Vivir en Kolkata tiene otro sabor. Como el del té en las tacitas de barro. Muy distinto de Bangalore. Aquí uno tiene que estructurarse el tiempo de otra manera, porque la ciudad es cómo es y no le puedes pedir lo que no te va a dar.
¿Qué no le puedes pedir a Kolkata? Comodidades. Aquí tienes que luchar hasta por tu pedacito de acera para pisarlo y seguir andando. Pero a los pocos se va consiguiendo. Ya os he hablado de que aquí, aunque hay aceras, está cubiertas por tiendecitas a ambos lados, tiendecitas de todo tipo. Cada una especializada en su cosa, a veces por zonas: de aquí hasta allá de la calle hay ropa, de allá hasta más allá venden cosas para la cocina, en el medio hay gente que vende té o comida callejera, snacks como pani puri o bhel puri, o zumos, hay vendedores de fruta, luego vienen los vendedores de cerraduras, los que arreglan relojes, los que venden alfombras, los que venden bolsos, los que venden verdura, los que venden....cualquier otra cosa.
¿Qué pasa con esto? Que tienes que ir tienda por tienda. Que no puedes ir a un sitio donde encontrarlo todo, porque no hay. O hay muy pocos. Todo esto junto, que podrías encontrar en un Big Bazaar en Bangalore, pues aquí no es tan fácil, porque Big Bazaar solo he visto uno en Google Maps y me queda en el quinto coño, así que no voy a ir. Acabo antes comprando en las tiendecitas. Y no sólo estas, sino las que están verdaderamente en los bajos de los edificios, no en la calle en sí, también son así: cada cosa la compras en su tiendecita: aquí el pan (roti, una cosa que estaba buscando en Bangalore y no había allí!), acá el yogurt, allí las galletas, allá el paneer, en esta otra los dulces, en esa las cosas de limpieza, en aquella las de higiene, en la otra la ropa de cama, y así con todo.
Lo cual hace que tengas que encontrar tiempo para poder darte una vuelta por todas las tiendecitas y equilibrar las compras, por el peso, porque vas a pasear y pasear. Eso sí, consigues buenos precios. Al final acabas conociendo a los tenderos que te saludan y te preguntan que tal y que ya no se extrañan de verte y dejan de intentar timarte. No niego que es un poco (muy) pesado, andar de tienda en tienda, pero tiene su encanto. Además, si no es en esta tienda es en la siguiente, y ellos mismos si no tienen algo en la tienda se encargan la mayoría de las veces en ir a buscarlo por ti, y traértelo, y cuando no pueden, pues te indican donde puedes encontrarlo. Incluso aunque no sepan más que bengalí, intentan ayudarte (suponiendo que te entienden, pero de momento no me han fallado).
Claro que tengo un par de supermercados relativamente cerca. Pero relativamente cerca, significa en realidad a unos 20 minutos. Hay una pequeña tienda cercana, porque hay una gasolinera y tiene como un mini super, lo que vendría a ser un Seven Eleven, pero no 24 horas, y además le faltan cosas. Aunque siempre está ahí para urgencias o perezas.
En realidad me hace gracia lo de ir de tienda en tienda. Siempre voy en metro a la universidad, aunque antes tengo que coger un autorickshaw para llegar a la estación. No está muy lejos, pero tampoco cerca. El domingo me cogí una auto hasta el metro, como siempre, y lo que hice fue volverme andando a la Guest House. Descubrí dos lavanderos, una tienda donde además de dulces venden paneer fresco, unas cuantas tiendas de verduras, un Cafe Coffee Day (cafetería estilo occidental) para cuando me entre nostalgia o ganas de una café helado dulce, una tiendecita de samosas y snacks fritos que tienen una pinta deliciosa, muy tradicional la tienda con el fuego y las brasas y los dos señores de cuclillas cocinando. También encontré otra tienda donde comprar las legumbres al peso, un herrero, varios templecillos no sé a qué dios dedicados, tres restaurantes, un sitio de fotocopias super super super barato, una tienda donde además de té en cuencos de cerámica también sirven café (¡por fin!), y donde además de dulces venden dahi vada (aunque luego de probarlo no me gustó) y un snack dulce-picante (esta mezcla les encanta) de remolacha (que sí me gustó). Bueno, cosas. Cosas que en un supermercado grande no venden. Aunque allí vendan otras cosas.
Ah, y encontré un hombre que plancha!! el primero que veo en Kolkata. Aunque ahora tengo yo una plancha, sinceramente, la ropa india será preciosa, pero es un incordio plancharla...tiene demasiados pliegues.
Claro que el problema de todo esto es que en realidad, solo puedo irme de tiendecitas los fines de semana...Durante la semana lo tengo más complicado si quiero hacer cosas, por las tardes siempre estoy ocupada con las clases. La manera de vender y comprar también te cambia la vida. Tienes que luchar por encontrar el tiempo, la tienda, hacer cola y que no se te cuelen, el mejor precio...En Bangalore todo era más sencillo: tenía un super de camino a casa, otro detrás de casa, una tienda de frutas y verduras al lado, y si quería, tenía un supermercado mejor si me desviaba del camino a casa, a diez minutos. Lo compraba todo de golpe, o casi. Pero no había tiendas donde comprar roti recién hecho para llevar a casa. Ni dahi (yogur) casero. ¡Ah, esto lo vale!
Aquí podéis ver el dahi (yogurt) casero en su cuenquito de barro y la tapa, una hoja de plátano seca...