Hoy, como el año pasado, ha sido el primer día de clase de un nuevo curso inicial en la universidad de Calcuta. De nuevo, alumnos, chicos y chicas, la misma aula con sus dos grandes pizarras, las tizas que no escriben bien, los perros entrando y saliendo de clase como Pedro por su casa.
Pasan los años, y me siento más segura en clase. Cuando llegué solo había dos alumnos, y poco a poco fueron entrando los demás, hasta que al final tuve unos 17 o 18, de los 35 que se supone que deberían estar. Ya me estoy imaginando que algunos nunca vendrán, y veré su nombre en la lista preguntándome qué aspecto tendrá este alumno o alumna que se matricula en una clase a la que nunca tenía pensado asistir.
Cuando entré, había una chica de mi edad y un hombre mayor, de unos 45 años, que me preguntó enseguida si iba a usar inglés en clase o "direct method". "Español, español", le digo, con una sonrisa, y después de ordenar las fotocopias que voy a usar por la mesa, empiezo a escribir la fecha del día, la "clase de español, día 1", mi nombre, a enseñarles el "yo soy", y que me digan su nombre. Entonces llegan en una oleada un montón de chicos, diez minutos tarde, y vuelvo a empezar. Sigue llegando gente, pero ya no vuelvo atrás, que se apañen, y si no se apañan, que no lleguen tarde la próxima vez. Escribiendo muy clarito en la pizarra los días de la semana, señalando con la fecha qué día es hoy y cuáles son los siguientes, escribiendo el horario de clase, de 17.30 a 19.30, y escribiendo y diciendo que "17.40" NO, les ha quedado claro: tienen que ser puntales. Me encanta la pizarra.
Les dibujo España, les pregunto en qué continente está, si América, África, Europa o Asia ( y me dicen que América, y yo les digo que no), hablamos del fútbol, del que si Real Madrid o Barcelona, que si el tenis, que si bullfighting o flamenco dance. Empecemos por los tópicos, que se sientan cómodos porque saben cosas. Después, toca el cuestionario de datos personales, que aprenden a rellenar siguiendo el modelo del mío que escribo en la pizarra, y les dejo tiempo para que se expliquen unos a los otros las cosas que no entienden, de modo que empiezan a conocerse y yo empiezo a ver quién es más rápido y a quién le cuesta más, a quién le gusta la metodología y a quién no, quién seguirá (probablemente) y quién desaparecerá con la excusa de las vacaciones de octubre ( o sin excusa).
Después, repasamos la presentación básica que yo he hecho conmigo misma, escribiendo "Yo soy" en la pizarra, y rellenando los huecos con el nombre, de + el nombre del país, y la profesión, en inglés (aunque se copiaron unos a otros y todos dijeron "estudiante" o "student", ya que algunos se sabían la palabra en español y otros no). Para eso, les hice levantarse (cosa que entienden enseguida, con un gesto), y colocarse en un círculo alrededor de las mesas (cosa que no entendían bien hasta que dibujé un círculo en la pizarra, siempre funciona eso de dibujar cosas), y empezando conmigo, seguimos uno tras otro.
Contentos por poder pronunciar sus primeras palabras en español después de la primera hora, me despedí diciéndoles que hasta el viernes, hasta el día 12 (pizarra aquí de nuevo, escribiendo la fecha con números), a las 17.30 exactas y no a las 17.40. Dos horas de clase ya desde el principio sólo en español, les mataría: a los que les cuesta, les desmotivaría demasiado, y a los que se han enterado bien hasta ahora y están motivados, si no entendieran en la siguiente hora, se desmoralizarían. La aproximación a este nuevo método (nuevo para ellos, claro), funciona mejor si es gradual. La próxima clase ya más seriamente, las dos horas completas, con las primeras fotocopias del libro, hasta que todos tengan su propia fotocopia del mismo.
Y nada, ¡que estoy deseando que llegue ya el viernes!