viernes, junio 24, 2011

Otras cosas

Bueno chicas y chicos, sigo esperando a solucionar todo el papeleo de pedir un nuevo visado para volver a India, así que de momento ando con otras cosas por mi cabeza. Mucho español para extranjeros, eso siempre, pero por fin tengo tiempo libre para dedicarme un poco a lo que más me gusta: la lectura y la música.

Ahora estoy dedicándome a descubrir qué leer y qué escuchar por internet, lo que implica un proceso de búsqueda basado en blogs, foros, y tener Radio 3 puesta a todas horas, con un bloc de notas delante. De momento he descubierto alguna cosilla, nada del otro mundo, la verdad. Pero ha habido un pequeño relato que me ha ganado, encontrado en el blog de un colega de clase.

En este pequeño relato de Lydia Davis, he encontrado las respuestas a por qué me quedo dormida a las 10 páginas de abrir un libro sin remedio, y por qué llevo sin poder escribir nada desde que me fui a Japón.

REITERAR
Michel Butor dice que viajar es escribir, porque viajar es leer. Es una frase que podemos desarrollar: escribir es viajar, escribir es leer, leer es escribir, y leer es viajar. Pero George Steiner dice que traducir es también leer, y que traducir es escribir, como escribir es traducir y leer es traducir. Así que podemos decir: traducir es viajar y viajar es traducir. Traducir literatura de viajes, por ejemplo, es leer literatura de viajes, escribir literatura de viajes, leer un texto, escribir un texto y viajar. Pero si lees cuando traduces, y traduces cuando escribes, escribes cuando viajas, lees cuando viajas y viajas cuando traduces; esto es, si leer es traducir, y traducir es escribir, escribir viajar, leer viajar, escribir leer, leer escribir, y viajar traducir, entonces escribir es también escribir, y leer es también leer, y más aún, puesto que cuando lees lees, pero también viajas y cuando viajas lees, en definitiva lees y lees. Y cuando lees también escribes, así que lees; y al leer también traduces, así que lees; así que lees, lees, lees y lees. El mismo razonamiento podría hacerse para traducir, viajar y escribir.

Lydia Davis, de Sin apenas memoria, incluido en Cuentos Completos, Seix Barral, 2011. Traducción de Justo Navarro.
En realidad, sí leo y sí escribo, porque viajo. Hasta traduzco.

miércoles, junio 22, 2011

jueves, junio 09, 2011

Becas, becas, becas

Últimamente, mi vida está llena por esta palabra. BECA. Una palabra que nunca soñé que pudiese referirse a mí. Durante gran parte de mi vida pedí becas que nunca me dieron. Nada de nada, nadita. Solicitudes denegadas, una tras otra. Qué desesperación. Al final, decidí dejar de pedir becas. Total, para qué, me decía yo. La primera y única beca que me habían dado hasta entonces, me la dio el gobierno japonés para estudiar en su país. España, cero pesetas.

Pero de pronto, llegó el momento de las becas. Después de terminar el máster, bueno, mientras terminaba, buceé en el océano de las becas, hasta enterarme de los más mínimos detalles, solicitando todas las que podía pedir. Estaba desesperada, sin un futuro después de una licenciatura y un máster. Y es que este océano de becas es complicado de entender. Hay muchas, muchísimas, algunas absurdas y con requisitos tan detallados que parece que solo dos personas en el mundo las pueden pedir. Como hechas  a medida. Por suerte, hay muchas bastante generales y abiertas. Todas ellas poseen un extraño lenguaje administrativo que es oscuro y confuso. ¿Este curso vale o no vale? ¿Dan puntos las licenciaturas? ¿Se puede tener un máster o no? ¿Esto hay que enviarlo todo junto o después de una selección? ¿Tengo que escribir una memoria o llenar un formulario? ¿Las fotocopias son todas compulsadas, ninguna, o solo algunas? ¿Lo envío por email o por correo postal? A veces, todo vale en las becas.

Al final, tengo unas favoritas. Las Argo, la primera que me ha dado el gobierno español, es una de ellas. Prácticas en el extranjero. Una pena que se acabe, porque muchos licenciados no tenemos otra que este tipo de convenios, o ser becarios gratuitos. No en todas las carreras hay prácticas al terminar. Algunas comunidades autónomas tienen becas similares para los nacidos allí, pero no todas. Galicia, por ejemplo, no tiene nada de esto. Un poco injusto, la verdad.

Luego están las del gobierno central. Yo, como tiro por las becas culturales o de enseñanza, recomiendo las de Auxiliares de conversación en el extranjero, las de Profesores en secciones bilingües (si tienes Filología Hispánica, tienes mucha ventaja en estas), las de Profesores Visitantes en USA y Canadá (aunque si no tienes carnet de conducir y CAP, olvídate), y las becas MAEC- AECID, las culturales, las de cooperación y los lectorados. Hay mucha competencia, así que preparaos para luchar y ser convincentes en vuestras cartas de motivación y proyectos docentes.
Para enseñar español, hay información sobre becas aquí, en la página de Todoele:

También en el Ministerio de Educación:
Aquí los extranjeros también pueden acceder a becas para enseñar su propio idioma en España, o para estudiar español

En Fábrica Cultural postean información sobre becas en asuntos culturales o en puestos docentes, y también informan sobre empleos, premios, etc:
Pero hay que registrarse

Ante todo, hay que ser paciente y apuntarlo todo en plan esquemita en una hoja, al menos, eso me funciona a mí muy bien. Sino, es fácil perder el hilo de los papeles a enviar, las direcciones y demás requisitos. Atentos a vuestro email y chequear las páginas de becas del ministerio de educación y de la AECID periódicamente. El BOE siempre va un poco tarde en cuanto a publicaciones, la verdad. Y paciencia, mucha paciencia, porque la lentitud es la tónica general de todos estos trámites: cada año los plazos se abren más tarde y los resultados te los dan más tarde.

Así que calma y ánimo!

lunes, junio 06, 2011

India and Spain

Hola desde España! Llevo una semanita y poco aquí, de vuelta en casa y en España, echando de menos la India como nada. Aquí me han acribillado a preguntas sobre Bangalore y la India, como si ahora fuese una experta o algo así en el país, cosa para la que todavía me queda muucho que aprender. Pero a base de responder a preguntas, me he dado cuenta de alguna cosa, y también de todas las lagunas que tengo todavía (sobre todo de esto...).

Y con tanta conversación me he puesto a comparar países: España, Japón, India, que son los tres en los que he pasado más tiempo. La conclusión general es que España e India tienen muchas cosas en común, más que por ejemplo, España y Japón, o España y USA (aquí he pasado menos tiempo, pero entre mis amigos estadounidenses y mi veranito allí, tengo una pequeña idea). O que España y Alemania. Quizá por eso me he sentido fácilmente en casa en India, a pesar de todo. En Japón me costó mucho más (digamos que nunca lo conseguí), y en USA me sentía muy rara también. Pero en Bangalore, pues como pez en el agua. A lo mejor debería hablar más bien de Bangalore y Goa que de India, que el país es muy grande y no conozco el resto, pero me voy a permitir generalizar un poco.

En España hablamos muy alto en los bares, hay bastante ruido dentro de los locales y sobre ellos, la gente hablando, gritándose casi a veces. En Japón recuerdo que un día fui a cenar con mi exnovio estadounidense y con dos amigos españoles que habían venido a verme, en Kyoto. Y allí estábamos los tres hablando, claro que "hablando" para nosotros era "gritando" para los demás. Nosotros no nos dábamos cuenta de nada, hasta que mi ex me da un codazo y me dice "mmm...todo el mundo nos mira...¿no podéis hablar más bajo?". ¡Qué corte! Además ya llevábamos una hora, más hablando que comiendo, cuando la gente en las demás mesas había ido rotando con cierta fluidez. Acabamos rápido lo que nos quedaba y nos marchamos al poco. En India eso nunca me ha pasado: la gente habla igual de alto para hacerse oír sobre el ruido de fondo. Eso sí, comen muy rápido, mucho más rápido que yo (aunque se me estaba pegando ya). Bueno, la verdad es que una vez me puse a discutir sobre el problema de la basura en India y claro, discutir ya es un grado más elevado que hablar, y como el tema era delicado, la gente si que me estaba mirando...pero sólo una vez.

En España llegamos tarde. Venga, no vamos a negarlo: habrá gente que sea puntual, pero que la gente llegue tarde a los sitios ( y me refiero a 5 o 10 o 15 minutos tarde) no es ninguna sorpresa y lo llevamos bien. ¿Que una tienda abre diez minutos más tarde de la hora a la que supuestamente abre? (una tienda pequeña, no Carrefour, se entiende) Pues normal. ¿Qué el autobús llega tarde? Pues normal. En Japón, lo cierto es que la gente también llega tarde, en la ciudades grandes sobre todo, porque aunque el metro y el tren sea puntual con una exactitud de reloj, hay mucha gente, el vagón está lleno, llegas muy justo y pierdes el metro, acumulas trenes perdidos y esquivar a la gente, y llegas tarde. Lo que pasa es que desde fuera eso no se reconoce. Que conste que hay muchos más japoneses puntuales que españoles puntuales, pero aún así, la puntualidad perfecta tal vez sólo la encuentres en Londres. ¿En India? Pues igual: 5 o 10 minutillos vas a tener que esperar. Bueno, yo he llegado a tener que esperar dos horas....menos mal que esperaba en casa. Pero es que en España también he tenido que esperar horas, y en la calle, que es peor. Incluso he tenido que esperar a un bus de ALSA dos horas de madrugada y bajo cero en diciembre. Eso en India, todavía no me ha pasado. Los buses son puntuales, al igual que el cine, al que nunca he podido ir porque siempre llegaba tarde, con la peli empezada. Se puede entrar, pero es que no me gusta entrar tarde, me da vergüenza...En España, las pelis siempre empiezan más tarde de lo que dicen, no habré ido yo justilla de tiempo en Salamanca y me he encontrado que no han empezado ni los trailers...

En España, le gente habla por la calle, en los trenes, en los buses, en los aviones. Haces amigos con desconocidos que te acompañan en el tren o en el bus, a veces no los vuelves a ver pero a veces sí. La gente es abierta y habla con facilidad. En Japón, dentro del país, no con japoneses en el extranjeros, que son mucho más abiertos quizá porque están fuera de su entorno normal, los amigos los hice a través de contactos con la universidad. La gente en la calle solía ser amable (con excepciones también) porque pensaba que eras un pobre turista perdido que no sabía japonés, desamparado, al que había que ayudar. Muy amables, y punto. En India conocías a gente por todas partes, la gente te hablaba en el bus (y lo más importante, se hablan entre ellos, cosa que en Osaka sí hacían pero en Tokyo, yo no vi a nadie hablando en los trenes). Hacer amigos era relativamente sencillo. En Japón, imposible. Que conste que tengo un amigo japonés al que conocí en un bus en España, pero es que siempre tiene que haber alguna excepción.

En España la gente va a tomarse un cafecillo por las tardes. Les encanta ir de cafeterías con amigos o familia, tomarse algo, si hace buen tiempo en la terraza, leerse el periódico en el bar, y luego si cuadra, se cambia el café por unas cañitas. En Japón, ese concepto simplemente no existía. Había pocas cafeterías (las kissaten son para comer o desayunar, en realidad), pero eran pequeñísimas (mi favorita, Lush Life, ni siquiera tenía mesas, era solo la barra y cuatro butacas...), y nunca vi ninguna llena (excepto Lush Life, porque LITERALMENTE tenía cuatro butacas, y claro, muy malo tienes que hacer el café para que no las llenes). Las demás era de corte Starbucks, su atractivo consistía en que eran "occidentales" y la gente también iba en plan comer sandwiches, y en muchas hacían platos de pasta o mini pizzas, no me preguntéis por qué. ¿Ir de cañas? La cerveza la toman con la cena, luego van a alcohol más fuertecillo...En India, aparte de cafeterías en cadena de corte occidental y con comida, hay miles y miles de puestos de té y café en la calle. Incluso itinerantes. Señores que van y vienen con sus motos y termos de té, leche y café por 4 rupias el vasito. No me imagino el país sin estos "teaboys", los "chaiwallah". Sin té, ¿qué sería de India? En fin, aparte de estos chicos del té motorizados, en cada esquina hay puestecillos donde puedes comprar té y café por 4 rupias, para tomar con tus amigos o compañeros de trabajo o con quien cuadre, incluso acompañado por otros desconocidos que contigo se toman el café o el té allí todos los días a la misma hora más o menos. Te sientas en la calle, muchas veces. Mis amigos del norte me dicen que en sus zonas los puestos siempre ponen al menos un banquito o dos para que la gente se pueda sentar, y que tienen periódicos para leer. Es un pelín más cutre, digamos, que tener un local amplio con mesas y sillas, pero en realidad, la costumbre es la misma. Y el té está buenísimo. Y lo de ir de cervecitas, al menos en Bangalore, no es nada raro. Hay cientos de locales donde elegir.

Estas son cuatro de las razones por las que me sentía en casa en Bangalore y no en Japón. Pero este post se está haciendo muy largo, así que voy a dejar el resto para otra ocasión.

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