Al fin hemos tenido algún festivillo para disfrutar de India y ver cosas nuevas. El pasado miércoles fue Mahashivaratri, un día (y noche) dedicado a Shiva en el que las mujeres rezan por conseguir al marido perfecto, y para hacerlo ayunan, visitan los templos de Shiva y pasan la noche en vela.
En un día así sabes que los templos van a estar llenos de gente, los dedicados a Shiva, así que decidí ir a ver el Bull Temple, y de paso, Gandhi Market, un bazar callejero, que quedan cerca uno del otro. ¿Por qué ese templo y no otro? A parte de porque está en todas las guías de Bangalore (y es que tampoco hay tanto que ver en Bangalore), el toro es el animal sobre el que monta Shiva, así que están relacionados y la gente iba a raudales.
Primero llegué al mercadillo con toda la ilusión del mundo, después de haber visto información sobre él en internet. Y lo que aparecía en internet era verdad, pero no decían nada de que fuera tan pequeñito...y es que eran 50 metros, poco más. 50 metros preciosos, eso sí, con todo tipo de verduras, frutas, flores, especias y objetos para rituales a la venta. También las hojas de plátano omnipresentes en los restaurantes del sur de la india. Pero es verdad que me esperaba algo un poquillo más grande, aunque tengo ganas de volver otro día y prestarle más atención y sacar más fotos.
Luego fui hacia el templo, que no está ni a 10 minutos andando. La gente se arremolinaba en la entrada y en los stands donde se dejan los zapatos. Es la primera vez que voy a un templo en la India, que entro dentro, y estaba todo el rato comparando con Japón.
A parte de las primeras y más obvias diferencias, que son las religiosas y las arquitectónicas, lo que me llamó la atención es que hay que pagar para que te guarden los zapatos. Unos chavalillos recogían dos rupias por par de zapatos. No es nada, pero aún así es diferente. En Japón los zapatos los amontonabas a la puerta del templo (cuando te los quitabas, que tampoco era en todos), o había unas taquillas para colocarlos justo a la entrada. Todo mucho más organizado, claro.
Después, otra diferencia, es que no hay un ritual claro del agua para purificarse antes de entrar en el templo. Algunas personas se estaban lavando los pies, algo meramente simbólico, porque el suelo está lleno de tierra y en cuando des dos pasos, vas a tener los pies incluso más sucios que antes. Pero tampoco todo el mundo lo hacía. Había tres templos en la zona, y parecía que la gente iba de uno en uno. También había pequeños altarcitos, y todos estaban llenos de gente, sobre todo mujeres.
Yo fui directa al Bull Temple. Tras subir unas escalerillas, se llega a una explanada donde hay una columna de piedra que me recordó inmediatamente a Nikko, donde hay una muy parecida, pero de metal, donde supuestamente dentro hay sutras (libros sagrados) budistas. En esta no creo que hubiera nada dentro, y tenía estatuitas de Shiva de decoración. Detrás estaba el templo, en la típica arquitectura del sur, piramidal pero sin punta, y con muchísimas imágenes de dioses, demonios y demás, contando una historia seguramente (pero no estoy tan enterada). Además de la estructura principal de la puerta, tenía como unas verandas a los lados, y debajo, espacio para dos estatuas como en los templos budistas o en los shinto de Japón, como a la entrada de Fushimi Inari. Solo que no había ninguna estatua. Una vez ya dentro, unos monjes recogen dinero en una bandeja de metal dónde hay una pequeña vela. Todo el mundo ponía las manos sobre la vela para luego volver a ponerlas sobre su cabeza, como echándose la luz a la cabeza, al igual que los japoneses se echaban el humo del incienso a la cabeza para ser más inteligentes....Sólo que no sé el significado aquí. Después, la gente daba la vuelta a la enorme estatua del toro (bull) en el centro de la pequeña estancia, como en Japón con las estatuas de Buda. Detrás, otro monje vigilaba unas ofrendas y había una pequeña abertura en la pared con otra estatuita. Las personas al pasar se inclinaban un poco con las palmas juntas a la altura del pecho, para mostrar respeto, y seguían su camino. Algunos volvían a rezar al toro antes de salir, y todo se hacía en silencio. Eso sí, la música abundaba fuera y se oía por todas partes.
Justo al lado de este templo resultó que había un pequeño parque muy bonito, mucho más verde que Lalbagh, un poco descuidado pero con un encanto especial. Además, era muy tranquilo a pesar de la cantidad de gente que había ese día en los templos. Quizá vuelva un día sólo por el parquecillo.
Después de la experiencia en el templo, y cómo no está muy lejos, pensé que lo mejor era ir a Lalbagh Park, pasar allí un rato descansando de la gran ciudad, y sobre todo, ir a comer a MTR, que hasta ahora es sin duda mi lugar favorito en Bangalore. Entrando por la cocina de nuevo, esta vez probé no el thali sino la masala dosa, una especie de pancake gigante y no dulce, crujiente y dobladito, relleno de un puré de patatas con verduras y acompañado con chutney. Deliciosa. De postre, probé halwa, halwa de miel. Había probado halwa de zanahoria anteriormente (una especie de mermelada pero más espesa, como membrillo casi, de zanahoria), y la verdad es que es bastante mejor que el de miel. Este sabe básicamente a una pasta de ghee (mantequilla clarificada, que se usa aquí para cocinar en vez de aceite) dulce con algo de azafrán. No estaba mal, pero el sabor del ghee era demasiado fuerte para mi gusto. Otro día, pido otra cosa distinta.
Después de un día tan ajetreado, había quedado con Athira, la secretaria, para que me ayudara a encontrar un sastre y así transformar la tela que os contaba que me compré la semana pasada en un salwar kameez. Allí nos vimos y me llevó a un sastre que está en un callejón dentro de un callejón dentro de otro callejón (vamos, que sino sabes del sitio, imposible encontrarlo), donde tres chavales de unos 15 a 17 años se encargaban de tomar las medidas y preparar la ropa. Dos chicos y una chica. Y tenían un montón de ropa terminada, colgada fuera, con un aspecto maravilloso. A ver qué hacen con mi tela. Esta tarde tengo que pasar a recogerlo. En menos de tres días, y sólo por 150 rupias.
Y después de este agitado día, llegué a casa muerta de cansancio pero lista para una cosa más: mi tercer intento de cocinar mattar paneer (una especie de queso fresco con guisantes y salsa de tomate), y puedo decir que esta vez me salió algo decente y comestible. Mis anteriores intentos fueron comestibles, pero decepcionantes: no le daba cogido el truco a la medida de las especias, y tenía poco sabor. Esta vez fue todo bien, al menos, para mí. Ahora ya empezaré a probar otras recetas distintas hasta que me salgan bien!
2 comentarios:
¡Qué envidia! Ya me hubiera gustado estar ahí en ese día festivo, ver los rituales y ceremonias en el templo, en fin ver lo que tu viste y como no terminar comiendo en el MTR. A mi si vuelvo también me apetecería mucho volver a comer en ese sitio. Esperemos que el vestido te quede bien y`por 275 rupoias de la tela mas 150 rupias de la hechura ya tienes un traje completo.
あついですか.ここはちょうとさむいです。
Trajes hechos a mano?!! que bien viven las profes de español en la i
India primi!!
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