¿Será porque nos damos cuenta de que es un país tan amplio que siempre hay algo que nos queda por experimentar en India? ¿Será por la avaricia de aprovecharlo todo hasta la última gota, y nos damos cuenta de que con India no lo hemos conseguido, de que tal vez sea imposible agotarla nunca?
Lo dicho, últimamente solo pienso en India. Si cierro los ojos, sólo veo India. Todo lo comparo con India. Las palabras que escucho me evocan recuerdos de India. Me pongo a pensar las palabras con las que la definiría, misión imposible, claro, pero lo intento. Me salen palabras como ajetreo, callejear, ocre, mugre, palpable, pero me faltan otras muchas. Ya irán saliendo.
Todavía es pronto para saberlo, pero cuando comparo mi sensación con India y mi sensación con Japón, no hay color. Japón está bien, es un país precioso, también me encanta la comida, el bullicio en la ciudad, la calma en los pueblos, las telas, la gente tocando música en la calle, la paz de los templos y las montañas, el clima, los colores de la naturaleza...Pero le falta chispa. Le falta la gente hablando por la calle. Le faltan sonrisas. Le falta sabor, olor,...Le falta intensidad. Esa es la palabra, intensidad. E India tiene intensidad de sobra.
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