería, esa que aquí hasta tiene nombre**

*Shawarma es un restaurante de kebabs en Salamanca, mi favorito. Caballerizas es el nombre de la cafetería de mi facultad en Salamanca.
** Me refiero a los conceptos de honne y tatemae, imprescindibles para entender la sociedad japonesa. Os remito a una explicación estupenda de Kirai. En realidad, esto existe en todas partes, las expectativas de comportamiento social, pero en Japón es muy rígido y la diferenciación es muy fuerte, y como cuenta Kirai, el alcohol juega un papel importantísimo!


Menuda depresión que tenía...uf. Pero todo lo que menciono lo sentí así, mucho, y lo sigo recordando claramente. La frustración de no encontrar nada familiar, nada que me hiciera sentir cómoda. Ya os he contado que eso en India no me pasa, por una serie de razones: la calidez de la gente, el clima, el café, el pan,  pero también, y es verdad, por el sabor de la comida y de las frutas (HAY FRUTAS, sólo eso ya es increíble, tras haber estado en Japón), los horarios de la comida (una cuestión muy importante, estos pequeños detalles marcan la diferencia a veces).

Claro que sigo jugándome la vida al andar por la calle (ya véis que no pasa esto sólo en India), que sigo sin poder escuchar Radio 3 en directo, y sin entender la televisión (lo que pasa es que en Bangalore yo no tenía televisión, así que no pensaba en esto). Los libros, al menos, los suelo entender, porque en su gran mayoría están escritos en inglés. Y eso que yo podía leer japonés bastante bien, pero era muy muy lenta...Vale, sigue sin existir queso en India y el aceite de oliva es un pelín carillo (que tampoco tanto, aviso para navegantes: en el Star Bazaar de Koramangala, hay buenas ofertas de marcas como ¡¡Hojiblanca!!), pero hay PAN, CAFÉ, y la posibilidad de irse de cañas. Hay "tapas" (los chaat), hay leche que no sabe raro, hay galletas, hace sol, la gente hace vida en la calle y se relaciona en público, los ingredientes básicos de la comida son semejantes a los españoles (cebollas sofritas en aceite y tomate, luego pan y arroz, las lentejitas, otras verduras....) No voy a cometer la estupidez de probar un restaurante italiano en India. ¿Para qué?

Si algo aprendí de Japón, es que lo que hay que buscar en un país extranjero es aquello que es propio del país. Su cultura. Si no te gusta, vuélvete a tu casa. Si te gusta, aunque sólo sea a medias, puedes volver a tu casa de manera periódica, para sobrellevar los momentos de nostalgia que sin duda te invadirán. No se puede disfrutar de un país extranjero si uno está todo el rato comparándolo con el suyo propio, con su país de origen. Obviamente uno se va a ver frustrado y va a sufrir, porque es imposible que cumpla nuestras expectativas. Cada país es diferente. Y para eso viajamos, ¿no? Para descubrir las diferencias y disfrutarlas. Si no queremos nada diferente, es mejor que no salgamos de nuestro barrio.

Este es mi consejo para todos aquellos que se enfrenten no ya a India, sino al hecho de marcharse a vivir a otro país. Vale para cualquier otro país. Nunca van a ser como aquel de dónde venimos.

Al menos sufrir en Japón me preparó para ser feliz en India. Acepto lo que hay y no lucho. Y como aún encima tiene cosas en común con España, a veces me siento en mi salsa.

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