martes, octubre 21, 2014

La soledad, por Rabindranath Tagore

Curiosamente, esta descripción de la soledad que Tagore escribió en su correspondencia, me hace sentirme menos sola.

Shilaidaha
Sábado, 30 de Junio de 1894

Pienso que quizá lo mejor sea lidiar con todos los problemas de una sola vez. Con el tiempo, la soledad cristaliza, y entonces a uno no le apetece romperla nunca - porque una vez que la rompes, aunque sólo sea por un sólo día, volver a unir sus piezas resulta algo muy complicado. Por otro lado, es en los primeros días, en que la mente no puede acomodarse en su nuevo solitario nido, cuando uno puede soportar la compañía de sus amigos. Pero ahora que ya he llenado todo mi tiempo libre con mi imaginación - si alguna persona irrumpiera ahora en mi espacio, tendríamos un problema. La imaginación es tan temerosa como un ciervo; al principio cuesta domesticarla hasta adueñarse de ella, y si otras personas entran en los campos donde corre a sus anchas no la volverás a ver hasta pasado un tiempo. Es por eso que, cuando estoy en este reino despoblado en el que mi mente ocupa mucho más espacio que mi cuerpo, prefiero tener la compañía de gente que sea para mí más querida que mi propia imaginación, o gente a la que no tenga ninguna obligación de prestar atención.  Lo díficil es cuando se trata de una persona que está en el medio de ambas categorías. Este pequeño pedazo de soledad es para mi mente su taller, con toda su maquinaria invisible y los trabajos terminados y sin terminar esparcidos por el suelo - cuando un amigo llega, él no es capaz de verlos, y no se sabe dónde puede pisar; se sienta despreocupado, inconsciente, y empieza alegremente a comentar las últimas noticias de actualidad, rompiendo uno por uno los tenues hilos que había tejido tan cuidadosamente en el telar de mi tiempo libre - cuando lo acompaño a la estación y vuelvo solo a casa, a mi taller, puedo comprobar cuánto he perdido. ¡Cómo puede la gente darse cuenta de que estoy ocupado en componer mi vida! Cuando convivimos con otra persona, cada uno compone a la otra persona - guardamos el espacio suficiente para cada uno, de hecho, guardamos tanto espacio para el otro que casi no queda espacio para nosotros mismos. Pero cuando estoy completamente solo - mi "yo" completo no deja ningún margen para nadie más, sino que se expande y se despliega en sus propias composiciones, disponiendo aquí y allá unas cosas finas y hermosas, sin miedo - esas cosas se convierten, en los momentos en que alguien aparece, en grandes problemas... Hay muchos tipos de conversaciones, muchos tipos de trabajos y muchas clases de discusiones que son insignificantes para otros y muy normales en público - pero muy dañinas para mi vida en soledad. Esto sucede porque cuando estamos solos las partes dispersas, secretas y profundas de nosotros mismos se unen y despiertan - es un poco como ser nosotros mismos, tan extraños y salvajes - en esas circunstancias, el "yo" deja de ser adecuado para la convivencia en sociedad, y su naturaleza adquiere cierta unidad, de manera que cualquier cosa que la rompa nos duele profundamente...


Lo mejor del mundo natural es que no se opone a ti; ya que carece de mente propia, no le importa que la tuya ocupe todo el espacio disponible - como un compañero que realmente me acompaña, ocupa un espacio inmenso pero no me quita ni un centímetro de mi propio espacio - no parlotea como un tonto ni discute como un intelectual; duerme en el regazo del cielo como mi pequeña Meera, que es dulce cuando está tranquila y es dulce incluso cuando mueve sus bracitos y piececitos y aúlla a mi alrededor - sobre todo cuando está cuidada, se la baña, se le da de comer y se la viste sin que nada de ello dependa directamente de mí - entonces ese grande, sano y hermoso niño sin lenguaje ni mente es perfecto para mi soledad. Los hombres de palabras, de intelecto y experiencia son agradables sólo en sociedad. Uno no debería expresar pensamientos tan antisociales como estos, pero si estás receptiva a la emoción con la que los digo, entonces quizá no parezcan tan reprochables.

domingo, octubre 19, 2014

La historia del té en India

Cuando mencionamos la palabra "India", ciertas imágenes surgen en nuestra cabeza, evocaciones inmediatas que se han instalado en nuestra memoria a través de cuentos, documentales, películas y quizá alguna clase de historia. Entre esas imágenes, una será sin duda, el té.


Y sin embargo, no siempre fue así. Este reciente artículo de la página de noticias Scroll.in sobre la historia del té en la India me ha parecido tan interesante que no he podido resistirme a compartirlo con vosotros, no traducido literalmente, sino parafraseado. En el enlace tenéis el original en inglés.

La planta del té es de origen chino, y fueron los británicos quienes, completamente hechizados por la bebida, la importaron a India y empezaron a cultivarla usando mano de obra nativa. Al principio, toda la producción de té se exportaba a Gran Bretaña, así que los indios que la trabajan ni siquiera llegaban a probar el producto. No obstante, llegado cierto momento de crisis económica, al principio del siglo XX, en el que bajó el consumo de té y por lo tanto, su lucrativo negocio de exportación, los británicos miraron a su alrededor en busca de nuevos mercados para el té. Y girando su vista 360º grados, lo encontraron en la inmensidad de India.

Así que empezó una gran campaña de marketing para convencer a los indios para que compraran y consumieran té. No fue fácil. No estaban habituados a aquella mezcla caliente, y muchas voces se alzaron  en contra de aquella bebida colonial. Entre ellas, la de Mahatma Gandhi, quien en 1942 dijo: "En mi opinión, la utilidad del té, si es que tiene alguna, es que es una bebida caliente y dulce que contiene un poco leche. Los mismos efectos se podrían conseguir bebiendo una mezcla de agua caliente con un poco de leche y azúcar." 

Los Británicos fundaron un comité para promover el consumo del té en India, el Indian Tea Market Expansion Board. Diseñaron anuncios especialmente atractivos para el público indio en el que tenían que detallar las instrucciones de uso de aquellas extranjeras hojitas. Para aumentar el consumo de té no sólo regalaron té en ciudades y aldeas a precios irrisorios, sino que tuvieron la feliz idea de poner puestos de té en todas las estaciones de tren y puertos, práctica que se conserva hoy en día. Ni que decir que tuvieron un enorme éxito.

La empresaria hostelera india Priya Paul ha coleccionado y conservado muchos de aquellos anuncios que los británicos diseñaron para promover el té entre los indios. La mayoría de ellos siguen una estrategia muy sencilla: mostrar el beber té como una actividad deseable, que el público tuviera ganas de imitar. Algunos mostraban además el té como si fuera un regalo de los indios a los colonos británicos. Otros, anuncios ya hechos por compañías indias tras la Independencia del país en 1947, presentaban al té como un producto 100% Swadeshi, es decir, 100% indio.

Estos son algunos de los anuncios:





En el artículo original tenéis algunas fotos más.

sábado, octubre 18, 2014

Música made in India (Segunda Parte)

En cualquiera casa que se precie hay un lugar dónde acumulamos todo tipo de objetos. Podría decir que "guardamos", pero no me parece un verbo adecuado porque no implica la desorganización que contiene acumular. Cuando abrimos la puerta de dicho lugar, no es raro que nos caigan encima cajas y cosas que no sabíamos que teníamos, y buscar algo en ellos es una auténtica pesadilla. 

Algo parecido es el panorama musical indio. Buscando no se encuentra nada, pero de repente, plas, te la pegas contra una canción y no hay quien te la despegue de la cabeza.

Peter Cat Recording Company 


son una banda de Nueva Delhi que entre esta ciudad y San Francisco graban sus temas. Han sacado dos discos, disponibles en Bandcamp, Wall of Want y Sinema. Con un sonido "sucio", un toque antiguo y al mismo tiempo muy muy electrónico, son autores de temas tan extraños y fascinantes como este, "Love Demons".


Yo estoy hechizada con esta canción.

The Ska Vengers


Esta banda de Nueva Delhi tiene, como la foto indica, un sonido entre jazz, reggae y local pequeño, que tiene su reclamo en la aterciopelada voz de la cantante, Miss Samara C.

De nuevo, en Bandcamp podemos encontrar sus canciones, además de la típica búsqueda de Youtube. Para ilustrar, os recomiendo este vídeo de la serie Chaiwalla Sessions (que podéis explorar, hay cosillas curiosas) con su canción "Gunshot", que grabaron en las calles de Mumbai, más exactamente en el puesto de té Neelam en Lower Parel:



Polémicos con sus letras (tienen un vídeo que cuestiona a Modi antes de que saliera elegido en las últimas elecciones generales como presidente de India, disponible en Youtube), el también polémico Q (sí, el de la película Tasher Desh, querid@s lectores) les ha dirigido un videoclip.

Plastic Parvati

Bajo este sugestivo nombre se esconde la cantante del grupo Ganesh Talkies, Suyasha Sen (otro pseudónimo más), en su iniciativa en solitario. Personalmente, prefiero sus canciones cortas y electrónicas a la línea general de la banda en la que canta. Tiene de todo, canciones en inglés, en bengalí, noñas, satíricas, no se corta a la hora de colgar en Soundcloud todo lo que le apetece. Siempre acompañada de fotos de gatos.




Sulk Station

Aunque de ellos ya he hablado en mi anterior entrada musical, y por lo tanto, no son ningún inesperado descubrimiento, por fin han sacadouna nueva canción. Aunque muy en la línea de las anteriores, esta nueva pista, Aur Nahi (Ya no más) es quizá más tranquila, para terminar esta entrada con calma y paz. 


viernes, octubre 10, 2014

Los Poetas Invisibles


Libros de enésima mano en College Street


Ayer descubrimos al nuevo ganador del Premio Nobel de Literatura, el novelista francés Patrick Modiano. Os preguntaréis qué tiene que ver esta información con este blog. En principio, absolutamente nada. Sin embargo...

Hace 101 años que Rabindranath Tagore ganó el Premio Nobel de Literatura. Aunque este premio se otorga a la obra completa de un autor, Tagore fue premiado con una única obra traducida al inglés por él mismo, Song Offerings, que en la versión inglesa aglutinaba poemas de obras bengalíes distintas, no coincidente 100% con el Gitanjali bengalí, y también una colección de poemas que había traducido poco antes, The Gardener. Las otras dos obras que él mismo tradujo al inglés se tradujeron y publicaron después de que le dieran el Nobel. Es decir, que le premiaron sin haber leído la mayor parte de su obra. Con esto no estoy diciendo que se lo dieran inmerecidamente: creo que si hubieran podido leer más de sus obras, Tagore habría recibido el Nobel mucho antes. 

Y sin embargo durante estos 101 años, ningún otro indio ha sido galardonado con el Nobel, ni siquiera ha sido barajado como candidato a serlo. China sí, Japón sí, pero nada del subcontinente indio. El problema sigue siendo el mismo: la escasez de traducciones, y la mala calidad de la mayoría. A pesar de la anunciadísima muerte del libro, las editoriales siguen publicando en papel, colocando los últimos éxitos de masas en las estanterías. La literatura popular invade los escaparates de las librerías, pero no vemos en ellas nada de la abundante literatura de masas que el segundo país más poblado del mundo está escribiendo hoy en día. Diréis que exagero, que algo llega. Y es cierto, algún volumen se cuela en nuestras librerías, pero llegan con disimulo, casi con miedo, como si la editoriales temieran llamar la atención sobre las novelas indias que están publicando, con la excepción - a todo el párrafo - de Salman Rushdie.

Busco en la página de los Premios Nobel información sobre Tagore. Contiene una correcta y breve biografía, y un par de líneas que me hacen detenerme: "Para el mundo, él se convirtió en la voz de la herencia espiritual India."

Y es que efectivamente, esa es la visión que desde el rabillo del ojo tenemos de India: un país profundamente espiritual, sin nada más que contarnos que el karma y el yoga. Tagore, como uno de los cuatro puntos de referencia de India que tenemos, se ha imbuido de todo - lo poco que - sabemos del país, incluso con cosas con las que quizá él no estaría de acuerdo.

Hay mucho más en el cosmos indio que espiritualidad, vacas y castas, colores y saris, especias y la fiesta de Holi. Tagore no es un santón vestido de blanco en vez de azafrán. Y la literatura india no se terminó en Tagore. Ni en Salman Rushdie, ni en Arundhati Roy.

Escribo esto, inspirada por un brillante artículo de Scroll.in (página de noticias india que recomiendo a todo aquel o aquella interesado en el país), para romper una lanza por todos los escritores indios que no se llevaron ningún premio ni fueron conocidos más allá, en ocasiones, de las fronteras de sus propios estados. Y es que uno de los grandes problemas es, como ya dije, el de las traducciones. Simplemente, no hay. Nos estamos perdiendo a poetas de la talla de Jibanananda Das o Nirmala, a novelistas como Bibhutibushan Bandhopadhyay o Premchand, a dramaturgos como Dwijendralal Ray o N.Krishna Pillai.

Estos ya están muertos y no sería posible darles el Premio Nobel. Tampoco es que importe mucho, aunque ciertamente aporta una visibilidad que le vendría bien a la literatura india. Pero en un país tan poblado como éste, hay muchos otros, vivitos y escribiendo, que bien podrían empezar a ser traducidos, publicados y leídos. 

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