Desde hace un tiempo estoy grabando sonidos de Calcuta. Una forma no sólo de recordar la ciudad, sino de registrar cómo suena una ciudad india. ¿Otras ciudades sonarán de forma diferente? Habría que averiguarlo. ¿Alguien que se aventure a grabar su ciudad, a qué suena? Ojalá hubiera un método para mostraros a qué huele, a qué temperatura está. Más allá de las fotos, quiero registrar mi estancia aquí y compartir con vosotros estos sonidos que me acompañan cada día. Son sonidos normales: el ventilador de mi habitación, el ventilador featuring el aire acondicionado, un viaje en autorickshaw camino al metro, el sonido de la estación de tren, de las conversaciones en bengalí en los cafés, de la llamada a la oración para los musulmanes, al namaj.
Ahí al otro lado de la pantalla al otro lado del mundo, aquellos que me leéis tenéis una ventanita a este mundo que es Calcuta, pero es una pequeña ventanita que no os permite asomaros lo suficiente. Los sonidos han estado fuera hasta ahora (excepto por alguna música bengalí que he enlazado), los olores (que son fascinantes...tanto los malos como los buenos), la atomósfera, todas estas cosas no cruzan el ventanuco que es este blog. Es una pena que queden tantas cosas atrás, sin poderlas compartir. Los sabores...ay, lo que daría por un internet sensorial. O mejor, por un sistema de teletransportación gratuito. Así podríamos compartir el té sobre el que se oyen las conversaciones en los cafés, esas tertulias interminables bengalíes sobre cualquier tema bajo el sol.
Pues allá va mi colección de sonidos de Calcuta, en su formato inicial: