sábado, febrero 16, 2013

Primer día del taller de debate

Pues por fin hoy inauguramos el nuevo taller de este año: Debate en español. Lo he llamado también como "Hablando se entiende la gente", porque es de lo que va el taller: si no hablamos no nos entendemos, y por eso debatimos, hablamos, nos entendemos, y llegamos a una conclusión. A veces, los refranes vienen que ni pintados para clase...

Los alumnos llegaron en general, tarde, como siempre, y empezamos a las 10.30. Ya me lo imaginaba...por eso fijé la hora de comienzo a las 10. Porque si digo a las 10.30, significa las 11....y no da tiempo. Hace falta tiempo para hablar y entendernos.

De momento (y creo que hasta el final, porque no voy a admitir a nadie más en el curso, a no ser que haya una buena razón para ello), tengo 5 chicos y 3 chicas (conmigo, 4). Hay de todas las edades y trasfondos, así que la variedad ayuda.

La clase de hoy fue la más teórica que habrá en el curso, porque el primer día es importante sentar las bases a partir de las cuales vamos a entender la palabra "debate" y el proceso mental para elaborar argumentos. Cómo pensar, vamos. Y eso se resume en dos palabras: pensar críticamente.

Esto del pensamiento crítico, o del pensar críticamente (casi me gusta más esta versión, el verbo da la sensación de acción y proceso, el sustantivo hace que parezca algo muy estático... y no lo es), es algo muy interesante. Yo había oído el término, pero nunca había buscado qué significaba realmente. Estas semanas que me he pasado revolviendo la red de arriba a abajo para encontrar información (¿que cómo llegué al pensamiento crítico cuando yo iba buscando "debate"? Pues por la argumentación, chicos y chicas. Para argumentar bien, hay que pensar bien...) he descubierto cosas muy interesantes. Entre ellas, la Taxonomía del Aprendizaje de Bloom. Aunque los modelos en internet suelen ponerla en círculo o en pirámide, en mi opinión hay una metáfora mucho más interesante para ilustrar este modelo. Se trata de la Metáfora del Iceberg. 

Esta metáfora ya la usó Hemingway cuando hablaba de la escritura (de lo que no se ve, pero está ahí), y con el aprendizaje es igual. Dice Bloom (en el 1956) que hay 6 niveles de aprendizaje: conocimiento, comprensión, aplicación, análisis, síntesis y evaluación. El conocimiento sería el recordar las cosas, los datos, la información, saber definir o describir. Es la puntita del iceberg, la parte que vemos. Es fácil pensar que alguien sabe mucho porque sabe muchos datos, da las respuestas correctas, se sabe las fechas de todas las guerras, los nombres de todos los reyes, etc, etc. Como es lo más fácil de ver, por eso tenemos exámenes como los que tenemos, que califican al alumno por su capacidad de repetir los datos que le hemos inculcado en la clase. Pero es eso, nada más que la puntita: el saber viene después, está debajo de la superficie, y no se puede percibir tan claramente como la memorización. Pero la mayoría del iceberg no se ve, está debajo del mar, y así es con el aprendizaje: está en la profundidad, no en la superficie. La comprensión, el siguiente nivel, además de entender, por supuesto, es por ejemplo, saber explicar algo. Si lo entiendes, lo puedes explicar; pero, ¿cómo explicar algo que no entiendes? Pues malamente... La aplicación es el hacer cosas con lo que has aprendido, ponerlas en práctica. El análisis, como ya nos dice la palabra, es el poder analizar y comprender la estructura en partes, categorizar, desmenuzar la cuestión. La síntesis es la creación de algo nuevo a partir de todo eso que has aprendido. Y la evaluación, la capacidad de valorar que algo es bueno o no, que es de calidad o no. Las versiones revisadas de los años noventa cambian el orden de los dos últimos niveles, poniendo la síntesis al final. Yo también opino que la síntesis es lo último, la muestra final de que uno ha aprendido algo: cuando puede crear algo nuevo a partir de lo que sabe.

Un ejemplo de lenguas:

Nivel conocimiento: saber el significado de las palabras individuales. Mesa = table. 
Nivel comprensión: entender frases. Poder explicar al compañero estructuras gramaticales.
Nivel aplicación: poder crear frases a partir de los modelos gramaticales, pero sin copiar: un elemento de las lenguas es la capacidad de producir enunciados siempre diferentes.
Nivel análisis: poder entender textos complejos. Un texto largo requiere de un análisis (aunque algunos alumnos lo hagan inconscientemente) de las relaciones de coherencia y de cohesión que indican los marcadores del lenguajes (palabras como "pero", "aún así", "es más", "por lo tanto", etc.). Por ejemplo, leer novelas, o ver películas
Nivel evaluación: leer textos complejos y valorar la calidad del escrito más allá de la gramática. ¿Está bien escrito o no? ¿Tiene calidad literaria o no? ¿Tiene calidad cinematográfica o no? (depende del texto, cambia el baremo)
Nivel síntesis: escribir una novela. Y si además, escribes una novela buena, es el no va más. 


¿Y cómo profundizar en el aprendizaje para llegar al nivel de síntesis? O más bien, ¿cómo salir del nivel de mero conocimiento de datos? Pues usando el pensamiento crítico. Sus elementos a tener en cuenta nos ayuda a pensar con calidad, a pensar más y mejor. Y resulta que pensar es una de las cosas que hacemos para aprender (y enseñar). Y para comunicar, y para argumentar, y para todo. Además, pasa que para argumentar, no sólo tienes que profundizar en tu nivel de aprendizaje de los temas que vas a hablar, sino también en tu nivel de proceso mental (aprender a pensar, es un aprendizaje que también puede medirse a través de esta taxonomía), y si es en español, además, hay que profundizar en el aprendizaje del español. Ya no vale con saber que "argumentación" es "argumentation". Eso es como no saber nada. ¿Y cómo se aprende mejor? Haciendo (nivel síntesis).



Aunque esto de la taxonomía viene de Bloom, en realidad, todo eso ya lo decía Confucio en el 500 a.C:

Lo que me contaron, lo olvidé
lo que vi, lo entendí,
lo que hice, lo aprendí.


Fue una clase curiosa. Llena de ejemplos, aclaraciones y preguntas a mis alumnos, que tenía que definirme qué NO son las cosas: qué NO es un debate, qué NO es pensar, qué NO es pensamiento crítico. Así, podíamos alcanzar a entender qué es un debate, qué es pensar, y qué es pensamiento crítico, mucho más fácilmente que con una pregunta directa e intimidatoria.

Pero lo mejor, creo, fue la manera de terminar: pedirles que aplicaran todo lo aprendido hoy sobre el pensamiento crítico en una evaluación de la actuación de la profesora en clase, siguiendo los baremos del critical thinking: claridad, precisión, rigurosidad, relevancia, profundidad, amplitud, coherencia e imparcialidad. Todavía no he visto mis notas...

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