Esta semana está teniendo lugar una feria de lenguas en Calcuta, la primera vez que se hace en la ciudad, y parece que es una iniciativa novedosa en India. Se trata de que las diferentes embajadas, editoriales y academias o escuelas de idiomas, pongan unos puestos donde la gente que enseña lenguas extranjeras, o que las estudia, o que las quiere estudiar, puede ir para informarse y aprender más cosas, donde estudiar, qué libros comprar, o dónde, qué lenguas estudiar, además de información general sobre esos países, y conocer a otra gente en el mismo mundillo de las lenguas para intercambiar experiencias o crear grupos de trabajo o lo que surja.
Esa es la idea, al menos, pero no sé si habrá resultados tangibles después de esta feria. No hay mucho público, muchos somos los mismos de siempre, que ya estábamos en contacto, pero si es verdad que he conocido a alguan gente nueva: a otros estudiantes de español.
Fui a la inauguración, donde acudió también el director del Instituto Cervantes de Nueva Delhi (pusieron un puestecillo también en la feria, junto a las embajadas de Costa Rica, El Salvador, Perú y México), la directora y la vice directora del ICCR, que es un centro cultural dedicado a Tagore pero en el que hay todo tipo de eventos culturales, desde exposiciones de pintura o fotografía hasta ferias como esta, teatros o ciclos de cine. También fue el ministro de educación de West Bengal, su delegado para el contenido de las asignaturas de las escuelas, y profesores de la universidad de Jadavpur, que es una universidad privada de Calcuta bastante conocida. Y resultó que también estuvimos allí dos profesores de la Universidad de Calcuta, mi colega profesora de español Mallabika y yo. Yo estaba allí un poco de sorpresa, porque simplemente había ido a hablar con Mallabika y con Óscar Pujol, el director del IC de Delhi, para saludar justo antes de que todo empezara. Me senté con ellos en la primera fila mientras hablaba, y de pronto llegó el ministro y por supuesto todo empezó. Me quedé allí sentada para escuchar los discursos de los personajes importantes que habían ido, sentada entre Óscar Pujol y la directora del ICCR, que resultó que es la esposa del que fue embajador de India en Roma hace unos años. Al final, cuando yo ya me iba a ir a hablar por fin con mis alumnos, que los había citado allí, en realidad me llevaron con todos los demás a una salita donde tomamos té, bizcocho y samosa con el ministro y todos los demás....Me sentía totalmente fuera de lugar, además de que nadie me había presentado y yo no me atrevía a decir nada de nada. Al final el organizador de toda esta feria, Dibyajyoti, que es profesor de español en la Ramakrishna Mission (un lugar conocido en toda India donde aprender idiomas), me presentó a los demás, y me enteré de quién era quién exactamente en ese momento. Algunas cosas de la charla resultaron muy interesantes. Parece que van a incluir a poetas en español en el syllabus de las escuelas bengalíes, exactamente a Juan Ramón Jiménez y a Pablo Neruda, que aquí son famosísimos (supongo, también, porque hay traducciones de ellos al bangla, y Jímenez porque él con su mujer fueron quienes además tradujeron a Tagore al español...). Nosotros no estudiamos a Tagore en la escuela, pero ellos nos estudian a nosotros. Increíble, ¿no?
Esto fue el jueves, y el viernes fui a un seminario que el director del IC de Delhi dio junto a mi colega Mallabika. Hablaron de la importancia del español, de aprender español, de lo útil que es, del Instituto Cervantes, de los DELE, de la enseñanza de español en India....Pero en realidad, lo más interesante de la charla fue después. Cuando terminamos, acabamos comentando entre Óscar Pujol, Mallabika, Dibyajyoti y yo la demanda de español en India, la cantidad de peticiones que el IC recibe de universidades y escuelas indias por profesores de español, que claro, no son capaces de cubrir, y de la falta de másteres y licenciaturas en español en las universidades de aquí (sobre todo en Calcuta, donde no hay ninguno de estos todavía). Así que chicos, si estáis interesados en trabajar en India, parece que sí que hay trabajo, pero eso sí, el sueldo no será un sueldo alto. Será un sueldo indio, lo cual da bien para vivir si vives a la manera india y no te importa comer arroz y lentejas (dal-bhat) todos los días, o idly dosa si vives en el sur. Bueno, a mi no me importa, de hecho me encanta, y como esto si no todos los días, casi casi.
A mi me pidieron que también hablara, que diera una especie de seminario-charla, algo. Pero no me dieron tema ni nada de nada. Me pusieron el sábado a las 4.30, y ya me véis a mí el viernes todo el día pensando, escribiendo tonterías, y sin dormir apenas. Al final, releyendo este blog conseguí encontrar algo que decir fuera de los estereotipos de estudiar español es importante porque lo hablan 400 millones de personas en el mundo o porque García Márquez es muy buen escritor. La verdad es que siempre oímos las mismas cosas, y yo quería contar algo distinto.
Y esto es lo que conté, primero en español y luego en inglés:
Cuando me pidieron que diera unas palabras aquí en esta Feria de Lenguas 2012, dije que sí inmediatamente, y me arrepentí inmediatamente. ¿Qué podía decir? Nadie me había dado un tema, una guía, nada. ¿De qué iba a hablar? Bueno, estamos en una feria de lenguas, así que supongo que debo hablar sobre las lenguas, pero las lenguas son un tema muy amplio. ¿Qué digo sobre las lenguas? Necesitaba algo más específico.
Así que me puse a pensar en mi relación con las lenguas. Yo estudié inglés en la universidad, y me acordé de Virginia Woolf. A ella le pidieron que diera una conferencia sobre las novelas y las mujeres en una universidad de Inglaterra. Y se sintió perdida ante la amplitud del tema, no sabía qué podía decir acerca de eso. ¿Qué hizo Virginia Woolf? Se puso a pensar en el significado de las palabras "novela" y "mujeres", sobre las que tenía que hablar. Así que yo la imité, y me puse a pensar en el significado de la palabra "lengua". Al final, de todos sus pensamientos, Virginia Woolf escribió un libro, titulado "Una habitación propia", que por cierto, si no habéis leído, os recomiendo encarecidamente que lo leáis, sobre todo las mujeres aquí presentes, tenéis que leer este libro. Si queréis os lo presto, lo tengo en inglés. Y es que Virgnia Woolf, que al principio no sabía qué decir, en el fondo tenía muchísimas cosas que decir, tantas que escribió un libro.
Bueno, yo no voy a escribir un libro de esto, pero pensando como ella, descubrí que sí tenía alguna cosa que decir. Más que "decir", creo que la palabra más adecuada es "compartir".
Y es que en esta feria hemos oído hablar de la importancia de las lenguas desde el punto de vista profesional, de los negocios, de la cultura....Si me permitís decirlo, siempre escuchamos las mismas cosas. Yo creo que todo eso ya lo sabéis y que no necesitáis que yo lo repita otra vez. Yo quiero contar algo diferente. Y me encontré con que yo quería hablar sobre lo que a mí me parece que es la razón fundamental y esencial por la cual las lenguas existen, por la que tenemos lenguas. Y esa razón es porque necesitamos las lenguas para compartir.
¿Y por qué compartir? Bueno, sabemos que el hombre es un ser social. Esto lo dijo un griego hace mucho tiempo, ellos dijeron tantas verdades que sigen vigentes hoy en día. Y compartir es una actividad social. Compartir significa que salimos de nosotros mismos, fuera de nuestro mundo interior, que dejamos de estar aislados y nos conectamos con los demás. Y como somos seres sociales, tenemos esa necesidad de compartir, el deseo irrefrenable de compartir, de no estar solos, de no estar aislados, de sentirnos parte de un grupo. Y eso lo hacemos compartiendo, y las lenguas son un instrumento con el que compartimos cosas.
Cuando hablo de lenguas, hablo del español, del inglés, del bangla, de estas cosas que llamamos idiomas. Pero también hablo de los otros lenguajes que tenemos, por ejemplo la música, la pintura, el lenguaje corporal, los gestos y las miradas...A través de estos lenguajes también compartimos parte de nuestro mundo interior con los demás, y podemos mostrarlo y observar el mundo de los otros.
Quizá, si lo pensamos bien, las lenguas sean un instrumento muy poco práctico para compartir. Porque si tomamos, por ejemplo, la música, pues la música llega a todo el mundo. Al que sabe de música y al que no tiene ni idea de música. No hace falta saber de armonía o de notación musical para sentirse emocionado por la tristeza de la bossanova o por la energía del flamenco. Y además, con la música, la nacionalidad no importa. La música no tiene fronteras, es un lenguaje internacional. No hay música extranjera, sólo música.
Pero, ¿qué pasa con la música? Pues que puede transmitir un significado general, un sentimiento general, pero para los significados más específicos necesitamos las palabras. Por eso tenemos canciones, música con letras. Si queremos compartir mucho más, necesitamos palabras con un significado particular. Pero las lenguas no las podemos entender sin conocerlas, son extranjeras. Tenemos que esforzarnos y aprenderlas, estudiarlas, pasar horas en clase y fuera de clase luchando con los sonidos, los significados, la gramática. Son más difíciles, menos cómodas, menos convenientes. Sin embargo, yo pienso que tal vez justamente por este esfuerzo que conlleva aprender una lengua, es algo mucho más valioso. Es como cocinar uno mismo. Sino lo habéis hecho nunca, os lo recomiendo. Al primer intento, pondréis la cocina hecha un asco, acabaréis exhaustos y el resultado no será comestible. Pero si seguís practicando, más pronto que tarde descubriréis que la comida que uno hace en casa sabe mejor que la de fuera. Y es que todo lo que uno hace por sí mismo sabe mejor. Sabe mejor porque es un logro, y nos sentimos orgullosos de nuestros logros. Yo creo que aprender una lengua extranjera es un logro valiosísimo que vale la pena el esfuerzo y del que debemos enorgullecernos.
Ahora os voy a pedir que hagáis un pequeño ejercicio de imaginación. Imaginad un mundo sin palabras, sin lenguas. ¿Podríamos compartir cosas con los demás? Compartiríamos algunas pocas cosas, quizá, a través de gestos, de miradas, de música tal vez. Pero casi todas las cosas se nos quedarían dentro, no seríamos capaces de compartirlas con nadie. Y por mucho que tengamos un mundo interior muy rico, si no lo compartimos con nadie más, ese mundo se morirá con nosotros. Y aquello de lo que nadie nunca ha sabido nada, que es invisible para los demás, ¿existe realmente? Esa es mi duda. Es como un sueño. Todos hemos tenido alguna vez un sueño maravilloso del que nos hemos despertado por la mañana con una sensación fantástica, pero antes de poder pensar en contárselo a nadie, lo hemos olvidado. Y la sensación tan bonita que tenemos, al cabo de unos minutos empieza a borrarse, y desaparece. Entonces, ¿ese sueño existió de verdad o no? ¿Soñamos algo o no? ¿Quién puede decirlo?
Bueno, este ejemplo es un poco abstracto, así que voy a poner otro ejemplo más concreto. Esta es una historia real que me ha sucedido a mí aquí en Calcuta. Una tarde fui con una amiga a una cafetería y nos tomamos un café, un pastel de chocolate y charlamos. Yo me quedé con un recuerdo maravilloso de aquella tarde de charla, y de aquel pastel de chocolate, que estaba de muerte. Pero cuando al cabo de unos meses, intenté hablar con esta amiga de esa tarde y de aquel pastel, ella no recordaba nada de nada. Para ella, aquella tarde nunca había sucedido. Aquella tarde, aquel café, aquel pastel, no existían. Ella estaba tan segura de lo que decía que yo empecé a dudar. Quizá fuera verdad que aquello no había sucedido nunca, que aquel pastel de chocolate tan delicioso nunca había existido y yo nunca lo había probado. Toda la belleza de aquel recuerdo se murió de repente. Tal vez, si yo hubiera compartido mis sensaciones sobre aquella tarde antes con ella, ella no la hubiera olvidado, y aquel momento todavía existiría. O tal vez es verdad que nunca pasó. Todavía no estoy segura de que no haya sido un sueño.
Pero, ¿véis el poder de las palabras? ¡Las palabras pueden conservar un momento hermoso en la memoria colectiva y evitar la muerte!
Otro ejemplo de la importancia de compartir con palabras y registrarlas. Imaginad, de nuevo imaginad, un mundo en el que todos los matemáticos del pasado nunca hubieran compartido sus descubrimientos ni su sabiduría con nadie. Que los indios que descubrieron los números nunca hubieran dicho nada a nadie sobre ellos, ni escrito nada, o que Pitágoras nunca hubiera enseñado matemáticas ni contado sus descubrimientos sobre geometría. Todo ese conocimiento matemático se habría muerto con ellos. ¿Dónde estaría la civilización humana ahora? No habría un conocimiento a partir del que construir una civilización, no habría registros de ninguna ciencia. Cada vez que una persona empezase a investigar sobre las matemáticas, tendría que empezar desde el principio, desde 0 (pero sin cero). ¿Cómo va a descubrir el álgebra si está ocupado descubriendo los números, sumar, restar, etc? Cada matermático tendría que repetir siempre lo mismo, siempre estaríamos en el mismo punto, en el primer escalón, no habría progreso. Yo he puesto como ejemplo las matemáticas pero podría haber elegido cualquier otra ciencia o arte. Si el conocimiento y los descubrimientos no son compartidos y registrados, no tendríamos historia, y sin historia no puede haber civilización. Porque sin pasado no tenemos ninguna base para construir el futuro.
Fijaos, qué poder tienen las palabras, que pueden construir civilizaciones. Y diferentes lenguas construyen diferentes civilizaciones. ¿Hay alguna otra cosa en el mundo capaz de hacer esto, de construir civilizaciones? Si sabéis de alguna, decidme.
El mundo en el que vivimos está lleno de cosas hermosas y de conocimiento que compartir. Hay tantas tantas cosas que compartir que sería una pena que desaprovecháramos la oportunidad de hacerlo. Porque compartir es algo tan fácil de hacer. Solo hay que abrir la boca y producir sonidos con significado. Eso es hablar. Pero como el mundo es tan grande y hay tanta gente en él, ¿por qué limitarse a compartir con aquellos que hablan la misma lengua materna que nosotros? ¿Qué pasa con todos los demás? ¿Somos tan egoístas que no queremos compartir con nadie más la belleza y el conocimiento que tenemos? Yo creo que no lo somos, por eso, os digo que aprendáis lenguas y compartáis el mundo con tanta gente como podáis.
Desde que puedo recordar, yo he estado aprendiendo una lengua u otra: español, gallego, inglés, francés, italiano, japonés...ahora bangla. Nunca podrá aprender todas las lenguas del mundo, ni podré aprender totalmente las lenguas que he estudiado. Pero me esfuerzo. Porque gracias a que he aprendido lenguas, hoy puedo estar aquí hablándoos; y porque gracias a que he compartido cosas con mucha gente de diferentes países y he aprendido de ellos, hoy puedo estar aquí contándoos esto, compartiendo la alegría de compartir, aunque esto empieza a sonar como un trabalenguas.
Yo creo que compartir le llena a uno de alegría. Y yo sé que vosotros, bengalis, esto lo sabéis, y por eso espero que toda esta charla no os parezca una locura. Y lo creo porque una de las primeras palabras que aprendí cuando empecé con el bangla, es "adda". Que esta palabra exista en vuestra lengua demuestra que conocéis la belleza que hay en compartir con palabras todo lo que uno lleva dentro. Pero además, esta palabra me ha gustado por dos razones más: una, porque "adda", a los oídos de una española, suena muy dulce, porque la A en español es una vocal muy alegre, sonora. Y además tenemos una palabra que me suena parecida, "hada", que significa "fairy", es decir, un ser mágico y hermoso. Así que me parece que en bangla, hablar es algo alegre, mágico y hermoso. ¡Tanto significado en una sola palabra! Pero la otra razón por la que me gusta esta palabra, es porque, cuando la descubrí, descubrí también que los bengalis y los españoles somos hermanos. En español tenemos una palabra para exactamente el mismo concepto: "tertulia". La tertulia es algo muy importante en nuestra cultura. Pasamos horas y horas de tertulia, hablando; nada nos gusta más que rodearnos de gente, tomar un café y hablar, hablar, hablar. Cuando descubrí que en West Bengal y en España damos importancia a las mismas cosas, me sentí como en casa.
¡Mirad, qué poder el de las palabras, que pueden hacer que una persona como yo, a 8000 kilómetros de su hogar, se sienta como en su hogar!
Otra razón por la que me siento en casa en Calcuta es porque aquí la gente es tan amable, que aprende español. Podían aprender chino, que China está más cerca, pero no, aprenden español. Y eso algo por lo que estoy muy agradecida. Y quiero devolveros el favor, "tai ami bangla sikhchi" (por eso aprendo bangla). Para hablaros a vosotros en vuestra lengua como vosotros me habláis en la mía. Gracias, amigos, por aprender español. Porque solo por eso, porque aprendéis español, ya os considero mis amigos. Quizá ahora no nos conocemos personalmente, pero si nos conociéramos, podríamos hablar y compartir muchas cosas en español. Y cuando lo hiciéramos, seríamos amigos. Así que os considero mis amigos por adelantado. Y todos vosotros que queréis empezar a aprender español, también sois mis amigos ya, porque un día podremos compartir muchas cosas y aprender unos de otros. Un día nos sentaremos en la Indian Coffee House y tomaremos café y disfrutaremos de un "adda"(tertulia) interminable.
Fijáos, el poder de las palabras, que transforman a completos desconocidos en amigos. Incluso a personas que vienen de muy muy lejos.
Realmente, aprender lenguas os da un poder único. Con las lenguas podéis evitar la muerte, construir civilizaciones, hacer a la gente sentirse cómoda, convertir a las personas en amigos.Todo a través de algo que parece tan simple, inocente y natural como las palabras. Por todo esto pienso que es realmente valioso que aprendamos las lenguas unos de los otros, y compartir lo que llevamos dentro con ellas.
Esto es lo que yo quería compartir hoy con vosotros. Si tenéis algo que compartir conmigo, no dudéis en hacerlo.