jueves, diciembre 26, 2013

Navidades fuera de casa. Murshidabad

Aunque ya empieza a parecerme normal pasar las navidades fuera de casa, sola, sigue siendo algo que odio con todas mis fuerzas. De repente, todas esas comidas familiares llenas de discusiones absurdas y en la que sobran los postres de tanta comida como hay en la mesa, todos esos días oscuros, de frío húmedo que te perfora los huesos, de viento y lluvia y niebla, todos esos anuncios navideños edulcorados y sexistas, parecen el paraíso. Echas de menos el incordio de tener que ir comprar regalos, de pasarte horas envolviéndolos y inventándote lacitos de adorno que marquen una diferencia entre tus regalos y los del resto, porque en general, lo que va a dentro, viene a ser lo mismo de todos los años. Echas de menos las colas en la panadería para ir a comprar mazapanes "caseros", el olor a almendras que impregna las calles y las cocinas, las luces que deslumbran a los conductores y causan accidentes. Y los villancicos. De repente, te descubres cantando "Campana sobre campana" en la ducha, y no sabes cómo ha sido que la Navidad ha venido.

Sin embargo, este año, he descubierto un tratamiento paliativo para la nostalgia navideña: pasarla con otra familia. Aunque sea una familia que ni siquiera celebre la navidad.

Aritra me invitó a pasar unos días en su casa, precisamente estos días navideños, Nochebuena incluida. Yo acepté, encantada de poder pasar las navidades en un lugar diferente, y además, en plan familiar, por variar un poco. Y aún encima, por si hicieran falta más razones para aceptar, la casa de mi amigo está en Lalgola, en Murshidabad, una zona donde hay multitud de monumentos históricos, y que tiene una importancia fundamental en la historia de India: allí tuvo lugar la batalla de Plassey.

En esta zona de influencia musulmana, en la que los Nawabs eran los gobernantes, los franceses, holandeses y portugueses habían instalado pequeños puestos comerciantes. Pero llegaron los ingleses, con Robert Clive al frente, y le plantaron cara al Nawab del momento, Siraj-ud-Dhaula, que se negaba a pactar con ellos. Fue una pequeña batalla, pero la mitad del ejército del Nawab desertó en plena lucha, abandonando las filas, pensando únicamente en los sustanciosos beneficios ofrecidos por los ingleses si se pasaban a su bando. Así que los indios perdieron esta pequeña batalla en una esquinita del país, que resultó ni más ni menos que en la colonización de todo el subcontinente. Claro que esto, ellos que luchaban, no tenían manera de saberlo todavía.

Salimos a las 6.50 de la mañana de la estación de tren de Kolkata, la más moderna (ni Sealdah ni Haorah) y la más al norte, con un frío que pelaba, en el Hazarduari Express. Tras cuatro largas horas de viaje, en las que un grupo de mujeres bengalíes no dejaba de reírse ruidosamente, con la solidaridad de quien no quiere que nadie duerma en todo el vagón, los vendedores de cosas no dejaban de pasar pregonando su mercancía, y en las que los vecinos de asiento resultaron ser editores una revista literaria (como no podía ser de otra manera, aquí en Bengala), de la que nos regalaron dos ejemplares, uno a cada uno, y se interesaron por los poemas de mi amigo, por fin llegamos a Lalgola. Una pequeña estación rodeada de campos de mostaza y de plátanos:


Campos dorados de mostaza, no de trigo.

Allí en la estación tomamos un pequeño bici-rickshaw, cruzando el mercado, hasta llegar a su casa. 

La verdad es que no sabía que esperar, pero no me esperaba lo que encontré. Rodeado de un muro blanco, una puerta metálica en blanco y negro, bajo un arco negro, daba paso a un espacioso patio, con árboles plantados sin ton ni son, una fuente que bombeaba agua, como las que hay en Calcuta por la calle, y un pozo abandonado. En el terreno había dos casas unidas por una galería enrejada. Desde la galería nos saludaban tres o cuatro caras desconocidas para mí, aunque identifiqué una enseguida: la madre de Aritra. La puerta de una de las casas estaba abierta, y entramos por ella. La planta baja estaba como abandonada, en penumbra, y tras abrir una reja, subimos las escaleras hasta la primera planta. Allí estaban la madre y el tío de mi amigo, y al otro lado de una reja, la tía y una de las sirvientas, una mujer que parecía más bien un cadáver envuelto en un sari.

Tras los saludos y las presentaciones, me llevaron a una habitación con sillas y una televisión grande de tubo, tapada por una toalla. En la habitación, el tío, Anup, un hombre que al que la palabra bonachón le iba como anillo al dedo, me presentó las fotos que adornaban la habitación: una foto del difunto padre y de la madre de mi amigo cuando eran jóvenes (guapísimos) y de la abuela. Allí dejé mis cosas, y me llevaron a otra habitación al final de la baranda, el comedor. Allí, había un par de sillas, una mesilla, una mesa de plástico con un mantel de hule, una cama doble al lado de la ventana, un par de armarios y una nevera, más fotos familiares y un dibujo de la abuela, ya viuda, envuelta en un sari blanco y sin blusa.

La casa tenía sólo una habitación más, la de Aritra, la más grande con diferencia, tras la que también había un balcón acristalado desde el que se veía su escuela, más casas, un lago que fue grande, y un montón de basura por la que pastaban unas cabras vestidas con chaquetas y camisas viejas, como para protegerlas del frío. En medio del comedor y la habitación, había un pequeño pasillo que hacía de cocina.

Además de la madre y los tíos de mi amigo, los otros habitantes de la casa eran unos diez gatos, algunos apenas bebés, todos con su nombre, aunque sólo recuerdo a Bhutu, una gata blanca con una mancha negra en la cabeza, y a Kalua, su hija, una gata blanquinegra muy inquieta, que más que maullar parecía que balaba.


El pasillo que une y divide las dos residencias.


¡Qué monos!





Me habría llevado a este pequeñín a casa si pudiera tenerlo en la Guest House...

Me prestaron ropa de cuando Aritra era adolescente para cambiarme y andar cómoda por casa, y me quedaba como un guante, sorprendentemente. Debía de ser un chico muy delgaducho. Enseguida la madre hizo té e intentaron que comiera algunos dulces, que es la habitual muestra de hospitalidad, aunque enseguida se hizo patente que no me gustan los dulces bengalíes y el resto de los días y de las visitas familiares, el tío Anup se las pasaba explicando, entre risas, que como muy sano y que me gusta el té con mucho jengibre, y que mejor no intentarme darme dulces, sino unas galletas.

Tras la comida casera (arroz, lentejas, patata cocida, pasta de semillas de amapola - "posto"-, y unas verduras), descansamos un rato. Mientras todo el mundo se echaba la siesta, yo me dediqué a leer y a pasear por la casa. El la planta de arriba, había un baño y una pequeña habitación con cinco ventanas. También una gran terraza, donde colgaban la ropa. Hacía un viento frío y se veía bajar la niebla a la vez que bajaba la noche. 

Por la tarde, empezaron las visitas familiares. Todos estaban avisados de que tenían una huésped extranjera, y estaban deseando conocerme. Así que primero fuimos a casa de otra tía, una casa que también parecía grande, pero que como estaba encajonada en medio del pueblo entre otras casas, no vi más que una entrada estrecha en la que nos sentamos y tomamos té. Mientras hablaban en bengalí, me entró un sueño horrible (la noche anterior no había dormido nada, y había sido incapaz de echarme la siesta), y me quedé dormida en la silla durante casi una hora. Pero les pareció gracioso y querían volver a invitarme, aunque no había tiempo para más: quedaban todavía muchas otras visitas programadas para los días siguientes.

Después, fuimos a un cine local. Estos días se había estrenado una película bengalí basada en una famosísima novela de uno de los novelistas bengalíes más aclamados, del que ya hablé en aquella entrada de hace ahora un año, cuando fui a Bongaon y crucé la frontera con Bangladesh: Bibhutibhusan Bandhopadhyay. El año pasado visité su casa, luego intenté leer Chander Pahar, una de sus novelas de aventuras, y este año sacaron una película - la más cara de la historia del cine bengalí - basada en esta misma novela. El actor de moda de las películas románticas, Dev, había sido elegido para encarnar al protagonista, y Aritra no hacía más que protestar por la elección, porque era demasiado fuerte, alto y guapo para hacer de un chico pobre de pueblo que acaba convirtiéndose en un explorador en África.

Pero teníamos ganas de ir a ver la película, así que fuimos mi amigo, su tío, un primo y un amigo de su primo, y yo, a un cine, como digo, local. Un cine pequeño, con un patio de butacas y un gallinero minúsculo, de sillas como de sala de espera en hospitales. En las paredes y en el techo, que estaba recubierto de un entramado de fibras de bambú, colgaban ventiladores (no hay aire acondicionado aquí), aunque en invierno no hacía falta encenderlos. La pantalla era una gran sábana blanca colgada en la pared. La entrada valía 25 rupias.

La película daba pena. Duró tres horas, y todo lo que se gastaron en ir a filmarla a Sudáfrica, y en efectos especiales, repercutió en la calidad del guión, que parecía más bien una colección de viñetas de la novela, en lugar de una historia que pretendía ser lineal. Además, la dirección era malísima, la cámara imitaba a la de las telenovelas indias, que encuentro especialmente desagradables. Las telenovelas indias (y Chander Pahar), se caracterizan por movimientos de cámara repetitivos en los momentos dramáticos, que enfocan al mismo personaje tres o cuatro veces desde el mismo ángulo, acercándose hasta primeros planos de esos en los que se notan hasta las arrugas, un abuso de la música emotiva, y en los planos de acción, movimientos inconexos de la cámara que no dejan ver bien el fluir de la historia, que parecen cortados con un hacha. Se hacía difícil entender la película con aquellos movimientos rápidos y desconectados unos de otros, tan pronto enfocaban una cosa como la otra y no se veía ninguna razón para ello. Además, estaba todo en bengalí, sin subtítulos, con una aburrida voz en off contando la historia del protagonista en tercera persona sobre una primera persona y que no era la voz del actor en los diálogos. Total, un coñazo horrible. Dormité casi toda la película, despertándome sólo cuando Aritra o su tío intercambiaban diálogos llenos de indignación ante los cambios hechos en la novela o a los personajes.

Salimos casi a las 11 de la noche del cine, y hacía un frío cortante en la calle. La madre nos esperaba impaciente para servirnos la cena, que pasamos comentando lo mala que había sido la película y lo mucho que yo había dormido todo el tiempo.

Al día siguiente, empezamos la ruta turística por los lugares históricos. No están en Lalgola propiamente, sino en Lalbagh, a unos 50 minutos en coche. Allí vimos monumentos, mezquitas, templos, palacios y casas museo:


La explicación a Katra Masjid por la Archeological Survey of India


Las puertas de la mezquita


Detalle de la decoración (lo que queda, porque está casi destruida) del interior de la mezquita. Esto fue en su tiempo, una celosía.


No podían haber destrozado el techo de una manera más perfecta. ¿O quizá ya la construyeron así?


Arcos y ventanas


Los soldados aquí apostaban jugaban en el suelo a juegos parecidos al parchís.


La tumba del sanguinario y odiado Nawab, debajo de las escaleras y plataforma de la mezquita, para que todo el mundo lo pise.



Mezquita en Moti Jhil, un lago, visto a través del arco de entrada de un pequeño cementerio musulmán-cristiano.


Niños jugando en la mezquita abandonada.


Hazarduari, o el Palacio de las mil puertas. Dentro hay un museo con una enorme colección de todo tipo de cosas de todas partes del mundo que vale la pena ir a ver. Pero no hay fotos, porque no dejan pasar con la cámara ni con el móvil.


Farolillos en Hazarduari.


Explicación de la ASI a la tumba de la odiada hija del odiado Nawab. Cuenta la leyenda que comía pulmones de niños creyendo que así se curaría de su tuberculosis. También han edificado su tumba bajo unas escaleras, para que todo el mundo pase por encima de su cadáver.


Pero le han construido, a pesar de todo, un jardín precioso encima.


Esta es la casa museo del comerciante marwari (no bengalí) Jagat Seth. Era multimillonario, para la época, mucho antes de la independencia. Y hoy en día, también lo sería.


El atardecer en el jardín de Jagat Seth.


Templo Jain dentro de los jardines de Jagat Seth.

Después de tanto recorrido turístico, fuimos a más visitas familiares. Otra enorme casa con un pequeño jardín, y tíos, tías, primos y primas y gatos viviendo en sus habitaciones. Allí no me dormí, y de nuevo el tío Anup se puso a explicar mi preferencia por el té con jengibre y mi poca afición a los dulces, cosa que les parecía increíble a las tías. ¿No vas a comer nada?, me decían, y yo respondía "Es que no tengo hambre", y se reían como si hubiera dicho un chiste, como si que hiciera falta tener hambre para comer fuera un chiste. Al final, acepté unas galletas.

Por fin en casa, tras refrescarnos y cambiarnos, nos pusimos a charlar y ver las fotos (como las que habéis visto arriba) y concursos de la tele con la madre. Al día siguiente, planeamos ir al río Padma, que hace a su vez de frontera con Bangladesh, y que es la fuente de los pescados que los bengalíes tanto les apasionan, aunque, a su vez, se le llama el río de la destrucción, porque su curso cambiante ha arrasado pueblos enteros más de una vez.

Lo cierto es que la visita al río fue lo más bonito del viaje.


El azul desemboca en el azul. Cuál en cuál, todavía no lo sé.



Atardecer con los pescadores al fondo


Para no olvidar que el río es la frontera con otro país. Con la otra Bengala.


¿Alguna vez habéis visto algo así? Yo, no.


La última tarde en casa de Aritra, después de tomar más té con jengibre y galletas, pelearnos con los gatos, y conversar de todo un poco, pregunté por los álbumes de fotos de la familia. Al principio mi amigo y su madre me miraban como si hubiera salido de un manicomio, y rezongaron un poco, pero acabaron sacando dos bolsas llenas de fotos en blanco y negro, negativos y álbumes de debajo del colchón. 

Algunas fotos databan de los años 50, pequeñas estampas en blanco y negro, creo que llegamos hasta finales de los 80 en la cronología familiar. Algunas eran preciosas, auténticos documentos visuales de la época, con mítines políticos, estaciones de tren, tradiciones religiosas y pequeñas escenas de la vida diaria fotografiadas. Poco a poco, a medida que salíamos de los sobres llenos de fotos en blanco y negro y entrábamos en los álbumes de fotos en color, éstas cosas desaparecían para dejar paso a las fotos de los cumpleaños. En especial, del cumpleaños del primo de Aritra, que vive en la casa adyacente: un chico al que llaman "Yisu" (es decir, "Jesús"), ya que su cumpleaños es precisamente el 25 de diciembre. Aunque creo en su carnet de identidad dice que se llama Dev.


Parece que el padre de mi amigo estaba a punto de empezar a cantar una canción de una película de Bollywood con la voz de Kishore Kumar


Aunque sin la voz de Kishore Kumar, ya que el padre era un buen cantante de Rabindrasangeet (canciones compuestas por Rabindranath Tagore), y de hecho componía sus propias obras y sacó un casette - aquellos tiempos-. Aparte, escribía relatos de ficción y era profesor en un colegio público.


Una estampa de la vieja Calcuta, cuando todavía era "Calcutta", y no "Kolkata".


Victoria Memorial


Estampa de una estación de tren, posiblemente, Lalgola. No hay nadie conocido en la foto. En aquellos tiempos, gastarse una foto en fotografiar "cualquier cosa sin razón aparente", debía ser todo un atrevimiento.


La madre de Aritra de joven, en una serie de fotos en las que me recuerda a Sharmila Tagore.



De película, ¿no?


Jeje, espero que mi amigo nunca vea esta entrada en el blog, o me mata por sacarle en esta foto...


La cena de Nochebuena fue, sin ceremonia alguna, una riquísima ensalada, paneer en salsa con guisantes, y un poco de pan, para mí, mientras que los demás tomaban una típica comida bengalí: 


Arroz blanco cocido, huevo cocido, patatas con pasta de semillas de amapola (alu posto), y lentejas amarillas (dal). La ensalada sustituye a las otras verduras que tocarían en el plato. De postre, unos dulces bengalíes. Bueno, he de reconocer que yo me comí medio. Fue todo un esfuerzo.

Nos acostamos temprano: al día siguiente, teníamos que tomar un tren a las 05.50 de la mañana. Así que, a las 23.00 estábamos ya en la cama. Me dormí enseguida, la verdad. A las 4.15 ya estaba en pie, y terminé de empacar mis cosas en la mochila - regalos incluidos (una reproducción de un palanquín con dos esclavos, llevando a alguien importante, tallados en una especie de maderita blanda)-, de vestirme, de ver a la madre de Aritra prepararnos té, de todo. Me senté a esperar: mi amigo siempre ha sido tardón, pero esta vez, se pasó. Se pasó tanto, eran ya las 05.30, que salimos de casa casi corriendo y sin apenas despedidas, cruzando las calles a paso rápido. El tío Anup, que había insistido en acompañarnos, se nos quedaba detrás. De repente vimos un ciclo-rickshaw, y nos subimos a él, dejando al tío Anup, que se quedó triste por no poder venir con nosotros. 
Le preguntamos al conductor a qué hora salía el Bhagirathi Express:
- Panchta chollis.

Es decir, a las 05.40.

Cuando llegamos al andén de la estación, el último vagón del tren nos despidió con un pitido irónico. Lo habíamos perdido por los pelísimos. 

Nada que hacer. Nos iríamos en el siguiente. Miramos la lista de trenes, inscrita en las paredes de la estación. Allí estaba nuestro tren, el Bhagirathi Express, con una etiqueta que decía "40" pegada encima del horario original. No la vimos cuando fuimos a comprar el billete. Y no, el billete no dice la hora de salida del tren. Ni siquiera dice el nombre del tren.

De hecho, eso es, en realidad, una ventaja. El siguiente tren pasaba a la media hora, más o menos, a las 06.25. Preguntamos en la ventanilla, para cancelar este billete y comprar otro, pero el vendedor nos dijo que no era necesario: el billete valía. ¿Y por qué valía, si era para otro tren? Pues porque los dos van en la misma dirección, los dos son exprés, y de hecho, este nuevo tren hace un recorrido de 250 kilómetros (a la estación de Kolkata) mientras que nuestro primer tren lo hacía de 270 (porque iba a Sealdah). Así que en realidad, nosotros, al haber pagado por un tren exprés en dirección a Calcuta a una distancia de 270 km, habíamos pagado incluso más dinero que por los 250 km del otro tren que al que queríamos cambiarnos. Aritra y yo nos mirábamos incrédulos. ¿En serio? Que sí, que sí, insistía el vendedor:

- Que no vais a tener ningún problema, os lo aseguro (jhamela hobena). Que no pasa nada. Y si os dicen algo, me llamáis y yo hablo con el revisor. Tomad, este es mi número de móvil y mi nombre. 

Y allí delante nuestra arrancó un pedazo de papel de un extracto bancario y nos escribió su nombre y teléfono.

Tranquilizados, volvimos al andén a esperar el tren, que llegó mucho antes de su hora de salida. Estaba vacío. Salió tarde. Desayunamos té, pan con mantequilla y huevos cocidos en el tren. Poco a poco se fue llenando de gente, hasta que no cabía ni un alfiler. Y todavía nos quedaba viaje. 

Decidimos cambiar de tren antes de llegar a Calcuta, tomar un tren local, e ir directamente a Sealdah en lugar de a la estación de Kolkata, que está más lejos. Además, es más fácil encontrar transporte para ir a cualquier parte de la ciudad desde Sealdah, y no nos quedaba demasiado lejos a ninguno de los dos. Nos bajamos en Noihati, y a los dos minutos, ya venía un tren local camino a Sealdah. Pero con todo, acabamos por llegar a Calcuta unas siete horas después de salir de Lalgola.

Si no hubiéramos perdido aquel primer tren, habríamos estado en Sealdah en cuatro horas.

Pero a cambio de perder un tren, vi a un hombre vender revistas apasionadamente (Viajes! Revista de Viajes! Sepa usted cuáles son los mejores lugares para sus próximas vacaciones! Ofertas de viajes! Bonitas fotos! Sólo veinte rupias! Revista de ordenadores! Conozca los mejores programas! Aprenda sobre ordenadores! Con cd incluido! 50 rupias!), a un cantante deambulante de tren en tren, con su altavoz y micrófono en mano, y a un intérprete de Rabindrasangeet que tocaba en un minisintetizador, como de juguete, acarreando su altavoz, también saltando de tren a tren.


En definitiva, unas grandes Navidades.

jueves, diciembre 12, 2013

Un paso 150 años atrás: las relaciones homosexuales son de nuevo ilegales en India

Ayer por la mañana, cuando estaba terminando mi té y leyendo las noticias en la página web de BBC World, mis ojos captaron unos titulares de esos que se mueven atravesando la página: gay sex re-criminalized in India.

¿Qué?

Recuerdo enterarme, en el 2009, que "por fin India ha legalizado la homosexualidad", que en realidad no era tal, lo que había hecho era despenalizarla, pero nada de legalizar. El Tribunal Supremo de Delhi  había declarado que una sección del código penal indio, la Sección 377, era anticonstitucional porque iba en contra de los derechos de igualdad declarados en los artículos 14 y 15 de la Constitución escrita al independizarse el país, después de 1947. 

La decisión fue histórica, pero quizá - como se demuestra ahora - sobrevalorada. Aunque había oído del debate, que el Tribunal Supremo de India estaba revisando la sentencia del Tribunal de Delhi, nadie - NADIE - se esperaba que el Supremo fuera a revocar la decisión. Las noticias daban casi por supuesto que la ratificarían, y no se le daba mucha importancia a la noticia porque el resultado parecía obvio. Y sin embargo, en unas horas, aquel avance, aunque más simbólico que práctico, que la sociedad india había dado en 2009, retrocedió. 

Un paso 150 años atrás.

Vamos a explicar un poco más: 
Aunque la Constitución india es post-independencia, redactada por el adorado Dr. Ambedkar, al que se le considera un símbolo de la sociedad democrática e igualitaria, que acabó de un plumazo con las discriminaciones legales por casta, el Código Penal indio data de la época colonial. Es decir, fue redactado por los británicos, pero no por unos británicos modernos: estamos hablando de la época victoriana.

Para aquellos que sean amantes de la literatura, el término "victoriano" es muy significativo: las hermanas Brontë, George Eliot, Thackeray, Dickens. Pero quizá la obra que más represente el espíritu de su tiempo, sea La importancia de llamarse Ernesto, de Oscar Wilde, una sátira que ejemplifica la estricta y estrecha mentalidad de la época, en la que el "decoro", la "propiedad", la "decencia" eran valores exaltados, que debían decorar la fachada de cada persona. La sexualidad, que por su carácter natural e instintivo rompía con todos esos valores, se fue convirtiendo cada vez más en un tabú, casi absoluto: sobre todo la sexualidad femenina - como siempre, sometidas a un fuerte sistema patriarcal, que las empleaba para ostentar el honor de la familia, especialmente en las clases altas y medias -, pero también, por supuesto, las prácticas homosexuales. A la mujer ( el "ángel de la casa") se la mantenía en absoluta ignorancia del sexo, lo cual provocaba no pocos traumas en la noche de bodas: era indecente hablar de sexo con una mujer. Y las prácticas homosexuales (puesto que no se pensaba en "identidad" todavía) estaban castigadas con la pena de muerte hasta 1861.

Esta Sección 377 del Código Penal indio, data precisamente del 1861*, por eso no está penado con la muerte, sino con cadena perpetua. Quizá deberíamos decir que pertenece al Código Penal Británico. Al fin y al cabo, fue Lord Macaulay el supervisor de todo el proyecto, y  no se caracterizaba precisamente por sus ideas de igualdad, fraternidad o libertad. Fue él también quien instauró la Ley Inglesa de Educación en India en 1835, eliminando el apoyo a la enseñanza en las lenguas nativas del país, para crear escuelas en las que se enseñara contenidos anglocéntricos a través del inglés.

Pero, ¿qué es lo que dice exactamente esta Sección 377? Primero, todo hay que decir que no menciona la "homosexualidad" por ninguna parte, porque este término no existía cuando se redactó la ley. Lo que la ley penaliza son las "relaciones sexuales contra natura":

377. Ofensas Antinaturales – Quienquiera que tenga voluntariamente contacto carnal contra el orden natural con cualquier hombre, mujer o animal, será castigado con prisión de por vida, o con prisión durante un determinado período de tiempo hasta diez años, y puede ser también multado.

Explicación - la penetración es un acto suficiente para ser considerado bajo esta sección como contacto carnal. 

Así, a primera vista, el texto parece un poco indefinido, apenas cuatro líneas muy poco detalladas. Pero si tenemos en cuenta la mentalidad que lo escribió, entendemos que se refiere a las prácticas homosexuales y a la zoofilia. Sin embargo, en los años en los que ha estado presente en el código penal, ha habido discusiones acerca de si el sexo oral y anal entre un hombre y una mujer adultos eran o no considerados una ofensa bajo esta ley: los ingleses dijeron que no en 1886, pero los indios post-independencia, dijeron que sí en 1968 y en 1992, en dos casos judiciales en los que se consideraba "perversidad sexual". Claro que sólo han sido dos casos: mientras que en los 150 años que esta ley lleva en funcionamiento, 200 personas han sido condenadas por homosexualidad.

¿Por qué se considera antinatural? El primer argumento es que no produce descendencia. Es decir, que sólo hay que tener relaciones sexuales para tener niños: ¿si la mujer no se queda embarazada, es un delito también? ¿Usar anticonceptivos es también ilegal? ¿Es la adopción antinatural? El segundo argumento es que "destruye la familia". De esto ya hemos oído mucho en España, y sabemos que desde el 2005, cuando se aprobó el matrimonio homosexual en nuestro país, la familia sigue existiendo, los heterosexuales siguen casándose y teniendo niños, y si al caso, hay más familias que antes, ahora que contamos a las homosexuales entre ellas.

La ley no penaliza la identidad homosexual, aunque no lo hace porque no existía el concepto cuando el texto fue redactado. Así que los homosexuales están en tierra de nadie, ignorados por la constitución - ya que habla de igualdad, pero las leyes no la ponen en práctica en lo que a ellos les concierne - y cuando por fin vieron en 2009 que sus relaciones adultas, consensuadas y privadas en sus casas y sus camas ya no eran un delito, no pudieron hacer otra cosa que alegrarse. Y ayer, cuando lo avanzado en cuatro años se vino abajo, no pudieron hacer otra cosa que protestar.

A las dos de la tarde recibí un mensaje de mi amiga Debolina: "protesta contra la decisión del tribunal supremo en Rabindra Sadan a las 3. Yo voy a ir". Inmediatamente le contesté que me apuntaba: organicé las cosas para clase, cogí mi cámara de fotos, y llegué a las 15.10 a Academy of Fine Arts, el mismo lugar donde cuatro años antes la comunidad LGBT de Calcuta había celebrado la sentencia del Tribunal de Delhi que reconocía su derecho a decidir sus relaciones y tenerlas. Ahora era el lugar de la protesta.

Cuando llegué, ya había bastante gente, y sobre todo, periodistas. Armados con cámaras de fotos, de vídeo y micrófonos, estaban entrevistando a los participantes y sacando fotos de los carteles. Había gente de todas las edades: jóvenes estudiantes veinteañeros, adultos y personas que tenían aspecto de estar ya jubilados. Supuse que no todos eran homosexuales o transexuales, puesto que yo misma andaba por allí, pero sin duda, había una variedad de generaciones allí reunida, todos con el mismo objetivo. Ser visibles.

Por eso, algunos llevaban ropa de lo más estrambótica: gafas rosas, túnicas negras, sombreros multicolor, banderas del tamaño de una persona. Algunas chicas iban vestidas de hombre, otros hombres iban vestidos de mujer. Pero la mayoría de la gente iba vestida normal, seguramente habría venido a todo correr, interrumpiendo su rutina diaria, como yo, sin carteles que alzar.

Varias organizaciones LGBT habían convocado la protesta: Student Youth Association Against Gender Violence, Sappho for Equality, la Asociación de Estudiantes de la Universidad de Jadavpur. También estaban los hijra y su Association of Transgernder / Hijra in Bengal, quienes son el tercer sexo de India: siempre visten de mujer, se dedican a la mendicidad o a la prostitución y, curiosamente, han sido recientemente reconocidos en el Parlamento Indio como ciudadanos legales y que pueden tener en su documento de identidad ese "tercer sexo", sin tener que elegir si son hombres o mujeres.

Los eslóganes y las frases de los carteles:


Fijaos en el detalle de los dibujos. Hay diferentes tipos de ciudades dibujadas (la primera a la izquierda es musulmana, la de abajo a la izquierda es china - hay una muralla - las de la derecha son más normales y poco descriptivas, quizá ciudades modernas de cualquier parte del mundo). Los pies, además del obvio código de colores (además del amor interracial, caben otros colores, todos los colores, como el rojo y el amarillo), los pies que llevan pulseras son indican que son dos mujeres, mientras que los que no las llevan son, claro, hombres.



Ami tomay dak diyechi / amar pathe hatbe esho / yemon tumi hotna keno / protibadke bhalobesho (te he llamado, ven a caminar conmigo, ama las protestas, seas quien seas)



Me encanta el cartel colorido que dice "Diversity"





Nijeke Mukto Koro ("dejad libres a sí mismos": dejad a las personas decidir libremente, por sí mismas)



La directora de Saphho for Equality, la mujer con la camiseta verde, estaba dando su discurso a las cámaras.


Esta chica ha protagonizado todas las portadas de los periódicos hoy. En las mejillas lleva escrito "Love is not a crime", y 377 tachado.


La foto es el comentario.

Debolina llegó a las 4, y me presentó a sus amigos de la Asociación de Estudiantes de la Universidad de Jadavpur. Aproveché para preguntarles por qué creían que el Tribunal Supremo había revocado la inconstitucionalidad de la sección 377. Unas siglas salieron, tras varias preguntas, de sus labios: BJP.

BJP, Bharatiya Janata Party. El partido de derechas que se preveé ganador a un año de las elecciones generales de mayo 2014. El Partido del Congreso (socialista) está de capa caída, y el BJP brilla con su figura central Narendra Modi, ahora Primer Ministro de Gujarat, que desde que lo gobierna Modi, es el "milagro económico" de India. Pero también ha sido el instigador de odios raciales y religiosos entre hindués y musulmanes en su estado. 

Entre los lobbys que han presionado al Tribunal Supremo, están los extremistas islámicos, el arzobispado cristiano de India, y el BJP. Ninguno de sus líderes ha querido comentar algo al respecto, aunque lo cierto es que la mayoría de los líderes políticos del país se han mantenido al margen de la polémica, negándose a dar su opinión, o dándola anónimamente, como denuncian The Telegraph y The Times of India hoy. La mayoría de los políticos se escudan en que "el partido no ha discutido nada al respecto, y no tenemos una opinión todavía" - aunque mal huele ese todavía, puesto que han tenido cuatro años para formarse una opinión al respecto - y en que "India tiene otros problemas más acuciantes de los que preocuparse". Este último argumento no deja de ser verdad, pero, si tantos problemas acuciantes tiene el país, que los tiene, ¿por qué el Tribunal Supremo no se dedica a ellos, en lugar de a restringir libertades?

Además, me resulta muy llamativo que el "tribunal supremo" que ha dictado sentencia no haya sido el Tribunal Supremo en su conjunto, sino dos jueces pertenecientes a él, de los cuales, uno se ha jubilado ayer mismo tras la decisión. En su sentencia, mencionan algo aún más interesante: 

"Creemos que la sección 377 no va en contra de los artículos 14 y 15 de la Constitución. Está en manos del Parlamento eliminar esta sección del Código Penal si lo considera oportuno."

Eso es lo que comúnmente se llama "pasar la patata caliente". El Parlamento, en el que el Congreso se encuentra mayoría parcial, debiendo pactar con otros partidos, jamás conseguirá sacar adelante semejante proyecto, con las elecciones a la vuelta de la esquina. Aunque la comunidad LGBT cuenta con aproximadamente 12 millones de personas, en este país, eso no deja de ser una minoría. Y hay otras minorías que son más cruciales como votantes: los extremistas religiosos (de la religión que sea). Así que, al carecer de peso en la balanza electoral, el Partido del Congreso no tiene un interés especial en eliminar esta sección y hacer felices a los homosexuales, bisexuales y transexuales, ni a la población heterosexual que los apoya.

The Telegraph, el periódico en inglés más popular de Calcuta, abre hoy con un artículo bastante interesante en el que se refleja la actitud esquiva de los políticos indios. Entre sus testimonios, hay uno muy jugoso: "Preguntado por la razón por la que los partidos políticos en India no aclaran su posición respecto a esta cuestión socio-cultural, un portavoz del Congreso quitó importancia al asunto, mientras que uno de los secretarios generales del partido (Nota: no se menciona el nombre de ninguno de ellos) ha dicho: 'Estamos ocupados todavía con problemas de pan y mantequilla. Tenemos que concentrarnos en construir carreteras, en el suministro eléctrico, en el suministro de agua, y en el empleo, ya que la gran mayoría de la gente tiene que luchar por sobrevivir. Un país desarrollado puede combatir en las elecciones hablando de los derechos de la comunidad LGBT, del aborto o de legislar la prostitución, pero nosotros sufrimos otra clase de presión desde la opinión pública'."

No deja de ser verdad. Pero tampoco es que en estos cuatro años en los que no han tenido la preocupación añadida de las reclamaciones sobre los derechos de los homosexuales, bisexuales y transexuales, hayan hecho mucho por mejorar los problemas de suministro eléctrico (ved, si no, este detallado artículo de la BBC) o de agua potable. Y no hablemos de la inflación que ha subido los precios de los alimentos básicos por las nubes, ni de la educación pública...


En medio de la protesta, esta niña estaba mendigando.

Pero justamente por eso, han encontrado la excusa perfecta para no tener que enfrentarse al problema: "hay otros", y así, desestiman a 12 millones de personas que ya no tienen la libertad para amar, ni siquiera dentro de las paredes de su casa. Como dice un editorial de The Hindu, uno de los mejores periódicos del país, "la sección 377 está aquí para quedarse, al menos, a medio plazo."

Sin embargo, hay esperanza. No solo por la gente que sale a protestar, sino por el hecho de que la mayoría de los medios de comunicación estén en contra de la sentencia del Supremo, y muestren su indignación en sus artículos. Entre mis amigos indios ha habido también una ola de respuestas inmediatas de indignación. Permitidme pegar aquí algunas de las mejores reacciones que he leído en Facebook:

- What next? Ban Kamasutra as it advocates unusual erotic positions? Banish all childless couples from society? Terminate language and humanities from academic discipline afterwards may be as they don't bear apparent fruit ... ... ?!! (¿Qué será lo siguiente? ¿Prohibir el Kamasutra porque defiende posturas eróticas inusuales? ¿Desterrar a todas las parejas sin hijos de la sociedad? ¿Acabar con los estudios de humanidades de las disciplinas académicas porque no producen beneficios aparentes...?!!)

- So it's okay to rape a woman without her consent but consensual gay sex is not okay. Wah, India shining indeed! (Así que está bien violar a una mujer sin su consentimiento, pero sexo consensuado entre homosexuales no está bien. Bah, ¡India está brillando!)

- Who is the court to determine sexual preference? (¿Quién es un tribunal para determinar la preferencia sexual?)

- India: Where a 17 year old ripping out a girl's organs with a rod is not as big an offense as homosexuality !
Supreme Court of India criminalizes homosexuality. When you criminalize love, all you'll ever breed is hate.
(India: donde un chico de 17 años que destroza los órganos [sexuales] de una chica con una barra de hierro no es un delito tan grave como la homosexualidad. El Tribunal Supremo de India criminaliza la homosexualidad. Cuando criminalizas el amor, todo lo que engendrarás será odio)

Sí, están hablando de la violación de la chica de Delhi hace ahora casi un año.

Para terminar, otra nota: Reino Unido ha aprobado este año el matrimonio homosexual en dos de sus regiones (en Inglaterra y Gales, pues en Escocia  e Irlanda del Norte, esta ley debe ser aprobada por sus propios parlamentos), y entrará en vigor en marzo del 2014. India, si vas a imitar a tus colonizadores, hazlo en tiempo presente. No en la prehistoria.


* El Código Penal indio terminó de redactarse en 1860 y poco a poco fue entrando en funcionamiento, hasta hacerlo en su totalidad a principios de 1862, así que creo que 1861 es la fecha más aproximadamente correcta que puedo dar.

domingo, diciembre 08, 2013

Cumpliendo años

Este ha sido uno de los cumpleaños más raros de mi vida, porque la celebración ha durado casi tres días. El viernes, quedé para cenar con un empresario español que viene una o dos veces al año, y cuadró que estaba aquí, y que me llamó. Me traía turrón, pero en cuanto se enteró de que era mi cumpleaños, añadió otro regalo: una cuña de unos 350 gramos de queso de oveja de su región, Málaga. El sábado, mi amigo Kashinath vino a tomar té a mi residencia, y me regaló un diccionario Bengalí-Español / Español-Bengalí, aunque sea un diccionario hecho para los bengalíes que quieren aprender español, y unas galletas, con las que acompañamos el té. Por la tarde, fui a cenar con mi amigo Ambar y me regaló un cómic de Feluda, el detective de ficción creado por Satyajit Ray, en bengalí, Peligro en Darjeeling. El domingo, quedé con los poetas bengalíes con los que he trabado amistad, y fuimos a casa de uno de ellos, Himalay, donde su esposa Debolina había preparado comida, e incluso una especie de tortilla española, aunque sin patatas y con guindilla. que usamos como "pastel". De postre, había dulces bengalíes. Además, uno de ellos, Aritra, me regaló un libro escrito por su director de tesis, que trata de las fuentes e influencias francesas en la poesía de T.S Eliot, y su segundo libro de poemas, en plan chiste, porque precisamente se titula Hoy no es el cumpleaños de nadie. Aunque, la verdad es que yo ya tenía el libro, que compré por mi cuenta y por curiosidad, pero no se lo había dicho. Mejor, así tengo una copia firmada y la otra llena de apuntes a lápiz con traducciones. Ahora puedo dedicarme a destrozarla sin remordimientos. 

¿Todo libros? Pues casi. No fueron todo libros. También me regalaron un bolígrafo azul muy bonito. Bolígrafo y libros, ¿qué otra cosa se puede pedir?

Ah, sí. Una libreta en blanco....




Los 27. Esperamos salir con vida de ellos

sábado, diciembre 07, 2013

Escuelas públicas

No, no he muerto. Sigo aquí, trabajando, pensando en escribir las crónicas de mis viajes por Delhi-Agra-Jaipur, pero viéndome enterrada entre pilas de trabajo pendiente. Sin embargo, he decidido dejarse ese trabajo aparcado por unos momentos para sentarme a escribir aquí acerca de un nuevo tema: las escuelas públicas indias y el sistema educativo.

Me temo que este no será una entrada especialmente agradable. Tampoco va a ser una entrada con información detallada, ni un estudio, ni una descripción del sistema. Van a ser una serie de pinceladas que he ido recogiendo a lo largo de mi estancia aquí, en estos dos años, pero sobre todo de esta última semana, en la que un amigo ha empezado a trabajar como profesor y director de facto de una escuela pública en un pueblo de Bengala Occidental, a una hora y media en tren de Calcuta. No es el único de mis amigos que enseña en una escuela pública, pero sí que es el primero en transmitirme el shock de lo que ha visto.

Esta escuela, como decía, está un pueblo a la entrada del Parque Natural de Sunderbans, hacia el sureste del estado. La jornada laboral empieza a las 10.30 de la mañana, y termina a eso de las 16.00. Las clases son de primaria, hasta sexto más o menos, aunque la escuela está planeando aumentar los cursos hasta lo que sería 4º de ESO en España, aquí Clase X (siguen un sistema numérico, sin recomenzar la cuenta en cada ciclo), pero esas clases de secundaria están todavía sin construir. Ladrillos esparcidos por un solar, que no se sabe exactamente cuánto tiempo lleva así, aunque ahora a mi amigo le toque revisar las cuentas, decidir cuánto dinero va a qué, porque el dinero llega, pero a dónde se va, no se sabe. No tienen prisa, porque no hay estudiantes de secundaria todavía: los que están terminando primaria, continuarían en secundaria, pero todavía ninguno ha pasado de la Clase VI. De hecho, en Clase VI, sólo hay dos estudiantes. Y en Clase V debería haber seis, pero solo hay cinco: el sexto alumno murió. ¿De qué? No sabemos exactamente, pero probablemente, de desnutrición y mala atención médica, o falta de la misma.

En el edificio de la escuela, pasan el día el personal administrativo y tres o cuatro profesores más que se divierten con el nuevo profesor, al que le han cargado con las responsabilidades prácticas de un director de escuela, a pesar de su falta de experiencia y de conocimientos en el campo de la administración. Al parecer, una mujer con más experiencia va a incorporarse a la escuela en unos días, y es la esperanza de mi amigo, que como los demás profesores, no quiere la responsabilidad: está deseando que llegue y pasarle la patata caliente a esta mujer, que por lo menos tiene experiencia y sabrá como hacer las cosas y cómo lidiar con la gente. Sin embargo, los demás profesores están en contra de esta idea, por varias razones: 1) Él se ha incorporado antes, y es por "orden de llegada", 2) Él tiene más estudios (máster) que ella 3) Él es más mayor que ella y 4) Ella es "ella". 

La escuela, con su solar, está al otro lado de la estación de tren, pero las carreteras hacia la escuela desde la misma, y desde el pueblo, están en mal estado, algunas en construcción, y hay mucho polvo durante el día. Delimita también con un pequeño estanque que, como todos los del pueblo (y como todos los que he visto en India), está contaminado, lleno de verdín, convertido en vertedero y lugar de lavar la ropa, cuando no la gente. Pero al otro lado del estanque, rodeado de unas redes, hay un campo de cricket en el que los niños ricos del pueblo juegan con bates de verdad, y no tablones de madera adaptados para el caso.

El segundo día de su estancia allí, era el Día de los Discapacitados. El gobierno da becas a los alumnos con alguna discapacidad, para ayudarles a pagar los libros o el uniforme, o los lápices o libretas. Esta discapacidad puede ser de cualquier tipo, física o psicológica. Pero un comité evalúa el caso antes de otorgar la beca. Allí en una mesa grande, estaban sentados cuatro hombres, atendiendo los trámites y a su vez, haciendo de evaluadores más que dudosos. Llegó una niña de unos 6 años, con problemas de movilidad, de orientación, de audición, y que no articula palabras, aunque puede producir sonidos. Los "expertos", al no poder hablar con ella, hicieron llamar a la madre, una chica joven de unos 21 años, a la que sometieron a un interrogatorio:
- ¿Cuándo se quedó usted embarazada? 
- ¿Hubo algún problema durante el embarazo?
- ¿Estaba usted enferma?
- ¿Qué comía durante esa época?
- ¿Sufrió algún accidente grave durante el embarazo?

Como si la culpa fuera de la madre.

Cuando por fin se convencieron de que la niña no estaba fingiendo y que no era un fraude, le aceptaron como receptora de la ayuda, que le permitirá asistir a unas clases donde no hay ningún profesor especializado para enseñar a niños discapacitados, a los que se pone a todos juntos en una misma clase sin discriminar el tipo de discapacidad.

Hace ya varios años que el Ministerio de Educación de India comenzó una campaña de alimentación en las escuelas, llamada el "Midday Meal", o MDM, es decir, "una comida al mediodía". Este Midday Meal se instauró en Bengala Occidental en el 2003, y desde entonces la mayoría de la escuelas públicas se han adherido a él, aunque desde el último informe publicado por la comisión encargada de revisarlo, - que data del 2011 y que no incluye un grupo representativo de escuelas de todo el estado, sino que se limita a las dos zonas más industrializadas y ricas, Calcuta y Burdwan, la provincia justo al norte de Calcuta - todavía hay escuelas en las que tanto el director como los profesores se niegan a poner en práctica esta "comida al mediodía", porque encuentran muy inconveniente tener que llevar a cabo la adaptación alguna de las estancias de la escuela en cocina, y porque conlleva un esfuerzo y unas responsabilidades nuevas que no están dispuestos a cargar. 

En esta escuela hay una comida al mediodía. Esta comida suele ser la única que los niños tomarán en todo el día. Muchos de ellos, no solo en esta escuela, sino en muchas otras, según me ha contado la gente que trabaja en el mundo de la educación rural, sólo vienen a la escuela para comer: vienen a la hora de comer, y después se quedan a jugar, y luego se van a casa. En vez de escuelas, se han convertido en comedores para niños que viven en situación de miseria. Pero así, los padres aceptan a enviarlos a la escuela, incluso a las niñas, ya que así se convierten en una boca menos que alimentar: si no, sería más rentables hacerles trabajar de algún modo para que pudieran contribuir a la compra de alimentos. Aún así, la media de asistencia a las escuelas en el informe es del 61%.

Seguro que algunos de vosotros habéis oído hablar de este sistema de una comida diaria en las noticias, ya que hace unos meses, una veintena de niños murieron de intoxicación después de comer una de estas comidas, en el estado de Bihar. Mi amigo, que sale de casa a las 8 de la mañana para poder llegar al pueblo antes de las 11, no tiene tiempo ni medios para prepararse una comida que llevar. Recuerdo que, antes de que empezara a trabajar, yo le dije que probara la comida de los niños, para ver la calidad. Él me dijo que no, que le daba reparo, que esa comida era para los niños, que eran quienes realmente la necesitaban, que él podría comer en cualquier otra parte. Sin embargo, al final, probó la comida: desde lo de Bihar, se ha vuelto obligatorio que los profesores coman lo mismo que los niños, o al menos que lo prueben, quizá como medida para que los profesores se involucren en la preparación de una comida sana e higiénica, o para que mueran todos juntos. Porque mi amigo se ha puesto enfermo. Y los niños, unos 200 niños en esta escuela en particular, que sólo comen comida envenenada en todo el día, que no tienen dinero para ir al médico, mueren, y en los registros de la escuela aparece la palabra "dead" al lado del nombre, y la vida sigue como si nada.

¿Y qué comen estos niños? Pues por ley, hay unas tablas muy bonitas con contenido nutricional y recetas de cocineros de los hoteles de lujo. Pero en la realidad, hay 100 gramos de arroz por niño, y patatas cocidas, y especias que le den sabor. Se alimentan a base de hidratos de carbono, con una mínima ingesta de verduras (a pesar de que ahora las patatas son el vegetal más caro del mercado, junto a las cebollas: les saldría más barato darles arroz con zanahorias o con calabaza), dos veces por semana tienen derecho a proteínas, de soja texturizada y de huevo, y tres días a la semana hay lentejas, como una mínima fuente de proteínas vegetales. Les falta de todo. Otra de las cosas que se mencionan en el informe, es que hay problemas en el almacenamiento del arroz, patatas y lentejas, que se dejan en sacos en cualquier parte, con el consiguiente problema de bichos, deterioro y falta de higiene. La sal, dicen, pierde el yodo tan necesario, por que no tienen botes donde cerrarla apropiadamente. El arroz, cito "is extremely bad in quality". En ocasiones, la comida se almacena en una de las aulas, a falta de otro espacio. 

Y eso no es todo, por supuesto. Hay problemas de transporte de los alimentos, ya bien de los alimentos crudos a las cocinas de las escuelas, ya bien de las cocinas catering que distribuyen a escuelas distintas. El precio del transporte sube más allá del subsidio del gobierno, y la escuelas no tienen de dónde sacar el dinero con que pagar la diferencia, aunque sean, según el informe, 70 rupias. Y es que 70 rupias cada día, no son 70 rupias. La mayoría de las escuelas usa dos tipos de cocina: de leña o de gas. La de leña conlleva problemas de almacenamiento, y sobre todo, de humo y suciedad, mientras que la de gas, el mayor problema es el coste de la bombona, que ha subido muchísimo desde el 2011. Las escuelas no podían permitirse el lujo de comprar bombonas a precio real del mercado (cuando el gobierno de Mamata Banerjee dejó de subvencionarlas), ya que las ayudas a las escuelas no aumentaron proporcionalmente, y muchas tuvieron que volver a la leña, o dejar de cocinar por unos días en forma de protesta - aunque eso sólo afectó a los niños. Y el dinero, cuando llega, llega con retraso, con lo cual las escuelas se ven forzadas a mantenerse con lo mínimo, siempre pendientes de cuando se les ingresará el dinero debido, intentando mantenerse a flote.

El informe, aunque es del 2011, también critica ampliamente la falta de higiene en las cocinas, la falta de formación profesional de los cocineros, que normalmente son amas de casa que no saben cocinar para un grupo tan numeroso, con lo cual aumenta el gasto y el tiempo empleado en cocinar, que ya lo hacen como en su propia casa. Tampoco usan básculas que pesen exactamente los 100gr de arroz reservados para cada niño, sino que todo va a ojo, con el consecuente desajuste, en ocasiones falta comida y en otras sobra, y se desperdicia mucho. Algunas escuelas, en los pueblos, tienen pequeños huertos para cultivar sus propias verduras y ahorrar en gastos, pero no está extendido este sistema, y tampoco se realiza con eficacia, ya que les faltan conocimientos de horticultura y las herramientas necesarias. Por otra parte, aunque la ley dice que la comida al mediodía debe ofrecerse un total de 230 días al año, durante el curso escolar, incluyendo los sábados que son media jornada, la realidad es que la gran mayoría de la escuelas no ofrece ningún tipo de comida los sábados. Sin embargo, todos los días hay que rellenar un registro detallado de los ingredientes utilizados, el número de niños que asistieron, y la cantidad de comida sobrante. Y no puede sobrar nada: si sobra, la revenden. 

¿Cómo van a aprender nada unos niños que tienen hambre, a los que el hambre no les permite concentrarse, que tienen otros problemas en su vida más allá de los problemas matemáticos, o de escribir correctamente las palabras en bengalí, o peor, en un idioma extraño como el inglés? Para ellos y para sus familias se trata de la supervivencia diaria, no de la calidad de vida, no del futuro, no de la felicidad.

Y si queréis ver el informe vosotros mismos, está aquí.

lunes, noviembre 18, 2013

Festival de Cine de Calcuta

Ayer domingo fue el último día del festival de cine de Calcuta, que duró unos ocho días (el eslógan era, al más puro estilo indio, "Eight days / movie craze", que rima en inglés). Sólo pude ir a ver películas durante el fin de semana, así que me perdí muchas, y además, ni siquiera tenía pase, y me tuve que colar, aunque nadie me preguntó nunca ni a mí ni a los demás por el pase.

Fui a ver tres películas, dos europeas (una belga y una italiana), de las que sólo puedo decir que me gustó la música, y una india, de Kerala para más señas. El director de esta última, Adoor Gopalakrishnan, era una de las figuras destacadas del festival, al que le dedicaron la sección de Retrospectiva.

Mis amigos ya habían ido a ver una de sus películas, Kathapurusam, y como les gustó tanto, yo me apunté a la siguiente: Nizhalkkuthu, que traducen al inglés como Shadow Kill, y al francés como Le Serviteur de Kali, aunque yo creo que el título inglés se corresponde mucho mejor con la película. Lo del "servidor de Kali" es muy genérico, porque hay miles de ellos, y aunque le da un oscuro toque exótico a la película para su distribución en Francia, "muerte sombría" tiene realmente un sentido específico dentro de la película.


¿La trama? Años antes de la independencia de India, en el sur todavía existía un estado independiente, gobernado por un maharajá: el estado de Travancore. En este estado convivían las tradiciones más antiguas con un gobierno de corte más moderno, en el que hay tribunales, cárceles y verdugos. El protagonista de la historia es el verdugo de Travancore, un hombre mayor cuya familia ha desempeñado el cargo por generaciones, ya que éste pasa de padres a hijos. Por matar a gente, están "malditos", puesto que han cometido un pecado que deben expiar, pero al mismo tiempo son bendecidos por la diosa Madre (Kali-Durga y todas sus demás expresiones) con misteriosos poderes curativos. Además, el maharajá les otorga privilegios especiales: una casa, un terreno por el que no pagan impuestos, y dinero, además de dinero extra por cada ejecución.

Pero nuestro protagonista, Kaliyappan, es un hombre torturado por la culpa. Cree, aunque sin pruebas, que la última persona que ejecutó era inocente, y ese pensamiento no le deja vivir. Se ahoga en alcohol y en rezos y penitencias a la Diosa Madre, pero nada le calma: se pasa los días rezando y emborrachándose. Su esposa intenta cuidarle, pero en el pueblo casi todos se ríen de él en ese estado y muchos han dejado de creer en sus poderes mágicos. Además, su hija pequeña, que acaba de tener la regla, se ha convertido en un nuevo dolor de  cabeza, al tener que empezar a pensar en casarla y pagar una dote con un dinero que no tienen, y por si fuera poco, su único hijo le rechaza, tanto por su alcoholismo como por ser el verdugo del país: ha adoptado las ideas de Gandhi, se ha hecho vegetariano, incluso se ha comprado una rueca para hilar algodón, y sólo viste khadi blanco. Hasta llega a hablar en contra de las ejecuciones en el pueblo, abiertamente criticando a su propio padre. Kaliyappan no puede soportar esa traición, pero no tiene mucho tiempo de sufrir por ello: al día siguiente llega un emisario del maharajá anunciándole que, por fin después de mucho tiempo, hay una nueva ejecución de la que debe hacerse cargo. Es un auténtico revuelo en el pueblo que, pensando que esto es una señal de la diosa de que devuelve sus poderes mágicos al verdugo, hace cola a la puerta de su casa para recibir las cenizas sagradas, los restos quemados de la cuerda con la que ha colgado a su último condenado.

El protagonista empieza a hacer más y más penitencias, abluciones y rezos, pero no puede dejar el alcohol, ya que la idea de tener que volver a matar le mortifica. Intenta librarse de la obligación, pero el emisario no acepta ninguna de sus razones - la edad, que se encuentra enfermo, etc.- y le dice que si necesita ayuda, que se lleve a su hijo con él para cuidarle. Y eso hace.


Padre e hijo en la casa.

Kaliyappan y su hijo, el revolucionario independentista, hacen noche en la cárcel de la capital, donde deben esperar en vela para, al día siguiente al amanecer, colgar al condenado. Pero Kaliyappan, borracho como una cuba, es incapaz de mantenerse despierto. Si se durmiera, no podría realizar la ejecución - ya que la tradición ordena que, como el condenado no dormirá en toda la noche pensando en la muerte que le espera, el verdugo tampoco debe dormir - así que los soldados de guardia intentan contarle historias que le mantengan despierto, pero todas le aburren, excepto una: la historia de un amor que florece entre una niña de 13 años y joven flautista vagabundo, y la historia de cómo ella es brutalmente violada y asesinada, de cómo el verdadero culpable escapa a la ley y de cómo el jovencito es condenado injustamente por un crimen que no ha cometido. 

Gopalakrishnan cuenta el colapso nervioso de Kaliyappan de una manera estupenda: no escuchamos la historia de los jóvenes enamorados en el hermoso valle de Kerala, sino que la vemos a través de los ojos del verdugo, que imagina a su hija - que también tiene 13 años - en el papel de la chica, así como al resto de los personas les pone caras familiares. Esto le perturba enormemente, y en alguna ocasión, interrumpe la historia con gritos de dolor, pero quiere escuchar el final de la historia. Los soldados, asustados, le preguntan si es que conoce a alguien parecido, y el hombre les contesta que sí, que claro, su familia. Pero no es su familia, es una historia real, que ha salido en los periódicos: los soldados se ríen del pobre Kaliyappan, que no estaba enterado de nada, que no sabía que el chico que va a colgar en unas horas es precisamente ese joven músico inocente.

Entonces, el padre tiene un colapso real y se niega en rotundo a realizar la ejecución. Pero el condenado no puede quedar sin colgar, porque sería un deshonor para los soldados y para el director de la cárcel, así que ordenan al hijo de Kaliyappan que ocupe el puesto de su padre, como le corresponde según la tradición, y que él cuelgue al inocente.

¿Lo hará?


Thinglink Plugin