miércoles, enero 26, 2011

Ya en la India

He tardado en volver a escribir, lo sé, pero he estado ocupada. Hoy por fin tengo un día libre, ya que es festivo en la India, el Día de la República. Hoy se cumple el 61º aniversario de la constitución de la república de la India.

Y para celebrarlo, me he dedicado a dormir, a pasar las fotos que he sacado hasta ahora al ordenador, y a escribir en el blog. Un día tranquilo.

La verdad es que me hubiera gustado haber escrito cosas ya antes. Pero como os contaba, he estado muy ocupada sin saber ni cómo.

Algunos ya sabéis que mi llegada a la India fue algo accidentada. Los de Air France y su maravilloso servicio perdieron mi maleta de tal forma que no habia pista ninguna de dónde estaba (no trace of your suitcase, madam). Ya la primera hora en la India, de madrugada, tener que esperar y pelearme durante casi dos horas con el servicio de reclamación de Air France en la India, apenas entendiendo el acento ni los papeles, fue bastante duro. Sobre todo porque resultó que en el avión había otra maleta igualita igualita a la mía, roja, de la misma marca, modelo y tamaño. Cuando la vi la cogí enseguida, no miré la tarjeta identificadora ni nada: di por supuesto que no habría otra maleta igual y que esa era MI maleta. Pero al cabo de unos minutos se acercó un señor a reclamarla, y efectivamente, era su maleta. La mía no venía. Un chico se estaba pasando al rededor de las cintas de maletas con una lista con un montón de nombres raros. Ya le había echado un vistazo, pero sin la lentilla puesto no veía demasiado bien y en principio, no vi mi nombre. Luego me fijé más, ya que mi maleta no venía, y...allí estaba claramente escrito, pero al final de todo, mi nombre. Y ahí empezó la espera y la discusión con los de Air France. Después de dar mis datos me aseguraron de que encontrarían mi maleta, me dieron una bolsita con cepillo de dientes, pasta, otros items de higiene y una camiseta blanca enorme (como hicieran los de British Airways en USA, pero sin los 50 dólares de compensación), y me largaron. Todo esto en dos horas. Si realmente alguien del Insituto Hispania había ido a buscarme al aeropuerto, tenía muchas dudas de que siguiera esperando a las 2 de la madrugada...Salí supernerviosa, pero allí estaba un cartel con mi nombre y el nombre del insituto. ¡Menos mal!

El que nos recogió a mi padre y a mí fue Anil, el "office boy" o más bien, "chico para todo" del insituto, sin el cual no funcionaría nada, porque todo lo hace él: encender los ordenadores, hacer fotocopias, arreglar cualquier cosa, pedir comida si hace falta, coger las libretas y archivadores de los armarios...En fin, todas las cosas, digamos, prácticas. Al principio me costó mucho hacerme a la idea de que aquí las cosas funcionan así, de hecho, todavía me cuesta. Cuanto menos haga uno mismo, parece que es mejor. Esas pequeñas cosas del día a día se dejan para los otros, para los sirvientes. Y es que esa es la palabra que más se acerca a la realidad.

Bueno, yo me enciendo el ordenador solita y también me voy a buscar la comida yo, pero es cierto que no voy a hacer yo misma las fotocopias, que sino las tengo que pagar de mi bolsillo.

Otro ejemplo similar es el del "tea boy", el chico que trae el té y el café todos los días. Normalmente se pasa después de comer, pero hay días que se pasa también por la mañana. En la escuela hay una pequeña cocina, utensilios y un termo, pero rara vez hay café o té si el chico del té no viene. Parece que nadie se lo puede hacer por sí mismo si le apetece. A lo mejor no sale tan rico, pero tampoco es que se me vayan a caer los anillos.

En fin, así son las cosas aquí. Hay gente que hasta va al supermercado con el sirviente para que elija las cosas y lleve las bolsas. Lo que no entiendo es por qué no le dan directamente la lista de la compra. Supongo que algunos sí lo hacen, pero que otros quieren supervisar. Bueno, es un poco como el servicio de entrega a domicilio en España, solo que aquí como no hay, tienen que traerse a alguien consigo para que lleve las cosas. Un trabajo más. Con la cantidad de gente que hay en este país, sin estos pequeños trabajos mucha gente estaría en la calle sin nada. Y ya hay mucha gente en la calle sin nada. En los 10 minutos andando que tengo hasta la escuela, hay al menos 15 personas que duermen, comen y viven en una sola acera. Una es una familia entera, que no sé si duerme exactamente allí, pero sin duda vive cerca y se pasan allí el día mendigando con tres niños pequeños.

En realidad, lo que más me duele es que tratan a esta gente fatal. Ya no sólo a los que mendigan por la calle, sino a los "sirvientes" en general. Les gritan, les acusan sin pruebas de no hacer lo que se les manda, se nota un desprecio en el aire que me asombra, porque en realidad sin ellos su "calidad de vida" se vería disminuida gravemente.

Por ejemplo, cuando por fin encontraron mi maleta, y cuando por fin me la mandaron dos días después, tras discutir con los de Air France y los del aeropuerto de Bangalore por teléfono, eran las 8 de la noche o así cuando por fin me avisaron de que había llegado a la escuela y decidí pasarme a buscarla. Me moría de ganas de tener mi maleta en mis manos de una vez y comprobar que todo estaba bien y en orden. A esa hora Anil ya no está de office boy, sino que había otro chico, de no más de 15 años (seguramente menos). Más bajito que yo, delgaducho, con una sonrisa enorme. Mi maleta pesaba más de 23 kilos (me la dejaron pasar en el aeropuerto de favor), y en el insituto pretendía que este chavalito escuálido la cargara hasta mi casa (10 minutos por unas aceras casi inexistentes o por una carretera con un tráfico endiablado). Mi padre y yo nos negamos, dijimos que preferíamos llamar a un taxi aunque fuera un poco caro. Tras discutir un poco, porque parecían no entender nuestra demanda, decidieron que lo mejor era llamar a un rickshaw. No sé si habéis visto un rickshaw, pero es bastante pequeño. Mi maleta es como yo de grande. ¿Entraríamos la maleta y tres personas en la parte de atrás del rickshaw? Albergaba serías dudas. Cuando por fin el chavalillo vino con el rickshaw, no sé cómo consiguieron que entrara la maleta en un pequeño espacio que tienen que hace de maletero, aunque en realidad no entraba del todo y la estábamos sujetando con nuestras cabezas. Así, apretados y encorvados, llegamos a mi casa. Pues el chiquillo estaba empeñado en que quería subirla él solo al segundo piso, menos mal que mi padre ayudaba. El chaval no parecía comprender que no era necesario que él hiciera todo. Cuando no teníamos suelto para pagar al conductor del rickshaw, él fue con el dinero y volvió con cambio para pagar. Parecía que él tenía que hacerlo TODO. Sólo pidió un poco de agua al final, pero yo le di algo de dinero más, aunque eso no mejoró la forma en que me sentía. Me sentía fatal. Explotar al chavalillo así y darle unas pocas rupias que para mí no son nada (bueno, en realidad sí, porque de momento solo cobro en rupias y ando escasa de dinero, que aún no he cobrado nada). No estaba arreglando nada. No podía arreglar nada. Lo peor fue cuando al día siguiente Lucía me contó lo que sabía del chaval, que no era mucho, pero sí sabía su sueldo: al cambio, 50 euros al mes. 50 euros al mes por hacer todo lo qe le mandaran aunque fuera excesivo, como llevar una maleta que pesaba lo mismo que él o un poco menos. Además, ese fue su último día de trabajo allí. Supongo que estaría harto y que se iría a otro sitio donde le pagaran un poco más o le trataran un poco mejor.

Ahora están buscando un segundo office boy para las tardes.

Rickshaw en Austin Town, Bangalore.


3 comentarios:

Alberto dijo...

¡Primera crónica!

Esclavismo puro y duro, y lo peor de todo es que seguramente para el chavalín de la maleta sería lo más natural del mundo y lo que tenía que hacer. Será feliz con eso, no conocerá otra cosa. Para llegar a esa situación...

En fin. No voy a hablar de esooo.

Que me alegro de leerte. Yo estoy ahora mismo ocupadísimo con las oposiciones, tengo que terminar (y empezar, básicamente, porque si no terminar va a ser muy complicado) la programación didáctica anual que me va a llevar muchísimo tiempo, y aun seguimos dando temas a diestro y siniestro. Ya me suena todo igual. Pero intentaré leerte cada vez que publiques algo y comentar.

Esperemos que lo accidentado que ha sido la llegada no sea el pan de cada día y tengas muchos buenos momentos y muy bonitos. Para la próxima entrada menos esclavismo y más curiosidades. Para que nos vamos a engañar, sabemos lo que hay y como está la cosa, y no podemos ignorarla, vale... pero... la vida sigue, uno, aunque insignificantes, tiene sus propios problemas, y yo sinceramente prefiero leer cosas curiosas o entretenidas, así que a ver esas anécdotaaas.

¡Un saludo y un besote!

(¿te vas a pintar una tilaka? ¿es tilaka? xD También suelen llevarlo sin ningún tipo de simbología, como mera decoración, ¿no?)

Indispania dijo...

Pues ale, a darle a las opos! No las dejes para lo último, eh? Preparar una programación no se hace en una noche...

Pues de momento no llevo tilaka, con ir vestida a la india ya es suficiente. Además, la gente joven no lo lleva. Ninguno de mis alumnos lo lleva tampoco, y eso que la mayoría son mayores que yo.

Venga, ya iré contando más cosillas próximamente. Besos

Anónimo dijo...

Wenas primita!!
A eso se le llama saber inaugurar un viaje!!

Como llevas el acento? Te vas acostumbrando?

Lo del niño es la caña, 50euros en la India serian aquí…? Por desgracia no creo que vaya a un sitio donde e paguen mas y mucho menos lo traten mejor. ¿Como va esa primera impresión de sociedad? Igual o peor de lo que ya te mentalizabas?

Ya vi tus fotos vestida de india, guapísima!! Y el piso también tiene mejor pinta de la que esperaba. Me alegro que estés contenta y que tengas algo de tiempo para descansar.

Te seguiré de cerca!!bikiños!!

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